Bálsamo popular con el Quijote de fondo

M.B
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José María y Miguel Ángel de la Cal nos descubren algunos de los secretos del Restaurante Autopull Fierabrás, con sus croquetas, sus torreznos, su arroz con bogavante, sus huevos quebrantados y sus famosas tablas

Clara, en la cocina del Restaurante Autopull Fierabrás. - Foto: Jonathan Tajes

El nombre, la decoración, algunos platos... Entrar en el Restaurante Autopull Fierabrás es adentrarse un poco en la novela 'Don Quijote de la Mancha'. El local cumplirá 18 años abierto en la calle Marqués del Duero, 8, cerca de la Antigua, Paraíso o la plaza de la Universidad el próximo 28 de diciembre. Siempre con el personaje de Miguel de Cervantes como una de sus principales referencias. 

El nombre viene del famoso bálsamo que, en boca de don Quijote, mitigaba cualquier problema de salud. 

El local está decorado con cuadros, pinturas e incluso dos grandes estatuas –una en la entrada y otra en el comedor– del ingenioso hidalgo o relacionado con él.

Y cuatro de sus famosas tablas (que siguen siendo uno de los platos más requeridos) llevan nombres de personajes de la obra: Pandafilando, Sabio Frestón, Amadis de Gaula y Princesa Micomicona.

«Nos parecía un personaje muy español y una forma de tematizar el local», señala JoséMaría de la Cal que, junto a su hermano, Miguel Ángel, llevan esos 18 años al frente del establecimiento. Ambos son de generación hostelera, ya que empezaron junto a sus padres, Tete y Pilar, en el Tete, en la calle real de Burgos, que luego fue el Universitario, donde celebraron algunas de las principales fiestas de la cerveza por San Alberto (15 de noviembre). De allí pasaron al Ermitaños, bar de cervezas y copas; para luego ponerse al frente del Santa María. 

En 2004, tras ver cómo los locales autopull (en los que se puede encontrar el grifo de cerveza en la mesa para autoservicio) empezaban a aflorar, se decidieron por el primero en Valladolid, «siempre que fuese acompañado de comida». Fueron los primeros y ahora son los únicos: «Con la pandemia tenemos los grifos cerrados, pero en breve volveremos a abrirlos, siempre de la mano del grupo Heineken». Se ubicaron en un amplio local donde años atrás se encontraba el Blue, el Escudo 2 o el Asador del Duero.

Comenzaron apostando por las tapas y las raciones, aunque pronto introdujeron en su carta las famosas tablas (una mezcla de productos presentados en una tabla de madera). Cuentan con cinco, que van desde 18,95 euros por persona a 20,90. También tiene un menú del día, que es el que mejor funciona al mediodía, con nueve primeros, nueve segundos, más pan, bebida y postre casero, por 13,90 de lunes a viernes, y por 18,90 los fines de semana, donde añaden platos como paella de marisco o chuletillas de lechazo. Las noches son más para las raciones, esas tablas o los menús de grupo.

«Nuestra cocina es tradicional castellana y popular. Porque creo que somos un sitio muy popular», señala José. Parte de esa popularidad les llega con la caseta en fiestas (de hecho, esta semana estarán solo en ella y cerrarán, por primer vez, su restaurante) ya que son uno de los veteranos, destacando por la chapata de rabas: «La metimos a los dos o tres años y ahora es una referencia». Como lo son las croquetas caseras, los torreznos (que hacen al horno, loncheados y más jugosos), el arroz con bogavante o los huevos quebrantados («los llamamos así»).

Entre sus menús hay uno asturiano, con chorizo a la sidra, pastel de cabracho, cachopo para compartir, arroz con leche casero o queso de cabrales, sidra y café incluidos por 24 euros/persona.

Abiertos todos los días del año, menos los martes por la tarde en estos momentos, tienen una capacidad para un centenar de comensales. Fueron de los pocos que en el confinamiento más duro apostaron por la comida para llevar desde el primer momento y en breve abrirán un nuevo local en Mucientes: «Una bodega-parrilla con amplia terraza».