Sin olvidar el pasado

Agencias - SPC
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La situación creada por la pandemia ha despertado un torrente de sentimientos en el que los pensamientos optimistas se han impuesto a los negativos durante una vivencia traumática que, según la ciencia, dejará mejores personas

Sin olvidar el pasado

Dicen que cuando se cierra una puerta, siempre se abre una ventana. Que de todo lo malo se saca algo bueno. Y eso parece que se cumplirá tras la situación vivida por la pandemia de coronavirus, que se ha cobrado más de 27.000 vidas en España y que ha obligado a cambiar los hábitos de vida de una población que intenta, poco a poco, volver a la normalidad. 

Según apuntan los psicólogos, el paso de la crisis sanitaria va a tener una lectura positiva: hacer que seamos mejores personas. Se trata de un dato puramente científico, no lanzado al azar. Y comprobado: el porcentaje de la población que ya demuestra un «crecimiento postraumático» es similar al que se revela en los cambios psicológicos positivos que experimentan las personas tras vivir un trauma o una adversidad grave.

La terrible situación causada por la COVID-19 y el consiguiente confinamiento han generado situaciones de ansiedad, depresión y una profunda preocupación entre los españoles, pero los sentimientos más negativos han convivido, incluso a diario, con emociones optimistas y sensaciones de disfrute.

Esos pensamientos positivos han prevalecido en muchas ocasiones sobre los más adversos, y una vez más han sido las personas mayores -las que según estudios anteriores han demostrado una mayor resiliencia frente a la crisis- las que han manifestado un bienestar vital más alto.

Las conclusiones se ponen de relieve en el tercer informe realizado expertos de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid dentro del proyecto de investigación Vida-Covid-19. El trabajo de campo se realizó a principios de abril, coincidiendo con el pico más alto de la mortalidad en España.

La doctora Carmen Valiente, del Departamento de Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica de esta facultad, ha observado que las emociones negativas son más fáciles de identificar que las positivas y que sentir y saltar de unas a otras es normal en el ser humano.

«Cada una cumple una función y la presencia de todas ellas son compatibles y necesarias», explica, y reconoce que en un contexto como el actual (miles de muertos, de enfermos, crisis económica, etc) puede llegar a costar expresar las emociones más positivas, «pero la experiencia y la expresión de estas nos hacen más resilientes ante la adversidad».

El estudio revela que un porcentaje muy alto de los españoles lograron durante el confinamiento más severo divertirse y hacer cosas satisfactorias y que les hicieron disfrutar, y la mitad de la población confesó, además, haber aprendido algo interesante e incluso haberse dado algún capricho.

Los investigadores han comprobado que el bienestar «vital» es ligeramente superior entre los hombres, que aumenta paulatinamente con la edad y que también es mayor entre las personas con más ingresos, ya que tienen satisfechas sus necesidades y ven menos amenazada su economía.

Asimismo, el informe profundiza en el «crecimiento postraumático» y en los cambios psicológicos positivos que experimentan las personas tras vivir un trauma o una adversidad (una enfermedad grave, una pérdida traumática o una catástrofe natural). Y comprueba que la mitad de la población presenta ya síntomas de esa mejora y que se trata de un porcentaje similar al ya descrito en la literatura científica, que ha puesto de relieve que entre el 40 y el 70 por ciento de los individuos que se enfrentan a eventos muy estresantes acaban experimentando ese cambio a mejor.

Un crecimiento que es mucho mayor en las mujeres que en los hombres, según los investigadores, que observan también que el grupo de edad que va a experimentar un mayor desarrollo de esa faceta son los jóvenes entre 18 y 24 años, precisamente los que han demostrado tener los niveles de bienestar «vital» más bajos y los que han presentado mayores niveles de malestar.

Valiente define el crecimiento postraumático como la percepción de cambios positivos que resultan de la lucha contra una experiencia traumática, e incide en que la ciencia ya ha demostrado que las personas expuestas a un evento traumático (por ejemplo los supervivientes al cáncer) desarrollan cambios positivos «en sus actitudes, comportamientos y valores».

Sustentada en la experiencia de estudios anteriores, la experta se muestra tajante: «Esperemos que la COVID-19 también traiga, aunque no debemos exigírselo a nadie, algunos cambios que nos hagan percibir algunos beneficios de la tragedia y sirvan para transformar nuestras vidas y el mundo. Nos hará falta».