«Tras tres semanas en la UCI, no podía creerme lo que pasaba»

A.G.M.
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Carlos Hernando es un exsindicalista y policía local jubilado de 62 años que ingresó el 14 de marzo de 2020 en el Hospital Clínico

Carlos Hernández. - Foto: Jonathan Tajes

Carlos Hernando no sabe exactamente cuándo se contagió. Recuerda que en aquellos últimos días de febrero y primeros de marzo «andaba de acá para allá» porque había elecciones sindicales y él era el presidente en Castilla y León de CSIF. «Echo la vista atrás y recuerdo que visité algún hospital, que tuve muchas reuniones, que venía gente de Madrid donde ya empezaba a haber contagios, que fui a un funeral...». El caso es que «allá por el 10 y 11 de marzo» se empezó a encontrar mal y al ver que «no mejoraba ni con paracetamol», dio el paso de llamar al número de información, donde le dijeron que con esa sintomatología acudiera a Urgencias. Fue en la noche del 14 al 15 de marzo cuando entró en el Hospital Clínico sin saber que pasaría allí más de un mes: «Me hicieron la prueba, di positivo, me metieron en una habitación en planta y al ver que no oxigenaba, me dijeron que había que ir a la UCI».

Hernando, ex policía local, iniciaba entonces un periodo de tres semanas en cuidados intensivos en el que llegó a ser traqueotomizado. «Estuve dormido tres semanas en la UCI hasta que en los primeros días de abril ya me pasaron a planta y el 16 de abril me dieron el alta. Cuando salí no podía creerme lo que pasaba».

«Al llegar a casa me encerraron durante otras tres semanas en mi habitación, a pesar de que me encontraba fatal: no podía andar porque había perdido la musculatura y estaba sin fuerzas, hasta el punto de que no podía ni abrir un yogur o una botella de agua», relata este jubilado de 62 años. «Me compré unas pesas, empecé a hacer mis ejercicios en casa y, en unos tres meses, conseguí ya recuperar mi vida, más o menos», apostilla.

Al viajar estos tres años atrás, él no recuerda haber vivido con miedo los días en que pensaba que podía estar contagiado, aunque sí «temía que hubiera infectado a sus compañeros» en CSIF. «Yo soy muy propenso a coger catarros y pensaba que podía ser uno más, pero pronto me di cuenta que no. Confiaba en que no fuera covid, porque en esa primera ola aquello era casi muerte segura», admite.

Cuando pudo salir de la UCI, afirma que estuvo «totalmente desorientado» por la falta de visitas y de información sobre lo que había fuera. «Un día me pasan el teléfono móvil, hablo con mi mujer y me dice que no nos dejan salir de casa, que 'era como una guerra'. Fui preguntando a médicos y enfermeros y ya me fui enterando, pero recuerdo que hasta llegué a preguntarles por en qué ciudad estaba», repasa. «Yo entré al hospital sin que aún hubiera confinamiento y salí con todo aquello en marcha», apostilla.

«El trato de todo el personal sanitario fue muy bueno, excelente», ensalza el que fuera presidente de CSIF en Castilla y León, quien reconoce que su situación fue muy grave: «Estuve a punto de irme para allá».

Pese a la gravedad con que pasó el virus, ahora Carlos se encuentra «perfectamente» y hace una vida «normal»: «Por suerte, no tengo ningún tipo de secuela, voy a andar o con la bici y todo bien. Estoy ya jubilado, porque los policías locales nos podemos jubilar antes y ahora llevo una vida muy tranquila».