La Policía ha desarticulado la banda de ladrones de estancos que venía actuando en Valladolid en el último mes y que cometió violentos asaltos en los que no dudó en amedrentar y agredir a sus víctimas. Aunque por el momento solo se ha detenido al presunto cabecilla, los agentes encargados del caso ya tienen identificados al resto de miembros.

Los investigadores han conseguido situarles detrás de al menos seis robos con violencia e intimidación, cuatro de ellos en estancos. Este era su principal objetivo, tal como adelantaba el pasado 10 de febrero El Día de Valladolid. Primero fueron los establecimientos de paseo de San Vicente (Las Delicias) y calle Alamillos (Batallas), y después llegaron otros en plaza de España, La Victoria y Parquesol. Fuentes del caso apuntan que "no era una banda con un alto nivel de organización", sino que funcionaba al son que marcaba el detenido, un español de origen portugués afincado en Valladolid, que buscaba un par de compinches en cada asalto; "con uno accedía al establecimiento, mientras que el otro vigilaba desde el exterior", detallan.

Los ladrones que entraban al estanco lo hacían con el rostro cubierto con un pasamontañas, uno de los cuales ha sido localizado por la Policía en posesión del presunto cabecilla. No llevaban armas, pero sí simulaban tenerlas, al tiempo que se valían de la intimidación verbal para conseguir sus objetivos; y, si fallaba, no dudaban en emplear la violencia. Tal como detallan fuentes policiales, el modus operandi se repetía en todos los robos, ya que "el autor accedía al establecimiento e intimidaba a los dependientes o responsables para que le entregaran el dinero de la caja registradora y obligaba a los empleados a acceder a la trastienda donde se apoderaba incluso del dinero de las propias carteras de los trabajadores". La frase siempre era la misma: "Dame todo el dinero que tienes en la caja".

Estanco de la calle Alamillos 11. - Foto: Jonathan Tajes

A otra de las víctimas se le colocó detrás del mostrador, junto a la caja registradora y le amenazó con pincharle si no le daba el dinero, para, a continuación, intentar llevarle a la trastienda, iniciándose un forcejeo que acabó con el estanquero con una herida profunda en la región supraciliar, por la que tuvo que ser atendido en el Hospital Clínico.

Otra víctima se negó a darle el dinero y el ladrón reaccionó agarrando por el cuello a una clienta, y dando un puñetazo en la cara a la empleada cuando intentaba salir del local a pedir ayuda.

Obtuvieron un botín de 25.000 euros.