Un cinturón de seguridad para Moscú

Agencias-SPC
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El Kremlin mantiene su pulso contra la OTAN y Estados Unidos para garantizar el control sobre sus países vecinos, con una zona de influencia que va desde el Báltico hasta Asia central

Un cinturón de seguridad para Moscú - Foto: ALEXEI NIKOLSKY / KREMLIN POOL /

La tensión internacional tiene su foco puesto sobre Ucrania, donde EEUU asegura que Rusia está maniobrando para iniciar una invasión y en el Kremlin insisten en que esa posibilidad no está sobre la mesa, aunque persisten en que tanto Estados Unidos como la OTAN deben apartarse de ese territorio. Y es que la república exsoviética es solo uno de los puntos que Moscú quiere tener controlados, como otros países vecinos. 

Kazajistán, escenario hace dos semanas de las mayores protestas antigubernamentales desde su independencia en 1991, es una muesca más del cinturón de seguridad al que aspira Rusia para mantener su influencia en su patio trasero y contener a la Alianza Atlántica, que incluye también a Bielorrusia, el Cáucaso y Ucrania.

«No permitiremos agitar la situación en nuestra casa y tampoco que se produzca el escenario de las llamadas revoluciones de color», aseguró hace unos días el presidente ruso, Vladimir Putin, durante una vídeoconferencia de los líderes de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que integran Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán.

Al igual que Ucrania es intocable y no puede ser miembro de la OTAN, según aseguran desde el Kremlin, lo que ocurra en Kazajistán, uno de los países del mundo más ricos en materias primas (gas, petróleo y uranio), tampoco le concierne a Occidente.

El cinturón de seguridad comienza en el Báltico y, después de cruzar el Cáucaso, y los mares Negro y Caspio, se extiende hasta Asia Central, región limítrofe con China, Irán y Afganistán.

En vísperas del comienzo de las negociaciones de seguridad de Ginebra, la OTSC, considerada la alianza militar postsoviética o el nuevo antagonista de la OTAN tras la desaparición del Pacto de Varsovia, envió por primera vez en 20 años tropas a uno de sus miembros.

«Había que reaccionar sin dilación y la petición del presidente de Kazajistán (Kasim-Yomart Tokayev) fue aprobada de inmediato por todos los países miembros de la OTSC», subrayó Putin.

Según el mandatario ruso, «en cuestión de horas» había que impedir que en esa exrepública soviética -donde las mutitudinarias protestas fueron reprimidas con violencia por parte de las Fuerzas de Seguridad- «se dinamitaran los cimientos del Estado» y «poner coto a los terroristas, criminales y saqueadores».

Aunque una mayoría de kazajos se opone a la asistencia militar extranjera, Tokayev, un antiguo diplomático soviético especialista en China que asumió el poder en 2019, decidió recurrir sin dudarlo a la ayuda del Kremlin. El 5 de enero, las primeras unidades especiales rusas ya estaban sobre el terreno para vigilar edificios estratégicos. Al día siguiente llegaron los destacamentos bielorrusos. «La OTSC demostró su potencial, su capacidad de actuar de manera rápida, decidida y efectiva», se congratuló Putin.

Pánico

Las anteriores peticiones a la OTSC por parte de Kirguistán y Armenia -escenarios de sangrientas revueltas, el primero, y un conflicto militar con Azerbaiyán, el segundo- fueron rechazadas categóricamente al no tratarse de una «agresión exterior».

Aunque muchos han puesto en duda la presencia de 20.000 terroristas extranjeros como argumento para desplegar tropas extranjeras, como aseguró Tokayev -quien denunció, además, un intento de golpe de Estado-, Putin manifestó que en Kazajistán se utilizó tecnología del Maidán, en alusión a la revolución popular en Ucrania en 2014.

«Estoy totalmente de acuerdo», subrayó el inquilino del Kremlin cuando su homólogo kazajo apuntó que los disturbios eran un «acto de agresión».

Los analistas consideran que el Kremlin no se puede permitir un cambio violento de régimen en el espacio postsoviético como ocurriera en las revoluciones de Georgia (2003), Ucrania (2004 y 2014) y Kirguistán (2005, 2010 y 2020).

Otra excusa de Moscú es que el 18 por ciento de la población de Kazajistán es rusa, es decir 3,5 millones. Por ello, pertenece al «mundo ruso», es decir a todos aquellos países con amplias minorías rusoparlantes. La concesión soterrada de pasaportes es otra de las estrategias preferidas por el Kremlin para justificar una posible intervención. Así ocurrió en 2008 en Osetia del Sur y ahora en el Donbás.

Aviso a Occidente 

El despliegue de fuerzas rusas de reacción rápida en otro país justo cuando se habla de una posible invasión de Ucrania disparó todas las alarmas en Occidente.

Y es que de los más de 2.000 soldados desplegados en la república centroasiática, la mayoría son fuerzas aerotransportadas rusas.

Los generales rusos apuntaron que dicho contingente militar permanecerá sobre el terreno hasta la plena estabilización de la situación.

«Por supuesto, todo el contingente será retirado del territorio de Kazajistán. Quiero enfatizar que (será) por un período de tiempo limitado, el que el presidente de Kazajistán considere oportuno», precisó Putin.

El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, respaldó a su aliado: «No somos ocupantes. No hemos ido allá (a Kazajistán) por nuestra propia voluntad. Fuimos invitados por nuestros hermanos, nuestros amigos».

Fuera del patio trasero  

Sin ayuda de la OTSC, Putin acordó en 2020 con Lukashenko el envío de unidades rusas en caso de que fueran necesarias para aplastar las protestas antigubernamentales.

No fue necesario, pero en los últimos meses cazas y bombarderos rusos patrullan la frontera bielorrusa con la Alianza Atlántica.

Rusia, que ve en el Cáucaso la quintaesencia de su patio trasero, también puso fin en noviembre de 2020 a la guerra entre armenios y azerbaiyanos en Nagorno Karabaj con el envío de fuerzas de pacificación.

Ucrania está avisada. Rusia cuenta con un gran número de tropas y armamento en Crimea, península ucraniana anexionada por Moscú en 2014. Mientras, decenas de miles de soldados rusos esperan en la frontera los resultados de las negociaciones de seguridad con EEUU y la OTAN.