Más de un cuarto de siglo de un partido para la historia

M.B
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El Real Valladolid, con 5 goles de Peternac y 3 del 'Mami' Quevedo, logró en 1996 en Oviedo su mayor triunfo como visitante en Primera

Alen Peternac. - Foto: realvalladolid.es

Ya han pasado más de 25 años pero en Valladolid nadie ha olvidado aquel partido. De hecho, del mismo nació el hermanamiento que une a las aficiones del Real Valladolid y del Real Oviedo, y que este domingo vivirá su 13º partido en el Carlos Tartiere en Segunda. 
Fue el 19 de mayo de 1996, en la penúltima jornada de aquella campaña. Llegaba con el Real Valladolid fuera de descenso, pero empatado a puntos con otros dos conjuntos, que ya estaban en puestos de Segunda. El Real Oviedo, ya salvado, no se jugaba nada. Y el partido fue una locura, con 11 goles, ocho de ellos del Real Valladolid. De hecho, el 3-8, con cinco goles de Alen Peternac y tres del 'Mami' Quevedo, supuso el mayor triunfo como visitante en la máxima categoría del fútbol español.
El Pucela confirmó su permanencia una semana después, ganando al Betis en el José Zorrilla, pero aquel 3-8 sigue en la memoria de los aficionados y de los jugadores que estuvieron allí. «Del Pucela me quedo con el año en el que nos salvamos con aquel 3-8 en Oviedo. Marqué 3 goles... los otros 5, Peternac», decía no hace mucho Quevedo.

"Se salió marcando los penaltis, a cada cual mejor. Por la derecha, por la izquierda, fuerte arriba a la escuadra… Hay que tirar los cuatro penaltis y que el portero te pueda decir 'ahora me lo vas a tirar por aquí'", expresaba Quevedo, otorgando al croata todo el mérito que merece. De hecho, esa temporada fue la primera del delantero en el Pucela. Benjamín Zarandona, otro de los integrantes de esa plantilla que también estuvo en Oviedo, recuerda que Peternac "marcó 8 goles en el partidillo el primer día de entrenamiento", casi tantos como en el Tartiere en encuentro oficial. "Nos quedamos todos sorprendidos", admite.

Por otro lado, Raúl Ibáñez se convirtió en el protagonista de esas infracciones, al ser objeto de varios penaltis. "Se salió al final de temporada. Era muy rápido y a los centrales les complicaba mucho", comentaba Quevedo sobre él.

Y, por supuesto, los aficionados también resultaron clave aquella tarde. "La grada del fondo donde atacábamos en la segunda parte estaba llena. No pararon de animar y se les oía muchísimo. Cuando marcábamos un gol siempre nos íbamos para ese fondo y nos tirábamos allí. Nos ayudaron muchísimo", afirma con una sonrisa.