Pósitos y alhóndigas donde guardar el grano

Jesús Anta
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Pósitos y alhóndigas donde guardar el grano

Los abastecimientos han sido una preocupación prioritaria del Concejo de Valladolid (lo que hoy llamamos Ayuntamiento). En la actualidad, la mayoría de los abastecimientos cotidianos los cubren las empresas, pero durante muchos siglos, fueron los ayuntamientos los que se tenían que asegurar que, sobre todo los alimentos, estuvieran al alcance del vecindario. Hablamos del agua, el vino, el pan, la carne, el pescado, etc. Sin olvidar otras demandas, como eran, por ejemplo, la sal, el hielo, o las velas o candelas con las que iluminar el interior de las viviendas. 

De entre todos los productos sobresale, sin duda, el abasto del trigo (y del cereal en general), por la trascendental importancia que tenía el pan en la alimentación de la población. Han sido muchas las protestas del pueblo por las subidas del precio del pan o la carestía de éste. Algunos episodios fueron realmente muy violentos. Así que el Ayuntamiento de Valladolid, hasta muy entrado el siglo XX, tenía que vérselas con frecuencia con los problemas de carestía del pan, a la que ponía remedio con medidas muy duras que en ocasiones incluía la incautación de las panaderías.

Tradicionalmente el grano se almacenaba en alhóndigas, paneras o graneros, dependientes del Ayuntamiento y administrados por el pósito, y han cumplido una función importantísima de acopio de grano para garantizar semilla y grano en tiempos de escasez. Los pósitos han contribuido a evitar hambrunas y a asegurar la siembra en los años de escasez y sequías.

Conviene aclarar que se llamó pósito al edificio donde se administraba y vendía el grano (en ocasiones también tenían un horno panificación –aunque no parece que sea el caso en Valladolid-), y alhóndiga o panera al lugar físico donde se almacenaba el grano y también otros productos, como sal, por ejemplo. Aunque con frecuencia, en Valladolid ambos espacios (pósito y alhóndiga) estaban en un mismo edificio. También hay que indicar que lo normal es que la cesión de grano a panaderos, agricultores y otros particulares llevara implícito la devolución del préstamo en especie con unos intereses (generalmente bajos) que se han conocido como 'creces'.

El abasto del pan ha dejado rastro en la ciudad, y el callejero así lo refleja con nombres como calle Panaderos, Tahonas, Paneras, Troja (depósito donde se almacenaba el grano dentro de la alhóndiga), y Cebadería. Hay que añadir que también en muchos pueblos de la provincia hubo pósitos y alhóndigas, incluso se conservan unos cuantos de ellos. 

En el caso de Valladolid ciudad, la existencia del pósito viene de muy atrás: en diciembre de 1499 el Regimiento encarga a dos regidores «que estudien donde hacer la alhóndiga nueva», (hasta esa fecha no había alhóndiga en la villa), previo permiso de los Reyes Católicos, tal como relata María del Rosario Fernández González en su libro 'Edificios municipales de la ciudad de Valladolid 1500 a 1561'. Se trataba de una iniciativa para tener provisiones de harina para proveer a los pobres en los años de malas cosechas. No obstante, el municipio tardó mucho en construir su propia alhóndiga, por lo que iba alquilando casas donde guardar el grano. Hasta que parece que, por fin, hacia 1528 se construye o adapta un edificio en la plaza de Santa María (actual plaza de la Universidad). Y para administrar la nueva institución se nombra un mayordomo de la Alhóndiga.

En Archivo Municipal de San Agustín, nada más entrar, se expone el arca donde se guardaban los caudales y documentos de dicha alhóndiga. Tiene una placa que dice: «Esta arca es del pósito del alondiga (sic) de esta ciudad de Valladolid. Año de 1742».