Valladolid apuesta por las terrazas en zonas de aparcamiento

M.B
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«Renovaremos la licencia. La incertidumbre por la situación hace que mucha gente aún no entre en nuestros interiores», señalan la mayoría de los establecimientos de hostelería que cuentan en la ciudad con esas mesas habilitadas por la pandemia

Mario Revilla, del café bar Litoo; Rocío Palmero, en su terraza del Sáhara, en Conde Ribadeo; César Chacón, del Bar Pecuniam en el barrio de La Victoria; Kiko, con la terraza del Café & copas Murmullo, en Núñez de Arce. - Foto: J.T.

Tienen de plazo hasta el próximo 31 de enero para renovar la autorización concedida el pasado año. Pero muchos, por no decir la mayoría, ya tiene tomada la decisión: «Queremos seguir con ellas». Es el sentir de muchos de los 144 establecimientos hosteleros vallisoletanos que disfrutan desde mediados de 2021 de terrazas en plazas de aparcamiento en la capital.

Para ponernos en antecedentes hay que remontarse a abril del pasado año, trece meses después de la eclosión del SARS-CoV-2 en España. El Ayuntamiento de Valladolid aprobó ese mes un decreto para flexibilizar la implantación de terrazas en la vía pública y facilitar «en la medida de lo posible» su instalación a aquellos hosteleros que en aquel momento no disponían de ella. Se buscaba dar un poco de aire a un sector acuciado por la crisis económica derivada de una pandemia que les mantuvo cerrados muchos meses. Así se autorizaría, previa solicitud, la ocupación por estos establecimientos de hostelería y restauración de un máximo de tres plazas de aparcamiento en la zona de estacionamiento, si dispone de ella, más próxima a la fachada de sus locales.

En el caso de aquellos que contaban con terraza ya autorizada solo se permitiría «la ocupación de la zona de estacionamiento en la medida en que ello sea necesario para recuperar hasta el cien por cien del aforo original de la terraza manteniendo la separación impuesta entre mesas y sin que sea compatible con la autorización preexistente de veladores».

Conclusión. El Consistorio recibió un buen aluvión de peticiones, saldadas con 144 autorizaciones, que fueron ocupando, con palés, acolchados, estructuras de madera... (todo ello bajo su coste, que en algunos casos rondaba los 800 o 1.000 euros) las plazas de aparcamiento más cercanas.

Algunos abrieron en junio, otros en julio y los más rezagados (en cuanto a recibir el visto bueno municipal) en agosto e incluso septiembre. Siempre bajo las mismas premisas, un máximo de 3 plazas, con lo que lo habitual es encontrarse entre 5 y 6 mesas en esas nuevas terrazas. Sin posibilidad de cerramientos o de sombrillas.

Con la entrada del año 2022, la situación ha cambiado en cuanto a las terrazas en general, ya que los establecimientos deberán volver a la superficie que tenían autorizada antes de la llegada de la pandemia. Aunque no en el caso de las que ocupaban plazas de aparcamiento. Estas podrán seguir funcionando, siempre que presenten una renovación de la licencia antes del 31 de enero.

¿Qué harán los hosteleros? Pedirla. Así de claro. Al menos la mayoría de esos 144. «Ya la he solicitado. Es una solución en estos momentos y casi la única forma de poder trabajar», reconoce César Chacón, del Bar Pecuniam en el barrio de La Victoria, uno de los que más licencias tiene. La fisonomía del barrio hace que apenas hubiese posibilidad de contar con terrazas hasta ese decreto de abril del año pasado. Al lado de Pecuniam, Mario Revilla, del café bar Litoo, no tiene claro qué hacer: «Estamos estudiándolo porque creemos que es excesivo lo que vamos a pagar. Nos concedieron la licencia en julio y apenas pudimos explotarla. Ahora en invierno, sin poder cerrarla o poner algo, no se usa. Haciendo cálculos hay que despachar 3.000 consumiciones para pagar la licencia».

Otra de las zonas en las que más terrazas en plazas de aparcamiento hay son las calles Conde Ribadeo y León, y sus aledañas. Allí se sitúan casi una decena de locales con esas licencias. Uno de ellos es el Sáhara. Emilio Coca lo tiene claro: «Claro que pediremos la renovación. Para nosotros es media vida. ¿Quién va a entrar en nuestro local en verano, con 38 grados? La gente quiere estar en la calle. Incluso en invierno se nos sienta gente. Ojalá nos dejasen cerrarla o poner cortavientos». Al igual que ellos, la mayoría de la calle Conde Ribadeo solicitará, si no lo ha hecho ya, la renovación. Al lado, La Espuma y la Sepia ya lo ha pedido hace una semana. Es, además, uno de los que la tiene aún colocada: «No se sienta mucha gente pero, al menos, funciona un poco. Es un por si acaso, un poder trabajar por si ocurre algo». A ellos les tardaron en concederla hasta mediados de agosto.

En la calle Paraíso, el Mesón Don Enrique también apuesta por ella, «porque si no, nos morimos». En su caso, cuenta con otra terraza, cubierta, al lado. Y la de las plazas la tiene ahora en invierno con mesas altas: «La gente no quiere entrar, le cuesta estar dentro de nuestros locales. Por eso la pedimos». Igual que el bar Miño, en La Rondilla. «Tal y como están las cosas», sentencia Javi desde detrás de la barra. Emilio, de los 7 Enanitos, también quiere seguir contando con ella, sobre todo porque en 2021 apenas pudo trabajarla.

Uno de los que más las lucharon en sus inicios, por aquello de no disponer de terraza, fue Kiko, del Café &Copas Murmullo: «Lo vamos a pedir porque la actual situación no da confianza a la gente a entrar en los locales. Ante esa incertidumbre». Como la mayoría, tiene tres plazas de aparcamiento ocupadas en la calle Núñez de Arce: «La montamos y también la usamos en invierno. Sobre todo cuando ha habido picos de contagio es cuando más se ha notado su utilización».

Aunque desde el Ayuntamiento aseguran que aún hay pocas solicitudes, la intención de la mayoría es solicitar su mantenimiento. La sexta ola, los contagios y el miedo a restricciones en función de la pandemia llevarán a ello.