La estación de autobuses está abandonada y sin inversiones

R.G.R
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El complejo presenta múltiples deficiencias con una completa dejadez en su estado de conservación. La Junta responsabiliza a la empresa concesionaria, desde donde afirman que se hace un mantenimiento básico a la espera del nuevo emplazamiento

Estación de autobuses de Valladolid. - Foto: Jonathan Tajes

Los usuarios de la estación de autobuses de Valladolid que accedan por la puerta principal verán las luces de los letreros apagados, sin ninguna señalización que indique a las claras el lugar en el que se encuentran. Aquellos que lo hagan por la calle San José tendrán una primera imagen que les orientará sobre el estado de todo el inmueble. Una de las  cristaleras de las puertas de entrada está rajada de arriba a abajo por varias partes. Es la primera visión que tienen los usuarios que se pueden hacer una idea de cómo está el interior.

El edificio ofrece una imagen lamentable. Viejo, descuidado, con desperfectos en cada rincón... Tuberías descolgadas, postes dañados, puertas rotas, marcas de pantallas indicadoras desencajadas, sin ningún plasma que indice que a los usuarios las posibles llegadas o salidas de los vehículos y baldosas rotas en cualquier parte. 

Una imagen perteneciente al siglo pasado. Una infraestructura indigna de una ciudad como Valladolid, sin ninguna comodidad para los viajeros más allá de unos pocos bancos de aluminio ubicados contra la pared, que no representan un espacio de descanso ni de espera cómodo. Mas bien todo lo contrario. 

291121JT_0059.JPG291121JT_0059.JPG - Foto: Jonathan TajesLas taquillas de venta personal permanecen cerradas por la tarde y tan solo algún establecimiento comercial aporta una luz clara y suficiente para todos los viajeros. Las tuberías que se encuentran a la vista en las paredes del interior del edificio están descolgadas y sus curvaturas son preocupantes en cuento a la seguridad del inmueble. No existen más de una veintena de sillas para que los turistas y usuarios de la estación puedan descansar. 

Una vez que se pasa hacia la zona de andenes para montar en los autobuses, se puede ver con facilidad el desgaste del suelo y la ausencia clara de cualquier tipo de reparaciones. Llama la atención el hecho de que los plasmas en cada uno de los aparcamientos desaparecieron desde hace años y nunca más se han repuesto. Eso sí, allí permanecen los marcos de las pantallas, con los cables colgando en el aire. Están sujetos de postes de metal, completamente magullados en algunos casos y desgastados en otros, algo que se podría solventar con una mano de pintura. 

Según se avanza en el largo pasillo que da forma a la estación la luz se va volviendo más tenue y la oscuridad comienza a reinar, tanto en al andén como en el propio aparcamiento de autobuses. Se podría decir sin dudas al equívoco que el último tercio del pasillo da miedo a muchos usuarios. Si bien es cierto que es el menos transitado, no lo es menos que la falta de luminarias lo convierte en un lugar casi escabroso, inconveniente de una ciudad como Valladolid. 

291121JT_0065.JPG291121JT_0065.JPG - Foto: Jonathan TajesEn la última parte no hay autobuses, ni conductores, no hay pasajeros y todo concluye con un gran cartelón publicitario sin ningún anuncio. Está vacío. Ninguna compañía debe considerar que es un buen lugar para promocionarse y lo único que puede observarse son papeles viejos medio despegados, un síntoma más de la dejadez que sufre la estación. 

No es raro y sí muy ocasional que alguna persona pase por esta zona de la estación ante la oscuridad existente y solo se ven los autobuses aparcados en las diferentes terminales y en el aparcamiento. 

Los usuarios muestran su disconformidad con el estado de la estación. José Luis Bravo reside en Villanueva de Duero y es frecuente verle por la estación. Reclama mayor atención por parte de las administraciones para hacer una reforma completa de las instalaciones. «Va a peor con el paso de los años y no se hace nada, especialmente en la zona de las baños. Tenemos una estación que no nos merecemos». La misma opinión sostiene Elena Blanco. «Todo está muy dejado. Mires donde mires ves que está todo muy viejo y deteriorado».

291121JT_0066.JPG291121JT_0066.JPG - Foto: Jonathan TajesDesde la Consejería de Fomento de la Junta informan de que no son responsables del mantenimiento de la estación, sino que la empresa concesionaria debe realizar este tipo de labores. Eso sí, desde la Consejería se anunció un plan de rehabilitación integral que nunca se llevó a cabo. 

La directora de la estación, Beatriz Millán, perteneciente a la concesionaria,  indicó que se han realizado pequeñas actuaciones en el día a día del complejo y que se mantiene limpia y con buena imagen. Eso sí, resaltó que el hecho de que esté prevista una nueva estación imposibilita afrontar una reforma más amplia para paliar las deficiencias. «A día de hoy no tenemos ninguna documentación oficial con respecto a la futura ubicación del nuevo complejo. No tenemos nada concreto pero sabemos que nos vamos a ir». 

De esta forma, desde la empresa explican que no tendría sentido realizar una reforma completa cuando está pendiente un cambio de ubicación. Y por este motivo, el complejo languidece durante los últimos años dejando a viajeros habituales y resto de usuarios una imagen desoladora que en nada beneficia a la ciudad. «La última reforma importante se hizo allá por 2016».

Un capítulo aparte merece la zona de los baños. Una tarde de esta semana, una escoba y un recogedor estaban situados a la puerta del servicio de caballeros. Un claro síntoma de la necesidad de limpieza de la zona, con múltiples papeles y suciedad por los suelos. En el interior de los baños, la imagen es aún más desoladora. Ni un simple espejo en todo el espacio. Se podría decir que la entrada está en mejores condiciones que el resto, ya que una vez dentro prácticamente todo está roto. 

Las múltiples pintadas dejan la zona de lavabos al descubierto y llaman la atención de cualquier persona que entre. Pero no son solo las pintadas, sino que la suciedad hace el resto. Manchas pegadas a los lavabos de no sé sabe muy bien qué. Un mueble con cuatro patas corroídas por el óxido, que se extiende ante la inacción de los responsables de su mantenimiento. 

Una bolsa de basura cubre uno de los urinarios para que los usuarios no lo utilicen. Pero al menos está. Otro parece haber sido arrancado de cuajo y solo quedan los anclajes y las tuberías. Algunos azulejos del suelo están rotos, al igual que otros de la pared. Ninguno de los váteres tiene tapa y los embellecedores para el papel higiénico está completamente oxidados o simplemente no están. 

Una vez fuera, hasta los carteles indicadores, como el de la cafetería, están rotos y no lucen. En definitiva, una imagen lamentable y poco acorde al tránsito de viajeros de Valladolid.