Editorial

La crispación política gana enteros en las últimas semanas

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El Congreso de los Diputados vivió ayer una de las jornadas más extrañas de las últimas décadas, al romper la disciplina de voto 11 parlamentarios del PSOE y Unidas Podemos al rechazar el nombramiento de jueces para el Tribunal Constitucional. La razón no es otra que la propuesta del Partido Popular de los magistrados Enrique Arnaldo y Concepción Espejel. Además, los diputados de Vox, Ciudadanos, PNV, ERC, Junts, PDeCAT, Bildu, Más País, CUP y BNG se ausentaron de la votación, al rechazar el reparto de sillones en el Tribunal Constitucional pactado por el PSOE, el PP y UP, y consideran este hecho como un «insulto» a la democracia y una «vergüenza». En la misma mañana, otra bronca parlamentaria se organizaba en la Asamblea Regional de Madrid. La presidenta de la Cámara, la popular María Eugenia Carballedo, retiró la palabra y expulsó a la diputada regional socialista Carmen López, quien había hecho referencia a un supuesto comportamiento ilegal del hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Toda la oposición -Vox, Más Madrid, PSOE y Unidas Podemosabandonó la Asamblea en señal de protesta por la decisión de Carballedo. Por parte, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña dejó a las puertas del juicio oral al expresidente del Parlament catalán, Roger Torrent, y otros miembros de la Mesa de la cámara catalana, al detectar «indicios» de un delito de desobediencia. La crispación en el panorama político nacional y regional va en ascenso y más recuerda a otros regímenes menos democráticos que a un sistema de libertades en Europa. Mal ejemplo el que da la clase política española a la ciudadanía. Cuando los problemas de miles de españoles se encuentran en la subida de precios, la inestabilidad del mercado laboral y la situación sanitaria, los políticos se dedican a protagonizar pataletas de patio de colegio que no van a ningún sitio. El país pasa por unos momentos cruciales que marcarán el futuro a medio y largo de España y la clase política nacional debe estar a la altura y no enfrascarse en batallas políticas que en nada afectan al resto de la sociedad. Más vale que todos los partidos remen en la misma dirección para salir del atolladero, porque, de momento, las previsiones de los datos macroeconómicos revelan que España es la única nación de la Unión Europea que no recobrará el PIB prepandemia a lo largo del próximo año. España no está para fuegos artificiales en las cámaras legislativas, precisa de decisiones valientes que busquen la recuperación económica para que haya mayor bienestar de los ciudadanos. Todo lo demás sobra.