«La lista única de ADN ha quedado en el olvido»

A.G.M.
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Julia Martínez nació en diciembre de 1973 en el Hospital Provincial. Su madre dio a luz a dos bebés, pero uno se esfumó. El hermano de Susana murió en 1978 en el Clínico entre versiones contradictorias «a las 14 horas de nacer sano»

Julia, cuando tenía cuatro años. - Foto: D.V.

Julia tiene 45 años. Susana, 38. Las dos son hermanas de bebés que, presuntamente, fueron robados en los años 70 en el Hospital Provincial y el Clínico. No tienen dudas de que aquello que cuentan que vivieron sus madres encaja a la perfección con las decenas de historias que se han ido conociendo desde que, en 2011, se empezaron a conocer este tipo de casos de aquella España de finales del Franquismo. También con otra veintena de Valladolid, en hospitales públicos y en centros privados. Por esa fe ciega en que hay un hermano suyo por ahí sin saberlo, no han abandonado una lucha que esperan que se reactive ahora con las medidas que dice el Gobierno que quiere implementar para aclarar los oscuros episodios de los niños robados. Gemelos que, como el de Julia, se esfumaban; hermanos que, como el de Susana, morían en lo que ellos califican como «extrañas circunstancias».
Las dos están en la encrucijada de no saber qué pasos dar, porque no tienen ni papeles con los que ir a la Fiscalía. «Este verano yo estuve intentando hacer averiguaciones, pero me mandaban de un lado a otro y no conseguí nada», explica Julia Martínez, quien ha llegado a contactar en dos ocasiones con el ginecólogo que asistió a su madre en aquel parto de diciembre del 73,  el doctor Víctor Zurita. «La primera vez, en 2011, se mostró muy seguro y me dijo que no iba a hallar nada, porque el archivo del Provincial se había perdido en el trasvase hacia el Hospital Clínico. Pero este verano le volví a llamar y le noté que estaba muy a la defensiva», recuerda esta joven oriunda de Tudela de Duero y que hace tres décadas emigró con su familia a Gandía (Valencia).

EL CASO DEL DOCTOR VELA

De una llamada a otra, en siete años, han pasado cosas, entre otras, aquella sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid que daba por probado el robo de un bebé por parte del doctor Vela, quien eludía la condena porque el delito había prescrito, pero al que se señalaba públicamente como un miembro de la presunta trama de los niños robados. «Yo no sé ni qué camino debo seguir ahora, porque se nos prometió una lista única de ADN, pero ya ha quedado en el olvido», reconoce Julia.
Ella, en cambio, tiene claro que su gemelo está por ahí y que en el Hospital Provincial de Valladolid ocurrían sustracciones de bebés, dadas las coincidencias con otros casos, también de nacimientos múltiples, de esos años 70. «Mi madre sabía lo que era un parto», recuerda Julia, ya que su hermano mayor había nacido cuatro años antes, «y ella ha dicho siempre que aquello fue todo muy raro». «Nos ha contado que estaban el médico, la matrona y unos estudiantes, y uno de ellos comentó en voz alta que había dos cabezas, que eran gemelos. Entonces es cuando el médico manda fuera al grupo de estudiantes y les dice que el parto estaba muy verde, pero no pasa ni un minuto y entran nuevamente el médico y la matrona. Al poco, mi madre nota que sale un bebé y ve que se llevan algo enrollado en toallas. Vuelve a tener dolores, ella nota que sale otro bebé y también se lo llevan. Mi madre empieza a preguntar que si es niño o niña, no le hacen caso y, al final, consigue que el médico le conteste. Eso sí antes de decir el sexo, le preguntó que si lo que tenía era niño o niña. Al responder que era un varón, el médico le dijo que era una niña; yo», relata Julia a El Día de Valladolid.
Esta mujer está convencida de que lo que allí ocurrió tuvo que ser una especie de parto a la carta: «Yo creo que nacimos niño y niña, y que cuando averiguaron que mi madre ya tenía un niño, debieron decir ‘les dejamos a la niña y nos quedamos al varón’», elucubra. «Mi madre preguntó al médico que porque habían dicho que eran gemelos y el médico le explicó que eran estudiantes y que lo que ella había visto llevarse de la sala no era más que un simple bulto, en una toalla, eso sí», añade Julia.

A UNA FOSA COMÚN

El caso de Susana Marcos se remonta al 1 de marzo de 1978, cuando nació el que creen que fue el primogénito de su familia (luego llegaron ella y su hermana pequeña). Fue en el recién estrenado Hospital Clínico, a donde se trasladaron desde su Alaejos natal: «Mi madre quiso dar a luz en el Clínico en vez de hacerlo en el consultorio del pueblo. Llegó, la tuvieron esperando y de repente la metieron a quirófano y la sedaron. Cuando se despertó, hubo diversas versiones sobre si el bebé estaba, de si había nacido o de si se había muerto poco después. Esto fue a las diez de la noche, a las doce de la mañana del día siguiente, a las catorce horas del parto, de nacer sano, llegaron de repente y a mi padre le dieron un cadáver y, no sé por qué, le dijeron que lo tenía que enterrar en una fosa común de El Carmen», recuerda Susana, que hoy tiene 39 años.
Su madre ha intentado buscar papeles que atestigüen sus más que fundadas sospechas, pero «no ha podido encontrar ni uno en el que hubiese constancia del parto ni, por supuesto, del bebé». «Toda la documentación ha desaparecido o bien porque al informatizar los datos de pacientes del hospital lo hicieron solo desde una fecha o porque no existe ni un documento que certifique que ese día nació un bebé y que murió horas después», relata Susana, quien apunta que su madre llegó a ir al Anatómico Forense «porque se suponía que le debían hacer una autopsia, para averiguar la causa de la defunción, pero de eso tampoco hay ninguna constancia». Incluso acudieron al cementerio de El Carmen, pero «ese día se enterró a varios recién nacidos, todos en una fosa común y de los que solo se apuntaba era el sexo» y que, «al cabo de unos años, metieron esos restos en un osario».