Maite Rodríguez Iglesias

PLAZA MAYOR

Maite Rodríguez Iglesias

Periodista


Gestión de riesgos

30/05/2020

No quiero ser una aguafiestas, pero el cambio de fase en la desescalada me hace cuestionar cómo gestionamos la recuperación de ciertas libertades limitadas por el estado de alarma. La nueva normalidad abre la puerta a riesgos que habíamos blindado con el confinamiento. Y, como apunta el filósofo Daniel Innerarity, el gran tema de este periodo es la «gestión del riesgo», que ve difícil porque ya no es una cuestión de políticos que ordenan o militares que dan ruedas de prensa, sino de cómo la gente es capaz de percibir y gestionarlo individualmente. En esto, cada uno tenemos percepciones distintas conformes con nuestro sexo, edad, condiciones de trabajo o experiencias médicas anteriores.
Por un lado, están los osados, que se citan con amigos o familiares, frecuentan  las terrazas o hacen planes de vacaciones. Y, por otro, están los prudentes, que se mantienen a resguardo del enemigo invisible que ha puesto el mundo que conocíamos patas arriba. Explica Innerarity que el confinamiento radical fue un periodo relativamente fácil de gestionar porque la lógica era binaria: o dentro o fuera y, preferiblemente, dentro. Si preguntabas si podías hacer algo, te decían que no y ya. Pero ahora tenemos que aprender a movernos en una mayor incertidumbre y entramos en escenarios de ensayo y error. El filósofo aconseja potenciar la capacidad cognitiva de la sociedad «porque no nos podemos rendir ante la incertidumbre».
Una incertidumbre difícil de apaciguar porque el presente funciona, explica, como una gran distracción colectiva y sólo hacemos caso a lo más ruidoso. Y el ruido está siendo ensordecedor por el espectáculo político bochornoso de los últimos días. Y el antídoto para distraerse o anestesiarse ante el miedo del futuro incierto está muy a mano. Las terrazas son ahora un oasis de melancolía para no pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor y han conseguido amortiguar hasta el sonido de las cacerolas. Pero la sombra de que estamos empalmando una crisis tras otra hace que sean necesarios mecanismos más complejos, que exigen que no intentemos huir de la realidad. Innerarity abre la puerta a la esperanza y recuerda que la humanidad tiene una gran oportunidad de realizar un aprendizaje al enfrentar esta experiencia inédita en un contexto nuevo.  «Sólo vamos a aprender si realmente hacemos, personal y colectivamente, un ejercicio de comprensión más allá de nuestros prejuicios». Merece la pena intentarlo.