El rey de los caracoles

M.B.
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El Bar Poli lleva más de 25 años abierto en Pajarillos, ofertando todos los días el plato que le ha dado fama. Pero allí hay más, como callos, mejillones, oreja... y muchas opciones por encargo

Anselmo Alonso, en la cocina del Bar Poli. - Foto: Jonathan Tajes

«Un día vino un señor que llevaba redes sociales y nos preguntó que si podía darnos un poco de publicidad. Así surgieron estas pegatinas. Salió de él», explica Anselmo entre cañas, cafés, pinchos de tortilla e idas y vueltas a su cocina, donde prepara a fuego lento una fabada para ese día. Anselmo Alonso habla de las pegatinas que se pueden encontrar en el Bar Poli, su 'casa' desde hace un cuarto de siglo, en las que se lee 'El rey de los caracoles'.  

«Los tenemos todo el año», matiza a la hora de hablar del plato que le ha dado fama y por el que recibe visitas de todos los barrios de la ciudad, «y de mucha gente que vive en urbanizaciones y nos llama para llevárselos en tuppers».

El secreto de sus caracoles pasa por la limpieza, que hacen ellos mismos, y la cocción, «para que queden en su punto». Hace poco calculó que puede vender al año unos 1.500 kilogramos, «aproximadamente». Los despacha en raciones, a 10 euros cada una; y en esos tuppers para llevar, por 8,5: «Un poco más barato porque nos evitamos la limpieza del plato». 

Los caracoles del Poli.Los caracoles del Poli.Pero el Bar Poli no solo es el rey de los caracoles. También destacan sus callos, «caseros»; sus mejillones en salsa o en vinagreta; su solomillo con pimientos y champiñones; su oreja a la gallega o su tortilla de patatas, entre otros manjares.

El pasado diciembre cumplió 25 años abierto en el barrio de Pajarillos. Primero en un local enfrente del actual, en la calle Martín Pescador, 2, a donde se mudó hace seis años y medio, en septiembre de 2016. 

Anselmo Alonso y Encarna Cordero están al frente de este negocio. Anselmo había trabajado en Panero, donde aprendió el arte de la cocina; en Tito, en Dacota y en algún otro restaurante: «De siempre, desde los 15 años he estado en hostelería». Y tras tener el Bar Americano, donde destacaba el pincho moruno, «¡a 50 pesetas!» y Los Robles, le surgió la opción de venirse a esta zona y abrió el Poli: «Al principio, vendíamos mucho marisco, tanto en barra como para llevar; pero con la llegada del euro tuvimos que hacer cambios».

En 2016 tuvo la ocasión de mudarse de local, al actual, más amplio y con la posibilidad de contar con terraza y no lo dudó: «Desde que nos vinimos para aquí, empezamos a tener más clientela y a tener más aceptación con los caracoles». Llevaban con ellos toda la vida, como los callos, pero aquí es donde le convirtieron en ese rey: «Los hacemos como los de la abuela, con jamoncito y huevo al final».

Le llegan de Zamora y ellos se encargan de limpiarlos y prepararlos para la cocción: «En 45 minutos están cocidos, mientras que la salsa se puede tardar una media hora más».

Con una capacidad para unos 16 comensales sentados, que suelen separar con un biombo de la concurrida barra, el Bar Poli, que abre de 10.00 a 15.30 (en función de comidas puede estar más tiempo) y de 19.00 a 22.00 horas, tiene, además, diferentes platos de encargo: lechazo, rabo con patatas, potaje, fabada, carrillera de ternera, cocido, manillas de lechazo con tomate: «Mínimo para cuatro comensales y que nos llamen el día anterior o mejor un par de días antes».

Anselmo y Encarna mantienen la esencia del bar de toda la vida, de vermú, de vinos, de chatos... de parroquianos pasando el rato: «Y con una tapa de jamón serrano como regalo por consumición, algo que venimos haciendo desde hace muchos años, casi de los primeros en hacerlo... y al corte, recién cortado»; y a eso le han dotado de un punto más con comida casera de toda la vida, como los callos, el cocido, la fabada o sus caracoles, que por algo le pusieron el nombre del rey.

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