Mucho más que una pizzería

M.B.
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El Restaurante Pizzería Milano va camino de los 40 años en la calle Gabilondo, con sus pizzas y sus lasañas o sus chuletones, cocidos y botillo del Bierzo

Manuel González, en el Restaurante Pizzería Milano. - Foto: Jonathan Tajes

El Milano, aunque lleva por delante lo de pizzería, es mucho más que un restaurante de corte italiano. «Se llama pizzería pero tenemos de todo. Por eso, se pueden ver aquí a familias, en las que los niños comen pizza o lasaña; y el resto, langostinos a la plancha y chuletón, por poner un ejemplo», explica Javier Izquierdo, uno de los tres socios que hace unos meses dieron el paso y se hicieron con un negocio que va camino de los 40 años abierto, siempre en la misma ubicación, en la calle Gabilondo, 35, muy cerca de la plaza de toros.

La pizzería subió la verja por primera ocasión en mayo de 1984, de la mano de Dimas González, leonés natural de Villafranca del Bierzo. Él llevaba años en Barcelona trabajando en locales del mismo corte y se vino a Valladolid, donde también regentó otros negocios de hostelería y ocio nocturno, y donde se decidió por éste en aquel momento. «La verdad es que heredamos ese nombre, porque el local estaba ya en obras y tenía incluso lo de Milano elegido, con el cartel colocado, así que nos lo quedamos», recuerda Dimas. 

Su hermano, Manuel, entró tres años después en el negocio y desde sus inicios se encargó de la cocina, donde sigue hoy en día. Ahora con la ayuda de dos o tres personas más, en función del día y del volumen de trabajo.

Pizza Especial Milano.Pizza Especial Milano. - Foto: Jonathan TajesEl pasado mes de julio, Dimas se jubiló y poco después llegaron los tres socios que ahora dirigen Milano, Javier Izquierdo, Jorge Esteban y Anil Shrestha: «Hemos mantenido el local igual, porque funcionaba y sigue funcionando».

Porque desde esos años 80, Milano, uno de los primeros italianos en la capital, es un restaurante donde las pizzas tienen un lugar preferencial. La Especial Milano, la Fruiti di Mare, Tropicana... son solo algunos de los nombres que se pueden encontrar en la carta. «El truco es hacerla con cariño y con buenos productos», asegura desde la cocina Manuel mientras prepara el ritual de cada día: a las nueve de la mañana hace la masa, dos horas después la divide en bolas de cien gramos (para pizzas de 28 centímetros), ya listas para, justo cuando el cliente pida una, darle la forma circular. Todas llevan tomate (natural y hecho en el local) y queso mozzarella en la base: «Y luego los ingredientes que pidan». En apenas 15-20 minutos (pueden llegar a hacer diez a la vez) están ya para comer. Y por un precio asequible, entre los 6,9 los 9,2 euros.

En Milano no hay menú diario. Solo carta. Y, aunque tiene esa base de pizzería o restaurante italiano, con diferentes pastas, lasañas, canelones... hacen, por encargo, cualquier preparado, desde unas lentejas, unas patatas con costillas, un cocido, un chuletón o botillo del Bierzo: «Ahora también funcionamos con comida para llevar».

Abierto de 12.30 a 16.00 horas, y de 20.00 a 23.30 horas, tiene una capacidad para unos 75 comensales. Eso sí, no se puede reservar: «Uno de los secretos de que Milano siempre esté lleno es que se da rápido de comer, y la calidad precio». Así es habitual ver a mucha gente del barrio en su interior, pero también de otras zonas de la capital, gracias a un nombre que lleva casi 40 años dando de comer en la ciudad: «En normal ver a diferentes generaciones juntas en torno a la mesa».