El poder sanador del agua

Óscar Fraile
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Voluntarios de la Escuela de Magisterio Fray Luis de León y de la UEMC ayudan cada miércoles a niños con discapacidad a desarrollar sus aptitudes físicas y psicomotoras a través de ejercicios en la piscina

La voluntaria Sara Berenice enseña a nadar a un niño del centro de educación especial Obra Social del Santuario. - Foto: Jonathan Tajes

Como cada miércoles, Marta (nombre ficticio) se encuentra sentada en una silla de ruedas junto a la piscina. Dentro, con los brazos y el corazón abierto, le espera Javier Cánovas, fisioterapeuta del centro de educación especial Obra Social del Santuario. La pequeña tuerce el gesto tras su primer contacto con el agua, pero el abrazo de Javier le devuelve la calma y la sonrisa. Se diría que dentro de la piscina sus problemas de movilidad desaparecen. Incluso se permite el lujo de cerrar los ojos mientras sueña que flota bocarriba, olvidándose de que las manos de Javier hacen de flotador en su espalda. Su cara es pura felicidad. Paz sin artificios.

Como Marta, cada semana unos 30 niños con discapacidad de este centro de educación especial acuden a las piscinas Henar Alonso Pimentel. Allí se encuentran con otros tantos voluntarios de la Escuela de Magisterio Fray Luis de León y de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC), quienes les ayudan a realizar algunos ejercicios que sirven para desarrollar sus habilidades físicas, motoras y sociales. Una actividad que no podrían permitirse si no fuera por este altruismo, dado que los pequeños pertenecen a familias en riesgo de exclusión social. Ellas solo tienen que poner el coste del transporte, que ronda entre diez y 15 euros al mes, y ni siquiera eso se pueden permitir algunas.

El proyecto 'Educacuática' está impulsado por 30 alumnos de la Fray Luis de León, en colaboración con la Fundación Emilio Álvarez Gallego, y ha sido uno de los 20 finalistas de los X Premios al Voluntariado Universitario que todos los años convoca Mutua Madrileña. Los seis ganadores se conocerán a principios de febrero y a buen seguro que sus impulsores estarán muy pendientes del fallo, puesto que un pellizco de los 35.000 euros a repartir entre los premiados servirían para costear todos los gastos de los niños durante dos años. La iniciativa ha sido seleccionada entre 53 candidaturas en las que han colaborado 1.500 alumnos que estudian en 58 universidades españolas.

Una voluntaria juega con un niño en la piscina.Una voluntaria juega con un niño en la piscina. - Foto: Jonathan TajesCada voluntario está pendiente de un niño en la piscina, de modo que los vínculos afectivos que se establecen son muy estrechos. Tanto por una parte como por otra. Se trata de aprender a nadar, de ejercitar los músculos o simplemente de divertirse, que no es poca cosa. Cuarenta y cinco minutos de relax cada semana que ayuda a mejorar aspectos relativos al lenguaje, la comunicación y la conducta. «No solo se enseña a nadar y a mejorar el control en el agua, también se proporciona valores como el compañerismo, el esfuerzo, la superación y la autoestima», señalan los organizadores.

Mucho más que nadar

El fisioterapeuta Javier incide en que «no es tanto el beneficio físico como el mental» y siempre pide a los voluntarios que se meten en la piscina «que no busquen que el niño aprenda a nadar como Michael Phelps, lo importante es que sonría y se lo pase bien».

De eso sabe mucho Sara Berenice, una de las voluntarias que, como los pequeños, espera con ansia que llegue cada miércoles. «Alegría es la primera palabra que me viene a la cabeza cuando pienso en esto y al ver cómo disfrutan ellos», dice. Además, es una forma de poner en práctica algunas de las cosas que aprenden el resto de días en las aulas. Un diagnóstico que coincide mucho con el de Esther Gutiérrez, jefa de estudios del centro de educación especial: «Esta actividad aporta diversión a unos niños para los que es muy importante la motivación».

Llega el momento de recoger. Con el mismo mimo que Javier recibió en sus brazos a Marta, la saca de la piscina. La sonrisa sigue pintada en su cara mientras se seca. Probablemente no se borre en unas horas. Toca descansar y pensar que ya queda menos para el próximo miércoles.