De cuando Pedro y Loli se volvieron al pueblo

M.B
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El Mesón de Pedro en Matapozuelos es uno de los referentes gastronómicos de la provincia, con el pincho de lechazo y el conejo a la parrilla como especialidades

Andrés, en las brasas del Mesón de Pedro. - Foto: Jonathan Tajes

Matapozuelos tiene un Mesón de nombre reconocido y reconocible; de productos de la zona; de tradición familiar; de olor a sarmiento quemado; de amor y sabores de toda la vida; de pinchos de lechazo y conejo a la parrilla... Matapozuelos lleva casi 30 años disfrutando de la cocina de Loli y de Pedro; hoy de María y Andrés, dos de sus hijos. Hoy con un espacio para 340 comensales, muy lejos del medio centenar con el que comenzó allá por 1993, pero con la misma idea.

El Mesón de Pedro es la ilusión de Pedro y Loli, dos vallisoletanos que a principios de los años 90 del pasado siglo se volvieron a su pueblo y decidieron montar un negocio hostelero. «Nunca se habían dedicado a ello, solo por ocio o en casa, donde era habitual que se hiciesen pinchos de lechazo, pero lo tenían en mente y lo hicieron al volver al pueblo», recuerda uno de sus hijos, Andrés, que junto a María y José Luis comenzaron a trabajar con sus padres desde los inicios del negocio, el 18 de julio de 1993.

«Buscamos los productos que podíamos hacer, siempre con esa ilusión de hacerlo bien», añade. Y ahí aparecen sus dos más representativos, el pincho de lechazo y el conejo a la parrilla: «Son las especialidades». Siempre a la brasa de sarmiento. El pincho, como siempre; el conejo, con una salsa especial, «que le da un toque más sabroso».

Conejo a la parrilla en el Mesón de Pedro.Conejo a la parrilla en el Mesón de Pedro.Durante muchos años, Pedro estuvo al frente de la parrilla; y Loli en la cocina.Ahora son María y Miguel, con Andrés ayudando tanto en sala como entre fogones.

El Mesón de Pedro se basa en productos de la zona, en ensaladas sencillas y tradicionales; en embutidos ibéricos, en quesos de Serrada, Mojados, Pedrajas... en croquetas caseras (de atún y huevo, de jamón y de cecina), en sopas de ajo (receta de Matapozuelos, con un poco de tomate) en épocas de frío; en esos pinchos y en el conejo, y en un flan casero, «receta de Loli». 

«Gastronómicamente aquí no hemos cambiado, estamos especializados en lo que sabemos hacer; aunque buscamos mejorar el producto y la forma de servirlo», señalan los hermanos Gutiérrez López. 

Con tres salones (verde, amarilla y rojo) y una terraza para los momentos de mejor tiempo, abre todos los días de la semana (menos los lunes) a la una de la tarde, que es cuando comienzan a arder los sarmientos: «Es la clave, porque la madera le aporta a la carne aromas sutiles y resalta su sabor... por supuesto es de la zona también». Cuando a un asador se le pregunta por el secreto, la respuesta suele ser la misma: el producto, que sea local y de buena calidad: «Luego en los pinchos es importante el corte y el buen insertado de la carne».

Con un tique medio alrededor de los 22 euros (aunque les está afectando la subida de precios en el producto, en algunos casos por su carestía; e incluso en los sarmientos), en el Mesón de Pedro tienen claro quién es el que tiene razón: «El negocio es del cliente y queremos que siga viniendo, con lo que nuestro objetivo es que se vaya contento». Clientes que les llegan de Valladolid pero también de fuera e incluso del extranjero, al estar en una zona muy relacionada con el vino.

«Productos típicos de la zona elaborados de manera sencilla y natural en los cuales se pueden sentir los sabores de nuestra tierra en su máxima expresión», resumen desde un local con mucha historia, tradición gastronómica y familiar, y recuerdos de cuando las familias aún pensaban en volver al pueblo.