Qué contraste. 1.500 empleados públicos, convocados por CCOO, UGT y CSIF, salieron a la calle el miércoles para exigir que la Junta cumpla con los compromisos pactados el pasado mayo. Al mismo tiempo en Cataluña, no en otra galaxia, no en un universo paralelo, los sindicatos se suman a la huelga nacionalista. De modo que en Castilla y León siguen más o menos en las trincheras históricas y en Cataluña aplauden al golpismo. Bien. A mí me provoca náuseas verles desfilar con supremacistas y reaccionarios. Junto a tipo como Quim Torra, admirador confeso, feliz y orgulloso de sicarios como los hermanos Miquel y Josep Badia, protonazis, asesinos y torturadores. Me angustia y me aplana asumir que los sindicatos de clase van de la mano de una organización, Omnium Cultural, fundada en 1961 por un franquista de la primera hora como Fèlix Millet i Maristany y un fascista como Joan Baptista Cendrós. Con una gente, por cierto, que entre otras hazañas cuenta con la de haberle negado a Josep Pla el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes. Pero ahí los tienen. Sonrientes a la vera de quienes siguen los pasos de George Wallace, el infame gobernador de Alabama que juró desobedecer la sentencia del Tribunal Supremo que garantizaba el derecho a estudiar en la Universidad de los estudiantes negros. En 1963 Wallace trató de evitar que pudieran entrar a la universidad de Alabama y el presidente Kennedy envió al fiscal general y, de paso, tomó el control de Guardia Nacional del Estado. Un año antes, en Mississippi, cuando los oficiales locales también invocaban su soberanía, la soberanía del Estado, los votos de los habitantes de Mississippi, para no acatar las sentencias de los tribunales, les recordó que «en un gobierno de leyes y no de hombres, ningún hombre, por prominente o poderoso que sea, y ninguna mafia por rebelde o populosa, tiene derecho a desafiar a un tribunal de justicia». Qué pena tener que recordar semejantes obviedades, qué triste todo.mxo.