Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


Entre el ruido y el silencio

21/11/2022

En un corto paseo por la rugiente lava de algunas redes sociales siento que me estalla la cabeza. Me pregunto cómo puede haber gente que viva con una cerilla entre los dientes buscando barriles de dinamita para prender la llama. Distinguir las voces de los ecos nos aconsejaba Antonio Machado, pero ocurre que los ecos se han convertido en rugidos. Harto de Twitter me di una vuelta por TikTok y, además de reconocer cuánta razón lleva Eclesiastés en su sentencia, Vanitas vanitatum omnia vanitas (Vanidad de vanidades, todo es vanidad), también percibí que hay una España que ruge. Esta tiene como principal bandera hacer de cualquier cosa con la que no esté de acuerdo un «casus belli» sonoro y visual. Por supuesto, nos estipula un apocalipsis cada dos días.
Jonathan Swift escribió que hay tres clases de orgullo en el mundo: el de la cuna, las riquezas y el del talento. Hoy nos hablaría de una cuarta clase: el orgullo de lo banal, lo que ni va ni viene y nada pasaría si no existiese.
Que alguien mueva el culo y sonría, o exprese una frase sin argumento, o una experiencia sin contenido, es algo que cae como cascada por TikTok sin pudor ni respeto a la inteligencia. ¡Ojo!, tengan cuidado los padres (no lo digo solo por los hijos, también por ellos mismos si se diera el caso), que tal anemia del intelecto se convierte en virus cuya simpleza vago el cerebro.
En el fondo, es un músculo y, como todo músculo, si no se ejercita se atrofia. Ya dijo algo de esto don Quijote viendo a dos mozas riendo por nada: Es mucha sandez la risa que de leve causa procede. Hace poco leí un excelente artículo de Javier Sanpedro.
Bueno sería que tuviéramos en cuenta lo que escribe con profusión de argumentos y pruebas: al cerebro lo hacen los genes y los usos. Leer y escribir modifica el cerebro nutriéndolo. Trastearlo con boberías lo encoge.
También por esas covachuelas de las redes, en las que abundan malvados adjetivadores, he visto a la España que ruge. Tiene el báculo golpeando el aire y la voz profética golpeando la inteligencia. Ha de tomárselo a broma uno, porque si no saca del banco el poco dinero que tiene y se va a fundírselo ya que el fin del mundo está cerca. A vivir sin control que esto se acaba.
La indiscutible soberbia y torpeza de la ministra de Unidas Podemos, Irene Montero, ha sido uno de los detonantes (en este caso la razón y la furia se alían), pero cualquier cosa vale para convertir la lógica disensión en guerra sin cuartel. Guerra a «lo que no es como a mí me gusta». En este tiempo escucho los ruidos y el silencio. Y como las razones en este contexto no abundan, aprendo más del silencio que de todo lo que me estalla en las orejas y en los ojos queriendo devorar mi prudencia.