La educación no tiene edad

R.G.R
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Las aulas de cultura para personas mayores empezaron con 15 integrantes y ya son 3.200. Este sábado se cumple un cuarto de siglo del Día de la Educación de Adultos en la provincia. Los alumnos ven las clases como «un lugar de encuentro y una vía

Las alumnas del Aula de Cultura de Torrelobatón leen un libro para conocer la obra de Antonio de Nebrija. - Foto: Jonathan Tajes

Dos opciones. Quedarse en casa viendo la televisión o acudir todas las semanas dos horas a adquirir nuevos conocimientos. Este es el dilema al que se enfrentan muchos vecinos de la tercera edad de los pueblos de la provincia cada año, y muchos lo tienen claro. Quieren aprender, ilusionarse, adquirir nuevas visiones y aspectos, viajar, hablar con sus vecinos y, en definitiva, prolongar durante más tiempo sus vivencias y tener un envejecimiento activo. 

La Diputación de Valladolid celebra este mismo sábado, 30 de octubre, el Día de la Educación de Personas Adultas, efeméride del nacimiento del poeta Miguel Hernández. Las denominadas Aulas de Cultura de la institución provincial son clases destinadas a las personas del medio rural, para que tengan una oportunidad de continuar aprendiendo. Este curso se cumplen 37 años del nacimiento de este programa, que se inició con 15 alumnos, mientras que este curso llegarán a  3.200.

Para llegar a todos los rincones de la provincia, la institución ha dividido la provincia en siete zonas.  Tordesillas, Medina de Rioseco, Olmedo, Peñafiel, Tudela, Medina del Campo, Laguna de Duero y Medina del Campo. Se interviene en 158 municipios, siendo el 70% de menos de 500 habitantes, y el 14 de menos de 100. El profesorado está compuesto por 23 docentes y los alumnos son mayoritariamente mujeres (85 por ciento), mientras que seis de cada diez tienen más de 77 años. 

Taller de inglés que se imparte en Fuensaldaña, dentro de las aulas de cultura. Taller de inglés que se imparte en Fuensaldaña, dentro de las aulas de cultura. - Foto: Jonathan TajesSe ha vuelto a las clases presenciales tras dos cursos de incertidumbre, de dolor en muchos casos, y las aulas de cultura han cumplido su papel de acompañamiento y de acogida. Muchos de sus alumnos encontraron en estas clases el apoyo necesario para combatir la soledad ocasionada por la pandemia. Una vía de escape que la institución provincial ha intentando potenciar diversificando las materias. 

El hecho de haber ampliado la oferta ha supuesto que el perfil del alumnado vaya cambiando, se mantienen las personas con una inquietud formativa de aprendizajes esenciales, que se pueden incluir en las aulas de cultura, y se abren nuevos perfiles, este es el caso de alumnado un poco más joven que participan en los talleres de idiomas, de escritura creativa…, así como aquel alumnado que elige un campo de conocimiento específico que le atrae, independientemente de que su formación sea académicamente más elevada. Son casos como por ejemplo, del taller de mitología y simbolismo en el arte, o el de filosofía. Incluso, este año también se está realizando un taller sobre el Camino de Santiago en la provincia, en Villanubla. 

ilusión y ganas de aprender. Los alumnos acuden uno o dos días por semana  a estas clases que les sirven como lugar de encuentro, como esparcimiento y como vía de escape a sus rutinas cotidianas. Esta semana, en Torrelobatón están leyendo el libro La Trenza, de Laetitia Colombani. Lo hacen con la segunda intención de conocer más la obra de Antonio Nebrija, poeta sobre el que versará el presente curso. Mercedes Alonso es una de las estudiantes. Con 72 años, lleva media vida acudiendo año a año a las aulas de cultura. «Aprendes, recuerdas y no olvidas, vengo encantada».  

María Cruz González también lleva 37 años acudiendo a las clases. «Estoy muy contenta. No se te olvida lo que aprendes y a mí me ha servido mucho para recordar muchas cosas». El año pasado, el curso se centró en los Comuneros, un tema con especial sensibilidad en Torrelobatón. «Hicimos un vídeo sobre el tema». 

Su profesora es Raquel Bustos. «Tenemos alumnos de diferentes niveles culturales, incluso alguno que tiene dificultades para leer o escribir. No se trata de impartir asignaturas como tal, sino que a través de diversas enseñanzas vamos adquiriendo nuevos conocimientos», describe. 

Los alumnos también realizan viajes y excursiones a museos relacionados con las enseñanzas de las clases. «Este año tenemos pensado ir a ver el Museo de la Evolución Humana de Burgos», comenta la profesora. «Hasta que pueda voy a continuar viniendo a las clases, son muy importantes para mí», relata María del Rosario Alonso. 

Este aprendizaje de la vida instaurado en la provincia por la Diputación también se basa en materias específicas. Es el caso del grupo de inglés que se imparte en la localidad de Fuensaldaña. Una hora y quince minutos, dos días a la semana. Un grupo reducido de cinco mujeres, que no se resignan a no saber. Tienen diversos motivos para acudir a aprender la lengua inglesa todas las semanas. Quieren, entre otros aspectos, poder viajar al extranjero y poder «defenderse» al entablar conversaciones o poder ayudar a sus hijos y nietos con los deberes del colegio. Son razones simples, pero vitales para ellas. Pilar Villalón comenzó a acudir a las clases cuando se jubiló. «Si quieres viajar tienes que saber algo de inglés y como empecé a tener tiempo decidí apuntarme». Los hijos de Sara Rodríguez ya son mayores, pero en su momento le 'empujaron' a acudir a las clases de inglés. «Ahora me gusta mucho venir, pero la idea era ayudarles con su deberes».