Los últimos trashumantes recorren Valladolid

R. Gris
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Un rebaño de unas 2.000 cabras y ovejas ha peregrinado esta semana por las cañadas de la provincia de Valladolid, pernoctando al raso, de camino a los Picos de Europa palentinos en busca de pastos frescos

Los últimos trashumantes recorren Valladolid - Foto: Jonathan Tajes

Cinco semanas. Eso dura el viaje que los pastores de la Asociación Trashumancia y Naturaleza tardan en recorrer el camino que separa Madrid de los verdes pastos de los Picos de Europa. Todos los meses de junio arrancan su viaje con los rebaños de cabras y ovejas. Parten recreando una labor milenaria que se mantiene viva en España solo por parte de un grupo reducido de pastores. Aprovechan las cañadas reales para realizar un recorrido de unos 500 kilómetros. El presidente de este colectivo, Jesús Garzón, es uno de los pocos ganaderos que mantiene viva la tradición y esta misma semana ha recorrido la provincia de Valladolid en su camino trashumante hasta los picos más elevados de la montaña palentina, donde aprovechará los verdes pastos de las enormes laderas durante los meses de la temporada estival. ?

A Jesús Garzón lo acompañan Luis Miguel, el ganadero, César, el pastor profesional, Pedro y Lídia. Ocho mastines y cinco perros de carea se encargan de que el ganado no se disperse nunca. Su día a día no tiene prácticamente ratos de descanso y las jornadas laborales se extienden por espacio de unas 16 horas. Comen y duermen al raso. «Al final cuando te acostumbras no echas en falta para nada la cama. El suelo es mucho más cómodo». Este grupo lleva 26 años pasando por los pueblos de la provincia en estas largas marchas trashumantes dejando en cada localidad, y en cada paraje, unas imágenes para el recuerdo que sacan en muchas ocasiones a los vecinos de sus casas para ver qué ocurre. 

El rebaño se extiende durante varios cientos de metros siempre encabezado por un grupo de unas cien cabras. «Ellas siempre van abriendo camino porque cuando nos encontramos con mucha maleza siempre comen y encuentran un hueco». El paso es lento y pausado, ya que durante estas cinco semanas los animales no se alimentan de nada más que de aquello que encuentran por el camino. 

Los últimos trashumantes recorren ValladolidLos últimos trashumantes recorren Valladolid - Foto: Jonathan TajesLa media diaria termina siendo de unos 20 kilómetros. La salida de Madrid en esta ocasión fue complicada y tuvieron que esperar durante unos días en la sierra de Guadarrama hasta llegar a la provincia de Segovia. Esta semana entraron a Valladolid por Cogeces del Monte y pasaron por varias localidades como Montemayor, La Parrilla, Tudela de Duero, Cabezón de Pisuerga, Trigueros del Valle y la abandonaron por Corcos camino de la provincia palentina. Todos los años realizan el mismo recorrido. Permanecen en Picos de Europa hasta el mes de noviembre, cuando realizarán el recorrido inverso de camino a Extremadura. 

Garzón señala que los vecinos de las localidades a su paso por Valladolid son «muy amables» y recuerda que muchos de ellos han visto pasar los rebaños desde que eran niños. «Nos encontramos algunos casos de personas que nos recuerdan con las ovejas cuando tenían 10 o 12 años y ahora salen a vernos con sus propios hijos. Llevamos con el mismo recorrido más de un cuarto de siglo».

El trayecto viene marcado por las necesidades de agua del ganado. «Hay que darle de beber al menos una vez al día». Los pastores vienen buscando el recorrido que hacen los cauces de los ríos, ya que es casi la única forma de que las ovejas puedan saciar la sed. «Por eso vamos por Tudela de Duero o por Cabezón de Pisuerga».  

estado de las cañadas. Uno de los caminos más usados por este grupo es la Cañada Real Leonesa, que parte de Extremadura y recorre la provincia vallisoletana, aunque no es la única por la que pasan durante su ruta. Garzón critica el hecho de que Castilla y León es un «claro ejemplo» de mala gestión con respecto a las cañadas reales, ya que muchas de ellas no tienen la señalización correspondiente y otras ni siquiera se han respetado y están «prácticamente desaparecidas» ante el empuje de la agricultura. «En algunas ocasiones nos hemos encontrado con problemas porque las cañadas han desaparecido o se han estrechado demasiado». 

Las paradas del ganado están más o menos fijadas al comienzo del día, pero eso no quiere decir que se cumplan. El ritmo lo marcan las propias ovejas y la existencia de pozos de agua o abrevaderos. «Siempre llevamos un ritmo que permita a las más débiles no quedarse atrás». No llevan corderos, ya que programan los nacimientos para que se produzcan fuera de la época trashumante. «Juntamos los machos para que ninguna para por el camino». 

Los días son duros, aunque menos que hace unas décadas. Los cincos pastores que forman el grupo llevan un coche de apoyo que porta todo lo necesario para su rutina cotidiana. Colchonetas para dormir, tiendas de campaña, una red electrificada para que el ganado no pueda escaparse, una bombona de butano para cocinar platos calientes. «Antes se comía únicamente pan, chorizo y queso, pero ahora es muy diferente». Garzón relata que se levantan a las seis de la mañana, justo cuando apunta el sol, y lo primero que hacen es desayunar la leche de cabra que ordeñan del propio rebaño. «Migar magdalenas, que también hacemos nosotros, en la leche caliente con café por la mañana cuando sale el sol en el campo es algo incomparable». 

Después empieza la caminata, que se detiene de nuevo para la comida. «Uno de nosotros se encarga de ir a comprar en las tiendas de los pueblos y luego elige el sitio para comer». Garzón recuerda que la aparición de los teléfonos móviles en la década de los 90 fue un paso hacia delante «impresionante» para la trashumancia. «Podemos comunicarnos y ver dónde paramos. Nunca lo hacemos en el casco urbano de los pueblos. «Si se nos hace de noche intentamos hacer un par de kilómetros más para dormir en el campo y evitar molestias a los vecinos y los perros que haya». Para la higiene personal de los cinco pastores tienen estipulado que cada tres días visitan un hotel para ducharse y asearse. «Los hoteles no ponen ningún problema  porque estamos una hora más o menos». 

Dentro de unas semanas llegarán a los Picos de Europa, donde permanecerán hasta noviembre, cuando regresarán de nuevo a Extremadura y volverán a recorrer durante unos días la provincia de Valladolid, en esta ocasión en un nuevo trayecto que les llevará por La Mudarra y Villalba de los Alcores, entre otros pueblos. Se trata de pastores que han logrado mantener viva una tradición que cuida de la biodiversidad.