Educación ultima un protocolo para niños diabéticos en clase

Óscar Fraile
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La guía, elaborada en colaboración con las asociaciones de pacientes, definirá las funciones de cada miembro de la comunidad escolar para que ciertos aspectos no dependan de la voluntad del profesor

Prueba de medición de azúcar en sangre mediante un pinchazo en la yema del dedo. - Foto: J. Tajes

«La gestión de la diabetes en las aulas depende en ocasiones de la buena voluntad del profesor, de que tenga empatía». Estas palabras del presidente de la Asociación de Diabetes de Valladolid (Adiva), Javier García, definen la incertidumbre a la que se tienen que enfrentar muchos padres de niños con esta enfermedad cuando los envían al colegio. Lo más habitual es que antes del comienzo del curso los progenitores y los docentes se reúnan para definir algunas pautas a seguir, pero esto no es algo reglado. De hecho, García denuncia que Castilla y León es «de las pocas comunidades donde no existe un protocolo de actuación para esta cuestión». Una guía que defina qué papel tiene que jugar cada actor de la comunidad educativa, respetando los ámbitos competenciales de cada uno.

Pero eso cambiará en breve. La Consejería de Educación, en colaboración las asociaciones de pacientes, entre las que se encuentra la de Valladolid, ya tiene listo un borrador de este protocolo, que, según las fuentes consultadas por este periódico, no será de obligado cumplimiento, pero sí servirá de guía sobre cómo proceder en cada caso. García asegura que lo más habitual es que haya entendimiento en este tema, pero no siempre es así. Según él, en algunas ocasiones se genera un conflicto por el hecho de que estos niños puedan tener un móvil en la clase para estar en contacto con sus padres por si surge alguna emergencia. O por la necesidad de comer algunos alimentos en función de sus niveles de azúcar en sangre.

Este protocolo definirá qué hay que hacer en estos casos, al igual que otros que ya están vigentes en otras comunidades autónomas. Por ejemplo, el de Extremadura dice que los niños con diabetes «deben disponer de un lugar adecuado para conservar la insulina, otros medicamentos y el aparataje para controlar los niveles de glucosa en sangre», además de instar a los colegios a «permitir la monitorización de los niveles de glucosa en sangre», «facilitar el cumplimiento de una alimentación adecuada, siendo preciso que, especialmente, el personal del centro educativo conozca las necesidades de alimentación», «disponer de un acceso fácil a agua y alimentos, incluso en clase»,  «favorecer la plena integración del niño en todas aquellas actividades que el centro educativo promueva, incluidas las que requieran ejercicio físico» y «facilitar una nueva oportunidad para realizar exámenes académicos, u otras pruebas, si en el momento de realizarlos existe una situación documentada de hiperglucemia o hipoglucemia que le impidan llevarlos a cabo, o una ausencia justificada por asistencia a consulta sanitaria». Pautas muy similares a las que tienen otras comunidades, como País Vasco, Navarra, Andalucía y Madrid, entre otras.

Control en clase

El control del nivel de azúcar en sangre y la administración de insulina se puede hacer en clase de diversas formas. En las primeras fases de la enfermedad a los niños se les suele pinchar en el dedo más de diez veces al día para controlar la glucemia y entre ocho y diez veces al día con una pluma para administrar la insulina, aunque hay otros métodos que se suelen utilizar en fases posteriores, como las bombas que administran insulina de forma continuada en función de las necesidades.

En cualquier caso, este protocolo no satisface la petición de implantación de la figura del enfermero escolar de forma generalizada, promovida por las mismas asociaciones de pacientes de diabetes, los profesionales sanitarios y los mismos docentes, que no quieren asumir labores propias de enfermeros. «Nuestra formación es educativa, no sanitaria; aunque nunca negaremos el deber de auxilio en un caso de emergencia, los pacientes con estas necesidades necesitan una enfermera escolar», explica Pilar Gredilla, presidenta regional del sindicato de profesores ANPE.

Según el Observatorio de Enfermería Escolar del Consejo General de Enfermería, en Castilla yLeón solo hay 24 profesionales de este tipo en los centros públicos, lo que equivale a uno por cada 14.000 alumnos.