600 años de proeza en los cielos

Gonzalo Sánchez (EFE)
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La gran cúpula de la catedral de Florencia continúa intrigando y maravillando al mundo gracias a su innovadora obra de ingeniería

600 años de proeza en los cielos - Foto: Claudio Giovannini

Hace 600 años Filippo Brunelleschi empezaba a construir una enorme cúpula para la catedral de Florencia, una obra que muchos veían imposible y que sin embargo culminó, maravillando e intrigando al mundo hasta nuestros días.

«Se trata del manifiesto de la arquitectura renacentista y humanista. Brunelleschi realizó la obra más importante del mundo en el siglo XV y logró acabarla con su genial intuición», explica el responsable técnico de la catedral de Santa María del Fiore, Samuele Caciagli. En los albores de aquel siglo la rica y próspera Florencia se obstinaba en concluir su principal templo, empezado en 1296 con el diseño de Arnolfo Di Cambio. Por entonces faltaba la cúpula y la lluvia y el viento roían sus enormes naves.

El reto era colosal porque se debía crear la cúpula más grande del mundo. Con el paso de los años, la construcción se había separado del diseño original y su crucero resultó mucho más grande de lo previsto.

Ante el problema, en 1418 se lanzó un concurso público para recibir propuestas y entre todas se impuso la del arquitecto, matemático y orfebre Filippo Brunelleschi.

La construcción duró 16 años (1420-1436). Su diseño pasaba por levantar dos «cascarones», paralelos y uno dentro del otro, que descargan su peso en un tambor de forma octogonal. Brunelleschi ideó toda suerte de puentes y máquinas que evitaron recurrir a andamiajes internos para levantar la cúpula, un «secreto» que muchos aún tratan de comprender.

Desde su base, en el tambor, el arquitecto fue elevando la cúpula de fuera a adentro, entrelazando en forma de espiral miles de ladrillos a espina de pez, técnica ya utilizada en la antigua Roma. Desde entonces la cúpula se eleva sobre los palacios florentinos con su altura de 114 metros.

Un tesoro que preservar

La cúpula es «el tesoro» de Florencia y por eso cada día un equipo de arquitectos, técnicos, electricistas y restauradores se afanan en controlar constantemente su estado. En estos momentos, «la cúpula está muy bien», asegura Caciagli. Ahora se concentran en realizar un sistema eléctrico que mejore su iluminación y garantice su seguridady en los pasados meses los trabajadores de la catedral se descolgaron con arneses para realizar «pequeñas labores de mantenimiento» en su superficie. 

Todo para que el mundo futuro pueda seguir apreciando toda una proeza, que aún desafía al ingenio desde las alturas de Florencia.