De Ucrania a Serrada: estudiar a 3.500 kilómetros de casa

R.G.R.
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Ochenta y cinco niños ucranianos que han llegado a la provincia ya están matriculados en centros educativos. Dariia y Victoria han empezado esta semana en el colegio de Serrada

Las primas Dariia Gorobcova y Victoria Melnichuk, en el Colegio de Educación de Infantil y Primaria Isabel la Católica de Serrada, donde cursarán sus estudios este año. - Foto: J. Tajes

Ochenta y cinco estudiantes ucranianos están matriculados ya en colegios e institutos vallisoletanos. El goteo de familias procedentes del país en guerra hasta la ciudad y los pueblos de la provincia ha sido incesante, tanto de forma estructurada a través de organizaciones no gubernamentales como con amigos o particulares. Algunas familias están encontrándose con problemas a la hora de legalizar su estancia en el país y conseguir los permisos necesarios, algo que no está ocurriendo, sin embargo, a la hora de escolarizar a los menores en centros educativos.   

La llegada de los 'nuevos' estudiantes se lleva a cabo sin dilación y con todas las garantías para los progenitores, como si de cualquier escolar español se tratase. Es el caso de las primas Dariia Gorobcova (11 años) y Victoria y Alona Melnichuk (de 11 y 15, respectivamente). Llegaron la semana pasada a Serrada y desde el miércoles ya están matriculadas en el colegio de la localidad y en el Instituto de Educación Secundaria Alejandría, de Tordesillas. 

La odisea para llegar al municipio vallisoletano desde Járkov, ciudad en la que residían, no fue fácil. Miedos, guerra, soledad, familias divididas, pero ahora, aunque sea solo por momento, han recuperado la sonrisa en las calles de Serrada. Sus madres son las hermanas Oksana Gorobcova y Natalia Melnchuk, que no tuvieron otro remedio que abandonar sus casas ante la cercanía del conflicto. 

Ahora, como ellas mismas relatan, han podido encontrar un pequeño hueco en la provincia donde se las ha acogido como en casa, donde pueden encontrar de nuevo un día a día cotidiano alejado de las sirenas de ataques aéreos y toques de queda interminables. 

La familia se instaló en el albergue municipal cedido por el Ayuntamiento de forma momentánea, aunque esta misma semana se han instalado en una casa del pueblo cedida por un vecino de forma altruista. Y las pequeñas, tanto las dos que van al colegio, como la mayor que ya acude al instituto a Tordesillas, se sienten perfectamente integradas. Este miércoles fue su primer día. El principal problema es el idioma. Las dos pequeñas entienden algunas palabras en inglés, pero la comunicación es el apartado más difícil.

Las dos niñas irán a la misma clases. Su tutora es Raquel Nieto. «Nos apañamos gracias a unas tabletas que nos cedió el Ayuntamiento donde usamos el Google Translate para traducir algunas palabras». Durante los primeros días se trata de que las pequeñas puedan integrarse de la mejor forma posible. «Estamos haciendo algunos ejercicios de matemáticas y también manualidades para ver el nivel que tienen y situarnos sobre qué es lo que necesitan», comenta ?Nieto, quien resalta que todo desde ahora tendrá que ser «poco a poco y con mucha paciencia».   

La integración. Las niñas se pasan el rato hablando entre ellas, sonriendo y comentando todo lo que están viendo durante estos días. Lo hacen con ilusión a pesar de lo vivido. Aseguran que su primer día de colegio en Serrada fue «genial» y que se lo pasaron estupendamente. Algún que otro despiste sí hubo. Por ejemplo, en el momento en que el resto de la clase (con 14 escolares) se levantaba para la hora del almuerzo, ellas se quedaban sentadas sin entender bien qué pasaba. Pero más allá de la anécdota, la jornada transcurrió «fenomenal» conociendo a sus compañeros. Todos pretenden agradar a las pequeñas para que se sientan como en su propio país. 

Alona Melnichuk ya va al instituto de Tordesillas. Coge el autobús a las ocho y cuarto de la mañana. En su primer día, a la vuelta del centro, un par de compañeros la han acompañado hasta la puerta del albergue para que no se sienta sola en ningún momento. La acogida en el colegio ha sido «genial» y además cuenta ya con una amiga. Se trata de otra chica de origen ucraniano que también acude al IES Alejandría porque ha llegado durante los últimos días a San Román de Hornija. Parece que estudiar a 3.500 kilómetros de casa no es tan difícil.