Aplastados por la alarma

Antonio Pérez Henares
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Sánchez logra, gracias a Cs, que en España haya un estado de excepción encubierto

Varias personas protestan en la calle Sarasatse, cerca de la sede del PSOE en Pamplona - Foto: Eduardo Sanz / Europa Press

Ningún país de Europa ha aplicado una figura legal tan drástica y coercitiva de derechos y libertad como la Ley de Alarma, ninguno ha mantenido las suyas durante tan largo período y con tal grave suspensión de preceptos constitucionales. Sánchez, además, ha convertido su aplicación por la vía de los hechos en un estado de excepción encubierto que cada día nos acerca, y sin que haya conciencia cierta de lo que en verdad está sucediendo, a un Estado policial. El que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad sean utilizados para investigar qué ciudadanos están detrás de una protesta vecinal o para censurar mensajes que puedan dañar el prestigio del Gobierno, no es algo propio de una democracia sino de un régimen autoritario. Y eso está sucediendo en España hoy y va a seguir sucediendo, gracias ahora a Inés Arrimadas y Cs, por no sé cuanto tiempo más. De inicio, otro medio mes. A ella, en cierto modo, le debemos, o mejor dicho nos debe, un mes ya.

De hecho, y por la gravedad de lo que supone, la propia aplicación del estado de alarma señala que solo puede ser adoptado por el Gobierno durante un plazo de 15 días, pero Sánchez ha entendido que la imprecisión de la ley para su prórroga con permiso parlamentario le permite el poderlo hacer, si consigue los votos, durante las veces y el plazo que sea. Su pretensión, gobernar al amparo de esta situación de excepcionalidad, es aguantar todo cuanto pueda pues así demorará en el tiempo su responsabilidad, y amén de pasarse una vez cada dos semanas por el Parlamento, seguir a golpe de decreto, sin dar cuentas por nada ni a nadie, y tampoco tenerse que enfrentar al repudio ciudadano que ahora solo puede expresar a golpe de cacerola y poco mas. Mientras, él, dueño y señor de las televisiones, se dedica a su monsergón semanal, o dos o tres si le place, en el que sin réplica alguna explica lo bien que lo hizo de entrada, lo bien que lo está haciendo y lo bien que lo hará. Resulta ya hasta cansado escribir aquí, el desastre primero de irresponsabilidad e insensatez, la catástrofe sufrida aunque oculten la mitad de los muertos y la hecatombe económica que tenemos encima y ante la que, una vez más, con un título bonito, La Reconstrucción, suponen que ya sobra para arreglar la situación, que lo tapen como quieran y embosquen las cifras en la propaganda que seguro van a seguir generando. En eso son maestros avezados. Sin cesar un solo instante, va a sumir, ha sumido ya, a buena parte de la población en el paro, la angustia y la precariedad.

Pero no hay problema. Ya lo ha resuelto el CIS del lacayuno Tezanos que nos informa que los españoles en febrero, un 39 por ciento veíamos bien la situación económica, pero ya con el coronavirus encima en marzo habíamos pasado a estar contentos con ella, un 65 por ciento, y ya en abril el alborozo subía al 70. La predicciones electorales ya son lo de menos. Porque esto es insultarnos a todos y particularmente a los millones que se han quedado sin trabajo.

Porque esta es ahora la cuestión y cuando estamos superando, aunque con mucho mal y escaso bien, la primera oleada de la pandemia, a lo que nos enfrentamos, sin solución de continuidad, es a un terrible panorama. Y es aquí donde es en verdad pertinente la cuestión. ¿Es necesario seguir con el estado de alarma? La respuesta es muy rotunda. No. Pudo serlo y al principio lo fue. Pero ya hace semanas que perfectamente podía haberse levantado y adoptado para los fines sanitarios legislaciones que no constriñeran tan gravemente nuestra libertad. Pero ahora, y de manera perentoria también, porque es urgente e imprescindible ya la necesaria reactivación vital si no queremos morir a causa de una pandemia económica letal.

Porque las directrices que al amparo de la alarma se están aplicando parecen aconsejadas por el peor enemigo en vez de por el Gobierno de la nación. Cuando la UE y sus países punteros se disponen y planifican ya la reapertura de fronteras y reactivar economías, aquí en vez de hacer lo que nos exigen para incluirnos, test y rastreos son las condiciones impuestas, lo que hacemos es castigar, el país europeo líder en turismo y cuyo 11 por ciento de PIB depende de él, a los que aún quieran venir y tenerlos encerrados 14 días en una habitación.

No es el único disparate. Estos son incontables y por cada sitio y lugar. Al menos un dislate diario parece ser la consigna. Así, cuando ya ha tenido su turno para insultar a todo el sector y alguno más, el señor Garzón, que es por lo único que como ministro se le conoce y parece saber hacer, es la de Trabajo la que toma el relevo para faltarle a los agricultores y al sector agrario. Y cuando ella acaba es la de Transición Ecológica la que parece animar a que la industria automovilística, en eso están ya varios, a cambiarse de país. Eso por no contar lo de hoy prohíbo las rebajas, pero la semana que viene las admito, y entonces prohibido cazar y pescar, ya me contarán la amenaza contagiadora de un pescador, y cuando ya se lía parda, pues levanto la veda en eso también. Y así desde que esto comenzó, que ya hay cosas, pongamos que hablo de mascarillas, donde se ha dictaminado una cosa y la contraria y no una vez, sino hasta más de tres.

Pero no hay tiempo. La necesidad ya está en las calles y el hambre no ha hecho más que llamar a la puerta. El Gobierno como está con su ley estrella, la de la renta mínima vital, se ha olvidado que antes de que la den, la gente estos meses tiene que comer. Y ahí están las parroquias, la Cruz Roja, las asociaciones de vecinos, pero el Gobierno y Pablo Iglesias ni aparecer. Están a la medalla de colocarse como salvadores con esa medida que, sin duda, no puede tener reproche alguno sino que es de estricta necesidad para quienes en verdad la tienen y no pueden trabajar, pero que tal y como están anunciando, de por vida, con solo pedirla y sin otro requisito que ese, puede convertirse en algo que nos destruya económicamente aún más y nos suma todavía más en la miseria, subvencionada y cautiva, eso sí.

Desactivación

La Ley de Alarma, y pudo entenderse así el voto de Arrimadas la vez anterior, debía de desactivarse con un margen de tiempo. Quince días era más que suficiente y hay fórmulas muy eficaces de mantener lo que sea preciso mantener en cuestión de movilidad sin estar activa. Ahora, el voto de Ciudadanos a Sánchez ya es una cosa diferente y supone una complicidad, más allá de los politiqueos tanto parlamentarios como periodísticos, que son aún mas los segundos, lo que al personal de a pie le queda es que Cs, lo vista como quiera, se convierte en cómplice y colaborador necesario de Sánchez para prolongar 15 días, y luego si puede otros 15 un mes y todo lo que pueda más. Es más, une su suerte de tal forma que sobre ella también recaerá lo sucedido hasta ahora, pero también lo que por delante vendrá, Así que gracias a los vientos nuevos de la veletita naranja, y al PNV, pero este amarrando de verdad, en Alarma seguimos, toda España, menos el País Vasco, que ese era el amarre nacionalista. Para ellos sí, los otros, los españoles sí, pero para nosotros ni hablar y así será, lo es ya, en la práctica.

Ya no es una cuestión de sanidad, sino de libertades y de deriva cada vez más autoritaria de un Ejecutivo sin respuestas a lo que ahora toca afrontar: la peor crisis que hayamos vivido desde la postguerra hasta aquí.

Pero ya saben, lo que le parece prioritario al Gobierno, es lo primero que ha reabierto, es continuar la tramitación de ese proyecto de ley hembrista. Me niego a llamar ese engendro feminista y de igualdad, que convierte en escombros la presunción de inocencia por el delito de ser varón, anunciado con grandes alharacas por Irene Montero tras ese 8-M, al que fue ya infectada y por tanto con riesgo de contagiar, y que no pasará a la Historia sino como el mayor aspersor del virus que se pudo encontrar y que a pesar de todos los avisos el Gobierno puso a funcionar a toda presión y velocidad.