Indignación, sorpresa, impotencia y dolor ante la guerra

R.G.R
-

Ucranianos residentes en Valladolid muestran su preocupación por familias y amigos que están en su país. «Tenemos incertidumbre. Nadie sabe qué va a pasar mañana»

Imagen de la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso. - Foto: Reuters

Incertidumbre, incredulidad, sorpresa, rabia, indignación y, sobre todo, dolor, mucho dolor. Las imágenes que han ido llegando desde Ucrania desde la madrugada del jueves han ocasionado una magnánima situación de vacío en el colectivo ucraniano residente en Valladolid. Están viendo como el ejército ruso arrasa sus ciudades, sus barrios y las calles donde aún permanecen algunos de sus familiares y amigos. No entienden qué ha ocurrido y solicitan a la comunidad europea que no permanezca impertérrita ante la invasión de su soberanía nacional. Tienen claro que no se trata de un conflicto que afecta únicamente a los territorios de su país, sino que tienen claro que nadie sabe qué ocurrirá mañana y que la guerra puede extenderse más allá de las fronteras ucranianas.   

Llegaron a España en busca de una nueva oportunidad laboral, pero dejaron allí sus recuerdos, sus vivencias y a una parte de su familia. En 2021 residían en la provincia 281 personas de nacionalidad ucraniana. Una de ellas es Victoria Topova, lleva trece años en la ciudad. Aquí conoció a su marido, Artem, de nacionalidad rusa, y tuvieron a su hijo. «El pequeño es pucelano, pucelano», bromea. «Estaba mi madre aquí y vine a visitarla y me quedé. Conocí a mi marido y hemos formado una familia. El pequeño tiene más vida social que nosotros». 

Relata que su familia, por parte de su madre, reside en una ciudad al oeste de Ucrania. «No hay disparos y de momento están tranquilos. Sí es verdad que la gente está en pánico para la compra de agua, de comida para tener en casa por si acaso». Matiza que, de momento, sí hay alimentos en los supermercados, pero asegura que ya no hay dinero en los cajeros debido a la afluencia masiva de clientes. «No sé si van a traer más alimentos, pero el transporte se mueve. En Kiev está todo cerrado y la gente está en pánico abandonando las casas». 

Se informa a través de Telegram. «No lo miro todo el día porque es muy estresante». La familia de su padre es de Donbass. «Allí mucha gente se ha marchado. Unos a Rusia, otros al interior del país. Cada uno donde tiene la familia. Viven con miedo, no quieren dejar sus casas, no tienen dónde ir, tienen hijos en edad de ir a la mili, les mandan a la guerra y les pueden matar». 

«Al principio, no te lo crees. Piensas que no puede ocurrir. Pero al final Rusia lo ha hecho y sentimos miedo y preocupación, tanto los rusos como los ucranianos. Los que disparan son chicos jóvenes que no quieren. La mayoría de la gente no quiere guerra, queremos vivir felices y ver crecer a los hijos. Bastante han pasado ya nuestros abuelos. Tenemos mucho miedo». 

Natasha Boiko llega 15 años en España y 12 en Valladolid. «Tengo familia en Ucrania y hemos hecho un grupo de whatsapp donde estamos todos. Mis primos nos cuentan que tienen miedo, pero de momento en mi ciudad está todo tranquilo. Las fronteras están en ruinas. Lo más importante son los niños, los mayores, la gente. De momento, están haciendo vida más o menos normal, salen a la calle, pero no hay dinero en los cajeros». Desde aquí, ella está «un poco paralizada» ante la incertidumbre de no saber «qué va a pasar». «Al final nos va a afectar a todos».  

Sandra Boretska llegó a Valladolid con 21 años y tiene 41. Viajó desde Lviv, una ciudad a 50 kilómetros de Polonia. «Llevamos tres noches fatal, casi sin dormir». No descansa en busca de información sobre lo que está ocurriendo. «Vemos a nuestros niños y les vemos sonriendo en el país. Nos dicen que no tengamos miedo con una sonrisa».