Asfixiados por el surtidor

Óscar Fraile
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Sectores como el transporte de mercancías, el taxi, la agricultura y las autoescuelas viven «al límite» por la subida de la gasolina, que alcanza en febrero su máximo histórico en Valladolid: 1,596 euros

De izquierda a derecha y de arriba abajo, Óscar Baños, Miguel Ángel Aldabas, Álvaro Barrera y Malina Radoslavova.

Llenar el depósito de gasolina es, de un tiempo a esta parte, uno de los momentos más temidos por las economía domésticas. El alza de los precios en los últimos meses ha hecho que un consumidor medio tenga que pagar casi 80 euros cada vez que va a la gasolinera. Según los informes mensuales que publica el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el precio medio del litro de gasolina de 95 octanos en Valladolid alcanzó los 1,508 euros en enero y en la última semana de este mes ya se ha situado en 1,596. Es el precio más alto en la provincia desde que hay registros, por encima de los 1,521 euros de abril de 2012. Lo mismo sucede con el gasóleo A, que a mediados de esta semana se pagaba en Valladolid de media a 1,491 euros, según los datos del Ministerio. También es el récord en la provincia, por encima de los 1,450 de septiembre de 2012.

Una situación que no solo afecta a las economías domésticas. Muchas empresas también viven pendientes del surtidor, especialmente las que dependen de este combustible en su actividad diaria. Quizá las más representativas sean la del transporte por carretera. A finales del año pasado el sector ya amenazó con una huelga antes de Navidad que finalmente se desconvocó al conseguir un acuerdo con el Gobierno que, entre otras cosas, incluía la aplicación de la cláusula de revisión del transporte. Es decir, cuando esta medida entre en vigor, los profesionales del transporte deberán actualizar las tarifas que ofrecen a sus clientes con la evolución del precio de los combustibles y otros materiales, algo que no era obligatorio hasta ahora.

Otro sector muy golpeado por esta situación es el de los taxistas que, a diferencia del anterior, no tiene posibilidad de repercutir esas subidas en los clientes puesto que las tarifas están marcadas cada año por el Ayuntamiento de Valladolid.

Lo mismo sucede con las autoescuelas, que tienen que mantener una flota importante de vehículos en la carretera. Por eso suelen llegar a acuerdos puntuales con distribuidores para conseguir mejores precios, pero eso no logra compensar la fuerte subida del último año. Llenar un depósito de 50 litros de gasolina costaba hace un año una media de 60 euros, muy lejos de los 79,8 euros que se paga ahora. Lo mismo sucede con el diésel, que ha pasado de 55 a algo más de 69. Algunas autoescuelas se han visto obligadas a actualizar sus tarifas para hacer frente a esta situación.

 Los agricultores también están en pie de guerra por este motivo. Tanto es así que la Unión de Campesinos de Castilla yLeón (UCCL) ha convocado una tractorada para este viernes por las calles del centro de Valladolid con la que pretenden protestar, entre otras cosas, por el incremento del precio de los costes de producción, entre los que se encuentra el gasóleo agrícola. Pero no es el único concepto. Según este colectivo, el abono nitrogenado se ha encarecido un 300 por ciento y la electricidad, un 350 por ciento.

Hay más sectores que sufren en esta crisis. Por ejemplo, las empresas de reparto de paquetería y el transporte de viajeros. Todas se desangran por una situación que no parece tener solución a corto plazo. Es más, se podría agravar en función de cómo evolucione el conflicto entre Rusia y Ucrania.

Así las cosas, tanto a los particulares como a las empresas no les queda más remedio que aferrarse a lo poco que pueden hacer para reducir la factura. Una de las posibilidades es elegir bien la estación de servicio en la que repostar, puesto que hay diferencias sustanciales entre unas y otras. Por ejemplo, según los datos del Ministerio, la gasolinera más cara de Valladolid a mediados de esta semana es la situada en el número 36 de la avenida de Salamanca, en La Flecha, de la empresa Repsol. Allí el litro de gasolina de 95 octanos se paga a 1,669 euros, lo que equivale a desembolsar 83,45 euros por llenar un depósito de 50 litros. En el otro extremo se sitúa la gasolinera de La Estrella de Qatar, situada en el número de 17 de la calle Santiago López González, con 1,449 euros. Es decir, llenar allí el depósito cuesta 72, 45 euros.

Cuatro casos

Óscar Baños (transportista): «Llevo 26 años en esta profesión y nunca he pagado el combustible a este precio»

Hace 26 años que Óscar Baños se subió por primera vez a un camión y en este tiempo nunca ha vivido una situación tan complicada. «En 26 años nunca he pagado el combustible a este precio», reconoce. El sector de los transportistas es uno de los más afectados por este encarecimiento, si no el que más. Baños explica que un profesional suele consumir de media unos 4.000 litros al mes de gasoil. Según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica, en enero el litro de este combustible estaba a 1,388 euros, de modo que ese gastos mensual se elevaría por encima de los 5.500 euros. Hay una diferencia de más de mil euros con la situación de hace un año. «Y no solo eso, también hay que tener en cuenta cómo se han encarecido otros materiales, por ejemplo, cien euros por cada rueda», añade. Otro ejemplo es el Adblue, un aditivo cuyo precio también «se ha duplicado». Baños asegura que la única opción para muchos profesionales es repercutir la subida en sus clientes, pero reconoce que es muy complicado hacerlo con toda la intensidad que se ha encarecido el gasoil. Así que, según él, muchos se están resignando a trabajar con el único objetivo de reducir pérdidas. «Tener un camión parado genera muchos costes, pero lo cierto es que estamos rodando a pérdidas», asegura.

Una de las grandes esperanzas del sector es la cláusula de revisión de precios del combustible, uno de los acuerdos que sirvió para que los transportistas desconvocaran la huelga que estaba prevista en las pasadas fiestas navideñas. «Es algo que no nos va a solucionar la vida, pero algo aliviará la situación», concluye este profesional.

Miguel Ángel Aldabas (taxista): «Hay muchos compañeros que han empezar a ir a gasolineras 'low cost'»

Llenar el depósito es uno de los momentos más dolorosos para Miguel Ángel Aldabas desde el punto de vista profesional. Este taxista lleva diez años en la profesión y ahora vive uno de los momentos más delicados, después de una pandemia que puso contra las cuerdas a los profesionales del transporte. «Fue un hachazo que provocó una caída de entre el 50 y el 60 por ciento de la facturación», señala. Aparte de que él, durante los tres primeros meses de la pandemia, decidió quedarse en casa y renunció a tener ingresos para evitar el riesgo de contagio.

Ahora la gasolina amenaza con ser la puntilla. «Siempre que voy a repostar lo hago para llenar el depósito y ayer pagué 54 euros, frente a los 40 o 41 que me costaba hace un año», asegura. Un precio que consigue en una gasolinera de bajo coste, a las que, según él, han tenido que recurrir muchos profesionales del sector que antes las evitaban porque consideraban que los combustibles que utilizan tienen demasiados aditivos. Pero para él, respecto al rendimiento, no hay variaciones en comparación con las estaciones de servicio 'tradicionales'. Con todo, reconoce que en su trabajo es muy importante estar atento a los precios y tener identificadas qué gasolineras son las más económicas.

Uno de los problemas que tienen estos profesionales es que no pueden repercutir este incremento en las tarifas, porque estas están marcadas por el Ayuntamiento. «Son las que son, y el 1 de enero solo subió cinco céntimos la bajada de la bandera y un céntimo el kilómetro», sostiene. Aldabas tiene un coche híbrido, pero asegura que la tecnología eléctrica pura no ha calado entre los taxistas porque «no hay vehículos que ofrezcan suficiente autonomía».

Álvaro Barrera (autoescuela Cum Laude): «Tenemos 16 coches y tres motos y el gasto en gasolina ha subido 2.000 euros al mes»

El alza de los carburantes también ha puesto contra las cuerdas a Álvaro Barrera, responsable de la autoescuela Cum Laude, situada en la calle Penitencia y en el paseo de Farnesio. Este negocio cuenta con 16 turismos y tres motos y el encarecimiento de los últimos meses ha supuesto que tenga que incrementar el gasto en gasolina en unos 2.000 euros al mes. «La gente dice que cuesta mucho sacar el carné de conducir, pero nosotros tenemos muchos gastos fijos y unos márgenes comerciales muy pequeños», señala Barrera, quien añade que «mantener 19 vehículos constantemente en la calle es una locura». Esta autoescuela tiene un acuerdo con una distribuidora de combustible para acceder a un descuento «de unos céntimos», pero ni eso sirve para aliviar la sangría del surtidor. «Después de cinco años sin tocar los precios, hemos tenido que subir un euro las prácticas porque esto es insostenible», dice el responsable de Cum Laude.

La subida de la gasolina y otros gastos que tienen las autoescuelas ha obligado al responsable de Cum Laude a pedir un crédito ICO de 65.000 euros «para poder subsistir».  Barrera descarta, de momento, invertir en la movilidad eléctrica porque considera que «no es rentable todavía». Para él, aspectos como la autonomía y las estaciones de carga todavía tienen mucho margen de mejora. Así las cosas, y aunque Barrera se considera una persona optimista por naturaleza, este caso es una excepción para él. Sobre todo en lo que se refiere a la evolución de los precios a corto y medio plazo. «Tengo solo 36 años, pero por mi experiencia sé que si ha subido tanto, ya no va a bajar, al menos hasta los 0,60 euros de hace 20 años», finaliza.

Malina Radoslavova (agricultora): «El año pasado pagaba el litro de gasoil a 83 céntimos y ahora está el doble de caro»

Malina Radoslavova nació en Bulgaria, pero vive en España desde hace 18 años, y los dos últimos se ha dedicado a la agricultura en Mayorga. Ella utiliza gasoil agrícola para su tractor, el que se conoce como gasóleo B, que tampoco ha escapado a la subida de precio de los últimos meses. «El año pasado lo pagaba a 83 céntimos y ahora está el doble de caro», asegura. Radoslavova suele hacer pedidos muy grandes de combustible, porque así ahorra dinero. Y porque lo necesita, ya que su tractor consume mucho, unos 40 litros cada hora. «Tiene un depósito de 350 litros y cuando voy a arar siete hectáreas vuelvo sin combustible», añade esta agricultora, que tiene una explotación de 130 hectáreas.

Además, este año tiene miedo de que todo el trabajo que está haciendo y el dinero que está invirtiendo en sus tierras no sirva para nada porque la sequía que sufre Castilla y León está trayendo de cabeza a todos los profesionales del campo. «Necesitamos agua porque, como no llueva, no vamos a poder cosechar... los agricultores estamos asfixiados», se lamenta.

Además, hay que tener en cuenta que el precio del combustible no es lo único que ha subido. Radoslavova explica que el abono de sementera cuesta ahora el triple que hace unos meses.

Ella reconoce que no suele estar pendiente de los precios y paga lo que corresponda cada tres meses, aunque suele hacer pedidos muy grandes porque así le resulta más económico. «El diciembre encargué 2.000 litros, aunque durante la pandemia llegué a pedir hasta 5.000», señala. Esto supone desembolsos que están por encima de los 4.000 euros.