El último secreto del crimen de la Circular

A. G. Mozo
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La investigación trata de desentrañar la incógnita de quién pudo filtrar al 'dentista' la ubicación y contraseña de la caja fuerte. Las dudas se ciernen sobre la nuera de María, pero ambos lo niegan

El último secreto del crimen de la Circular - Foto: Jonathan Tajes

La Policía tiene claro quién fue el ideólogo del asalto a la vivienda de María Aguña, quiénes fueron los sicarios que ejecutaron el plan y acabaron matando a la vecina de la Circular, quiénes vigilaron la casa, quiénes conducían los coches, dónde y cuándo se planeó... Todo se ha desentrañado a lo largo de una minuciosa investigación de más de un año a la que solo le queda por desvelar la última incógnita y, con ella, cerrar la Operación Mariya: ¿Quién filtró al presunto cabecilla la información de que en ese piso había «mucho dinero», dónde se escondía la caja fuerte y cuál era la contraseña? ¿Quién avisó a María de que le llevarían un paquete para que abriera la puerta?

Este es el último secreto que se guardan los implicados y para el que los investigadores y las acusaciones aparece como principal sospechosa la nuera de María Aguña. «La única persona de la familia que mantenía relación con Rubén  –el empresario dental acusado de planear el robo– era la nuera», aseveran las fuentes consultadas por El Día de Valladolid, que recuerdan que solo la familia, «y no todos», sabían que allí había más de 200.000 euros, así como las férreas medidas de seguridad que adoptaba la víctima. Pero no hay pruebas de la filtración y tanto el ‘dentista’ detenido como la nuera investigada niegan todo.

En cambio, sí existen indicios suficientes como para hacer que esta mujer declarase ante la Policía y que vuelva a hacerlo ante la juez del caso, tal como avanzan que van a pedir las acusaciones personadas en la causa. Ella misma reconoció a la Policía «los contactos con Rubén A.R., que se conocen e, incluso, que ella había estado en su casa». El análisis de sus móviles también desvela que hablaron entre sí «en el periodo cercano a los hechos» y que fueron «varias» las llamadas, algo que no encajaría con la tesis defendida por él, el pasado lunes en el Juzgado de Instrucción 3, de que era solo una clienta de su clínica. 

INVESTIGADA

La nuera de María Aguña fue citada a declarar hace un mes como investigada –para que acudiese con un abogado– en Comisaría, pero el interrogatorio ante el Grupo de Homicidios no despejó muchas dudas. Admitió ese vínculo con el protésico dental, pero poco más. No fue detenida, ni tuvo que acudir al juzgado, algo que parece que ahora sí ocurrirá.

Por su parte, Rubén A.R. efectuó el lunes su primera declaración por el caso después de que, en diciembre, al ser detenido, optase por no hablar. Ahora, sabiendo ya que dos de los seis supuestos sicarios detenidos en la Operación Mariya le han delatado y qué pruebas presentó el Grupo de Homicidios a la juez, habría tratado de justificar todos los encuentros con los autores materiales del crimen y enmarcar su relación con el grupo de búlgaros en la de un encargo de una obra en un local del barrio de Las Delicias.

De este modo, el empresario dental les habría ‘convertido’ en un grupo de albañiles ante la juez del caso, negando estar al tanto de su plan para asaltar a María Aguña y, por supuesto, rechazando ser el cabecilla del golpe, que es el lugar que le otorga la investigación y por lo que lleva casi tres meses en prisión. Es más, hasta acusó a sus supuestos compinches de haberle extorsionado y amenazado porque acabó cancelando la obra que les iba a encargar.

Dijo que conocía a Arso A.I., el teórico líder del grupo de sicarios, también por ser un cliente de su clínica dental y que fue a través de este hombre como contactó con el resto de miembros de la supuesta banda, reconvertida por él en una cuadrilla de albañiles compuesta por Gabriel M.K., Anton A.M., Emil A.M. y Gabriel E.K. (el último de los detenidos, en plena fuga europea).

La investigación le sitúa en un encuentro con todos ellos en el que asegura que les encargó la obra de reforma de ese local de Las Delicias, un trabajo que, según declaró, anuló unas horas después porque su hermano le habría ofrecido un local de La Rondilla que había sido una clínica veterinaria. Pero lo que para Rubén A.R. fue un contacto con unos albañiles, para dos de los búlgaros (y para los investigadores) fue una reunión en la que se planeó con todo lujo de detalles el asalto del número 9 de la plaza Circular, un piso en el que les habría dicho que había «mucho dinero». Más de 200.000 que guardaba esta mujer de 73 años y otros 300.000 que el único hijo de la víctima –el marido de la investigada– encargó llevar a un empleado justo un día antes del asalto –el 16 de octubre de 2018– «tras una discusión con su esposa», tal como detallan fuentes del caso, que apuntan que ese dinero apenas estuvo unas horas en el piso ya que «el hijo se lo volvió a llevar por la tarde».

LA COINCIDENCIA DEL DÍA 16

Y justo es ese mismo día 16 cuando se produce ese encuentro con el grupo de ‘albañiles’ búlgaros en el que, tal como han declarado dos de ellos, «el ‘español’ –es como se refieren al empresario– les cuenta dónde está la caja fuerte y cuál es la contraseña», mientras que quedó en el aire el escondite de la llave, un detalle que solo conocía la víctima y que se llevó consigo, pese a los golpes. Rubén negó todo ante la juez, igual que discutiese luego con los búlgaros porque no se creyese la versión de que habían fracasado en el robo de la Circular y que pensase que le querían engañar. Negó todo.  También que alguien de la familia le filtrase los datos clave para el asalto, una información convertida ya en el último secreto del crimen de la Circular.