«Podemos ha hecho daño a los movimientos sociales»

Óscar Fraile
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El vallisoletano Miguel Fadrique es, desde mediados de junio, máximo responsable del sindicato CGT en España

Miguel Fadrique es secretario general de CGT desde mediados de junio. - Foto: J. Tajes

El vallisoletano Miguel Fadrique lleva más de una década inmerso en el mundo sindical, aunque fue a mediados de junio cuando accedió a la Secretaría General de CGT después de obtener el 52 por ciento de los votos en un congreso celebrado en Zaragoza. Llega al cargo en un momento «complicado» para la clase trabajadora, por eso quiere recuperar la lucha en la calle para volver a conquistar los derechos perdidos.

¿Cuáles son los objetivos que persigue desde la Secretaría General de CGT para los próximos cuatro años?

A raíz de la pandemia, tanto CGT como otras organizaciones afines hemos perdido el impacto que teníamos en la calle y entendemos que hay que recuperarlo de alguna manera, sobre todo por el impacto que ha supuesto la pandemia para la clase trabajadora, que laboralmente es la que más han sufrido. Ha habido millones de despidos y muchas personas han estado en ERTE, además de la pérdida de poder adquisitivo y el empeoramiento de las condiciones laborales. Tenemos motivos más que suficientes para volver a llenar las calles, aunque es difícil porque venimos de tres años de paralización de las movilizaciones. Además, también vamos a apostar por la descentralización. No todo se tiene que gestionar desde las grandes capitales. Las provincias más pequeñas, como Valladolid, tienen que estar presentes en los secretariados permanentes.

¿Por qué cree que se ha perdido el pulso de la calle? ¿Considera que hay desafección por parte de los trabajadores hacia los sindicatos?

El algo que viene pasando en los últimos años. Yo tengo claro que la llegada de Podemos al Gobierno ha hecho mucho daño a los movimientos sociales en la calle. En las marchas de la dignidad de 2014 estábamos millones de personas en Madrid en un momento clave de la lucha social y sindical en la calle. Era algo que no pasaba desde hace un montón de años. Pocos meses después hubo personas que decidieron que era mejor que esa lucha se fuera al lado político y a las instituciones y paralizar la lucha en la calle. Parte de la responsabilidad de que la calle no esté tan llena como debería la tiene la presencia de Podemos en el Gobierno. Una vez que han llegado allí, a base de acuerdos contrarios a los que en un principio nos vendían a la clase trabajadora, han desmovilizado a la gente, que se ha sentido traicionada.

¿Qué tipo de relación mantiene CGT con los sindicatos mayoritarios y qué opinión tiene de ellos?

Relación tenemos que tener porque compartimos espacios en los comités de empresa, pero sí que es verdad que esa relación es mínima por el comportamiento de UGT y CCOO durante las últimas décadas. Por mucha unidad que quieras plantear, si estableces unas líneas rojas y ellos las atraviesan, creemos que no podemos ir juntos a ninguna parte.

¿Qué les diría a los que consideran que CGT mantiene posiciones extremistas y alejadas de la realidad?

Yo creo que las posiciones no son así. Entendemos que la mejor defensa de la clase trabajadora es marcarse unas líneas con miras muy altas. Cuando tú te enfrentas a la patronal en un ERTE o en un despido colectivo, si tu posición inicial es muy baja, no vas a conseguir nada. Nosotros pedimos todo para conseguir lo máximo.

¿Tan malos son los tiempos que corren para los trabajadores?

Corren y seguirán corriendo si no somos capaces de organizarnos y de paralo. Durante la pandemia, las grandes multinacionales y las pequeñas empresas han aprovechado para recortar derechos. O cogemos el toro por los cuernos o vamos a vernos en una situación muy jodida. El IPC ya sube a un ritmo de dos dígitos y nos encontramos plantillas, como la de Renault, que es donde yo trabajo, en la que llevamos dos años con el salario congelado. Esto supone que el año pasado cada empleado ha perdido una media de 700 euros.

Es un caldo de cultivo perfecto para las movilizaciones, pero no llegan. ¿Por qué es tan difícil implicar a los trabajadores?

La política del miedo ha funcionado muy bien al sistema, al Gobierno y a los sindicatos mayoritarios. Eso de 'mejor esto a que cierre la empresa' o 'mejor una congelación de salario que un despido'. A nivel gubernamental, se ha tapado la boca a la gente y se ha conseguido la paz social a base de ayudas que salen de impuestos y de parches como los cheques de 200 euros. Hay una canción que dice que el miedo tiene que cambiar de bando.

Ha dicho que otro de los objetivos que persigue es hacer un sindicato más feminista. ¿Qué presencia tiene la mujer en CGT?

Depende de los sectores. En el del metal es mucho más baja, porque es un sector muy masculinizado. En otros, como telemarketing, servicios y sanidad, es mucho más alta. Tenemos que caminar hacia un sindicato más feminizado y, sobre todo, más feminista. Por ejemplo, con la lucha por los planes de igualdad y por la aplicación de perspectiva de género en temas de salud laboral.

¿Qué nivel de autocrítica deben hacer los sindicatos respecto a la pérdida de derechos laborales de los trabajadores?

Toda. Tenemos que tener autocrítica diaria y estar siempre pendientes de lo que hacemos mal para mejorar. No basta con decir que la culpa la tiene la patronal o los sindicatos mayoritarios. Tenemos que mirarnos el ombligo para analizar por qué la gente no sale a la calle o para saber por qué en lugar de cien mil afiliados en el estado no somos 300.000, de los que unos 3.500 son de Valladolid.