La huella de un arquitecto

Jesús Anta
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Casa Consistorial de Villalón. - Foto: Jesús Anta.

El arquitecto Jacobo Romero Fernández desarrolló su carrera profesional en unos tiempos en los que los estilos y tendencias evolucionaban a gran velocidad. Es palentino de nacimiento y se estableció en Valladolid en 1925 tras haber obtenido la plaza de arquitecto provincial de la Diputación de Valladolid, Y en esta ciudad dejó un puñado de construcciones muy interesantes.

Nació en mayo de 1887, en el seno de una familia de economía desahogada dedicada a los negocios. Su padre, Pedro Romero Herrero, se implicó en la política y desarrolló, además, su vocación periodística. Fue alcalde de Palencia en varias ocasiones en el último tercio del XIX.

Jacobo estudió arquitectura en Madrid, donde se tituló a finales del curso de 1914.

Su primer empleo fue, nada más terminar los estudios, como arquitecto municipal. En 1925 vino a Valladolid hasta que al terminar la Guerra Civil marchó a Madrid, ciudad en la que falleció en julio de 1972.

Como relata José Fernando González Romero en un libro sobre el arquitecto, Jacobo Romero, en su calidad de funcionario, abordó numerosas obras e informes en las tres ciudades en las que ejerció: desde el trazado de nuevas calles y plazas, a la construcción de equipamientos civiles y religiosos, pasando por rehabilitaciones y licencias de obras, en unos años en los que las ciudades en las que ejerció estaban en continuo crecimiento. Mas, también ejerció la actividad privada, de la que ha dejado interesantes edificios residenciales en Valladolid. Algunos de ellos, construidos en esquinas, ofrecen rasgos navales por la forma de proa que los hacen singulares, como los de calle Montero Calvo, 20; Santiago, 6; o el del Paseo Zorrilla, 72.

No es fácil encuadrar el estilo de Jacobo Romero, sobre todo porque ejerció en unos tiempos en los que la arquitectura abordó los más variados estilos: el vanguardismo sin abandonar el historicismo, el modernismo, el art déco y las corrientes regionalistas, y el racionalismo que comienza en la II República pero que se mantiene en la posguerra; un estilo que algunos expertos llaman «arquitectura sin estilos», caracterizado por la simplicidad y una sobriedad carente de ornamentos.

Hay un notable edificio de Jacobo Romero que por no se sabe porque razón no aparece atribuido a él. Se trata de la Casa Consistorial de Villalón de Campos (que ilustra este artículo). Fue de rápida ejecución, pues si el 18 de agosto de 1927 se procedió al replanteo, al terminar el año siguiente ya estaba terminado, y el 28 de septiembre de 1929 tuvo lugar su inauguración oficial con la presencia del ministro de Instrucción Pública, que aprovechó el viaje para inaugurar también unas escuelas en Castronuño y Nava del Rey.

Tampoco en las reseñas y artículos sobre Jacobo Romero se indica que fue el autor de una pequeña joya todavía recordada en Valladolid: el auditorio del Campo Grande que hubo entre 1940 y 1953. De marcado clasicismo, incluso dispuso de cafetería. Quizá se trate de su último proyecto en la ciudad antes de marcharse a Madrid.  

Hablando del Campo Grande, Romero también dejó su impronta como autor del columbario o palomar (1932) que hay en el parque a un lado del Paseo del Príncipe en las inmediaciones de la puerta del parque que da a la plaza de Zorrilla. Pero, sobre todo, fue el que en 1930 hizo unas importantes modificaciones en la fachada y resto del edificio del famoso Cine Pradera, en la plaza de Zorrilla, cuyo aspecto es el que tuvo hasta su derribo en 1967. Igualmente fue el director del proyecto de la Feria de Muestras, y autor de su entrada principal, que se organizó en el Campo Grande el año 1935.

Algunos de sus edificios en Valladolid han obtenido el reconocimiento de DOCOMOMO (una organización internacional creada en 1990 con el objetivo de inventariar, divulgar y proteger el patrimonio arquitectónico del Movimiento Moderno), como el chalet Villa María (1935) en el pinar de Antequera, el edificio de Montero Calvo, 20 (1931), y las viviendas del Paseo Zorrilla, 72 con vuelta a Tres Amigos (1937).

Doctor arquitecto, Jacobo Romero Fernández fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo y jefe de la Administración del Ministerio de Hacienda.