Motivado por el aumento de su tiempo libre, Trinitario Herrera decidió ofrecer su apoyo y contribuir con una acción solidaria. «Dedicar mi tiempo a estas tareas me aporta muchos quebraderos de cabeza», comenta entre risas el voluntario. «Hay gente que prefiere estar en su casa o pasear, pero yo prefiero estar aquí y ayudar a una causa benéfica o social como es esta. Estoy aquí porque quiero y me aporta algo: me siento bien conmigo mismo, pienso que estoy haciendo una labor interesante y eso para mí es suficiente», continúa Herrera, quien lleva colaborando con la organización vallisoletana desde marzo de 2015.

El voluntario menciona la gran importancia que posee valorar los alimentos en su entorno. «Todo lo que cae en el plato hay que comérselo. Me cabrea muchísimo que se desperdicie comida. Yo procedo de pueblo, entonces a veces tenías pocos recursos, no se podía desaprovechar nada y había que hacer maravillas con determinadas cosas... Así que yo siempre he sido igual con el tema de no derrochar o no desperdiciar, lo tengo interiorizado desde hace muchos años», añade. Y es que, el encargado de logística, gestiona los alimentos desde su recepción hasta su salida para la posterior entrega a las diferentes entidades beneficiarias, tanto de consumo como de reparto.

Herrera forma parte de los 75 voluntarios que, de forma estable, han desarrollado sus actividades durante el pasado año, según los datos de la memoria del Banco de Alimentos de Valladolid de 2021. También se suma un variable número de voluntarios que han prestado sus servicios para colaborar con la organización de forma discontinua. Por ejemplo, en las campañas de 2021 el número de voluntarios ascendió hasta los 900.

En este sentido, una de las cualidades que destaca Herrera es el compañerismo y el trabajo en equipo. «Aunque como en todas las cosa siempre hay excepciones, cuando hay un problema todo el mundo sale en bloque: hay gente que tira o que mueve a sus equipos para salir adelante», concluye.