De tapas, raciones y guisos en Boecillo

M.B
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Jerónimo González nos descubre La Zángana, un restaurante donde el cocido, el arroz con bogavante o las patatas a la importancia abren el apetito

180122JT_0040.JPG - Foto: Jonathan Tajes

Un café con un pincho de tortilla por la mañana; un vino con unos torreznos al mediodía; un arroz con bogavante para comer; un café con amigos a media tarde; y una hamburguesa de buey o, ¿por qué no?, un cachopo de cecina con queso azul para cenar. ¡Por variedad que no sea! Y todo en el mismo espacio. La Zángana es uno de los establecimientos hosteleros que marca tendencia en Boecillo. Apenas lleva dos años abierto en la calle Caño, 2, del municipio aunque la historia le avala con casi tres décadas de negocios. Porque La Zángana ocupa el espacio que dejó el restaurante Paco y tiene la misma sangre en sus venas, ya que al frente del primero está Jerónimo González, hijo de Paco González. «Cogí el testigo en 2020, cuando se jubiló mi padre. Teníamos previsto iniciar la remodelación a finales de marzo, pero llegó la pandemia... al final conseguimos abrir en julio», recuerda Jero. 

Porque con el relevo llegó un cambio en la decoración: «Antes era un restaurante con una barra pequeña y un muro que separaba el comedor. Y ahora está todo abierto, con mucho espacio, una barra amplia para poder picar o tomar algo y un comedor con mesas altas y bajas».

Jero lleva toda la vida detrás de una barra. Desde la primera cafetería de sus padres en el Parque Tecnológico de Boecillo, donde estuvieron unos siete años; hasta el restaurante Paco, otros veinte más. Ahora él está al frente del negocio, con su madre, Isabel Gómez, como la jefa en la cocina, con la ayuda de otras dos personas. Por eso conoce el negocio.

Se decidió por el cambio, tanto en la decoración como en el nombre: «Buscábamos uno que fuese fácilmente recordable y al final nos decidimos por éste, La Zángana»;y por el concepto que maneja ahora, más de gastrobar.

En sus fogones, donde manda Isabel, se preparan las tapas, raciones, guisos y demás platos... siempre con un mismo punto: «Cocina de toda la vida, comida casera. Hemos tratado de crear un concepto totalmente renovado, mezclando nuestra seña de identidad –esa cocina casera con ingredientes de calidad–, con unas recetas y una presentación de vanguardia».

Cuenta con un menú diario, de lunes a viernes, por 11,50 euros, con tres primeros y tres segundos a elegir, bebida, pan y postre; y otro de fines de semana, por 20,50. «Solemos variar todas las semanas el menú, para no repetir. Solo el miércoles, que siempre hay cocido; y los fines de semana, que siempre tenemos el arroz con bogavante». De hecho, este último es el plato estrella del local. Isabel explica el porqué: «No hay ninguna clave exacta. Siempre me lo preguntan: un buen producto y llevar veinte años haciéndolo quizá».

Además del menú cuentan con una amplia carta, donde sobresalen las hamburguesas, entre 8 y 9,5 euros; y los cachopos, de jamón serrano y queso curado; y de cecina y queso azul, por 17,5 y 18,5 euros, respectivamente. «Aquí viene desde gente del pueblo hasta de las localidades de alrededor, y por supuesto de Valladolid. También mantenemos a clientes que nos conocen del Parque Tecnológico».

En esa cocina de toda la vida no falta, además del cocido, los guisos, como los callos, el rabo de toro, las carrilleras o las patatas a la importancia: «Cuando las hacemos, mínimo se nos van 4-5 kilos de patatas». Isabel apunta también al bacalao al estilo de la casa o a los chipirones a la plancha con cebolla caramelizada como otros de los éxitos de un local que, junto a otros tres de la localidad, todos los jueves se apunta a la Ruta de los Pinchos de Boecillo, con dos opciones: pincho y consumición por 2,5 euros.

Con una capacidad para unas 40-50 personas, La Zángana tiene una amplia terraza para otras 60, un poco más reducida de tamaño ahora en invierno. Abre todos los días de la semana, menos los lunes, y su horario, salvo pequeñas modificaciones, es continuo.