Pautas para aprender a vivir (otra vez) sin mascarilla

D.V.
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La coordinadora del Grado en Psicología de la UEMC, como psicóloga sanitaria, plantea algunas claves para afrontar esta nueva etapa mediante el uso de una técnica para enfrentarse al miedo

Una joven pasea con mascarilla por la calle. - Foto: Alberto Rodrigo

¿Estamos preparados para vivir sin miedo con la retirada de las mascarillas en los espacios interiores? Se trata de una pregunta que muchas personas se realizan en estos últimos días, con la vista puesta en el fin de la obligatoriedad de su uso. Llevamos dos años sonriendo, hablando y besando con los ojos, nos hemos hecho unos expertos en expresar nuestras emociones con los ojos, pero tendremos que volver a besar con los labios, sonreír con la boca y escuchar con los oídos. Es el momento de expresar lo que sentimos de forma objetiva, racional y sin tapujos.

¡Se acabaron las mascarillas! ¿Acaba de leer esta exclamación con júbilo o con angustia? Porque en función de nuestra forma de ser y nuestras circunstancias personales la reacción puede ser muy distinta. ¿Estaremos preparados para vivir sin miedo/vivir sin mascarilla? Para responder a esta pregunta hablamos con Alicia Fernández Parra, psicóloga sanitaria y coordinadora del Grado en Psicología de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) de Valladolid.

"Nos costó acostumbrarnos a las mascarillas, pero tendremos que deshabituarnos de ellas, volver a acostumbrarnos a no llevarlas", asegura Fernández Parra. Es importante tener en cuenta que cada uno va a necesitar un tiempo distinto, ya que los tiempos psíquicos de cada persona son diferentes. Por ello, mientras que la mayoría de la población sentirá alivio y liberación por poder prescindir de la mascarilla, parte de la población no estará preparada en este momento y necesitará más tiempo. "No poder o no querer hacerlo ahora no quiere decir que más adelante se pueda, simplemente necesitará más tiempo... Poco a poco irá enfrentándose a ese miedo reduciendo e incluso eliminando la ansiedad o angustia que le genera", augura la coordinadora de Psicología en la UEMC.

Las personas con baja autoestima han podido encontrar en la mascarilla un refugio donde poder ocultar lo que ellos consideran la imperfección de su rostro, cuando en realidad lo que tienen es una percepción negativa de su autoestima, "sintiéndose inferior a otros y con poca seguridad en sí mismos", destaca la profesora de la UEMC. Así pues, siendo la autoestima el concepto que tenemos de nosotros mismos y no simplemente una imagen bonita de una cara, tenemos que desarrollar nuestras habilidades personales y características psíquicas. O incluso algunas personas, siendo tan expresivos facialmente, les va a resultar difícil el abandono de la mascarilla cuando tengan que tener el autocontrol de las expresiones de sus gestos, como una mirada intimidatoria mal ubicada, una mueca en la boca en un momento equivocado... Pero para todos es de nuevo un aprendizaje, al que nos tenemos que enfrentar sino es por una cuestión es por otra.

La coordinadora del Grado en Psicología de la UEMC, como psicóloga sanitaria, plantea algunas claves para afrontar esta nueva etapa mediante el uso de una técnica para enfrentarse al miedo: la desensibilización sistemática. Se trata de una técnica mediante la cual se pretende aplicar en el proceso de readaptación en la 'desescalada del miedo' a través de tres fases. La primera de ellas, la fase de preparación, busca adoptar una actitud positiva ante la nueva situación, manteniendo la autoestima alta, lo que nos beneficiará en encontrarnos mejor con nosotros mismos. En esta fase aceptamos la emoción 'miedo', es necesario detectar el miedo y entender que es normal tenerlo. Una vez conseguido, hemos de entrenarnos para gestionar el autocontrol emocional, herramienta esencial en nuestra vida. Normalizar y humanizar las emociones reducirá el nivel de ansiedad y tensión emocional.

La segunda fase es la de enfrentamiento, que nos permitirá quitarnos la mascarilla de forma gradual. Primero habrá que comenzar por los espacios abiertos donde no haya absolutamente nadie, después hacerlo en lugares donde estén algunas personas, más adelante en lugares donde haya más gente, para terminar, quitándonosla en interiores, respetando de esta manera la distancia de seguridad. Para ello, Alicia Fernández Parra recomienda practicar técnicas de respiración y relajación, que se convertirán en una fuente de bienestar metal y vital en el momento de la exposición.

La tercera y última fase es la de superación, en la que nos centraremos en los beneficios que tiene la retirada de la mascarilla, como la posibilidad de respirar un aire más puro sin tener una tela en medio o evitar que se irrite la piel. Después podremos aercarnos a lo que éramos antes de la pandemia, interpretando los gestos de la cara de las personas para sentirnos más unidos.

"Dejar ir las mascarillas simboliza el acercamiento a lo presencial y natural, al contacto de nuevo con los demás, a la sensación de libertad", asegura la doctora Fernández Parra. "Es un pequeño pero gran paso a la transición que nos llevará a una situación nueva, incierta, distinta a lo que teníamos, pero quizás gratificante habiendo dejado huella en la sociedad", concluye.