El poder adquisitivo de los vallisoletanos se desploma

Óscar Fraile
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Los trabajadores sufren el mayor desequilibrio en lo que va de siglo entre las subidas salariales y el incremento de los precios

Varias personas hacen la compra en una carnicería de Valladolid. - Foto: J.T.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció esta semana la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta los 1.080 euros en un discurso en el que denunció la pérdida de poder adquisitivo que han sufrido los españoles en los últimos años. Una pérdida que se ha disparado en los dos últimos ejercicios, como consecuencia de una serie de factores, entre los que destacan la pandemia y la guerra en Ucrania.

Entre 2020 y 2021 los vallisoletanos han perdido más de diez puntos de poder adquisitivo por el desequilibro que se ha producido entre la subida de los precios y la de los salarios. Concretamente, el primer año de pandemia se cerró en la provincia con alza interanual de un 7% del IPC, aunque las subidas salariales pactadas en los convenios colectivos se quedaron en el 1,14%. Una dinámica que se repitió el año pasado, con un incremento provincial de los precios del 6,5% frente a una revalorización de los salarios del 2,03%, según los datos del Ministerio de Trabajo.

La pandemia ha supuesto un punto de inflexión a un periodo de  unos ochos años marcados por un IPC moderado y por la contención de los salarios, aunque en ocho de los nueve años previos a esta crisis los trabajadores disfrutaron de ligeras mejoras de su poder adquisitivo. Sin embargo, todo ha saltado por los aire en 2020 y 2021 con una escalada de precios que ha sido especialmente pronunciada en los alimentos, los combustibles y los suministros.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la electricidad, el gas y otros combustibles se encarecieron un 51,4% en Valladolid en 2021. Los alimentos y las bebidas no alcohólicas subieron un 3,7%, más del triple que los salarios (+1,14%), mientras que la vivienda lo hizo un 4,7%. El alza de los precios de otros productos también estuvo muy por encima del crecimiento de los salarios. En lo que se refiere al año pasado, se repitió la misma tónica, pese a que los suministros bajaron un 6,8% por la excepción ibérica, que permite limitar hasta finales de este año el precio del gas que se utiliza para producir electricidad. En cambio, los alimentos y bebidas no alcohólicas subieron un 16,7%, muy lejos del 2,03% que subieron los sueldos. Un porcentaje que también se queda lejos del 8% de subida de los artículos del hogar, del 7,9% de los precios de restaurantes y hoteles, el 11,3% del precio de adquisición de vehículos, del 14% de los paquetes turísticos, el 5,8% del tabaco, el 4,4% del ocio y la cultura y del 4,3% del transporte.

Otro producto de primera necesidad que se ha disparado este año como consecuencia de la guerra de Ucrania es el combustible. A principios de 2020 el litro de gasolina de 95 octanos se pagaba en Valladolid a 1,181 euros y a finales del año pasado estaba a 1,6 euros. Es decir, un 35,4% de subida. En ese mismo periodo, el diésel ha pasado de 1,077 a 1,684, un 56,3% de subida. O, lo que es lo mismo, un ciudadano ha pasado en este periodo de pagar 59 euros por llenar un depósito de 50 litros de gasolina a desembolsar 80. En el caso del diésel, de 53,8 a  84,2 euros, aunque a los precios de finales de 2022 hay que descontar la bonificación del 20 céntimos por litro que aplicó el Gobierno a estos productos y que desde el 1 de enero ya no está vigente.

Así, teniendo en cuenta los datos de 2020 y 2021, los vallisoletanos se enfrentan a la mayor pérdida de poder adquisitivo desde 1999, último año en el que el Ministerio de Trabajo ofrece datos provinciales sobre las subidas pactadas en los convenios colectivos.

Las causas

Aunque hay factores externos que, indudablemente, han contribuido a esa pérdida de poder adquisitivo, los sindicatos consideran que esa brecha se podría haber mitigado sin la «cicatería» de las empresas. «Especialmente en Valladolid, tenemos una patronal de los años 60», se queja el delegado provincial de CCOO, Raúl García Agudo. La media de la subida salarial pactada el año pasado en los convenios de la provincia fue el 2,03%, frente al 2,78% de la media nacional. «Hay que generar confianza y repartir beneficios con los trabajadores, cosa que nunca se ha hecho aquí», añade el sindicalista, quien se felicita por la subida del SMI, «que va a beneficiar, sobre todo, a jóvenes y mujeres». Por su parte, el secretario de Acción Sindical de UGT, Raúl Santa Eufemia, considera demostrado que las empresas han tenido un importante volumen de clientes durante campañas concretas, como las de Navidad, «y esos beneficios no se están traduciendo en un reparto entre los trabajadores y sí en subidas de precios».