Cuando el VAR era una ayuda...

Diego Izco (SPC)
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Algunas jornadas invitan a que los encargados de gestionar el videoarbitraje pulsen el botón de 'reset' y volvamos todos al punto de partida. El ritmo cansino y dubitativo del Barça le sigue valiendo

El colegiado Melero López observa la pantalla del VAR durante el encuentro entre Girona y Atlético de Madrid - Foto: David Borrat

El videoarbitraje, si se hubiera aplicado como realmente lo vendieron, era un instrumento maravilloso para darle más pureza a un deporte corrompido por jugadores 'teatreros' y saltimbanquis de área, y también por pequeñas injusticias que adulteraban la competición, algunas de ellas perfectamente excusables (fueras de juego imperceptibles al ojo humano). Pero, a la hora de meterle datos a la ecuación, alguien no calculó que en el fútbol español se reclama absolutamente todo, se simulan el doble de faltas que en ningún otro campeonato, el número de tramposos se multiplica en varias unidades respecto al siguiente y casi en cada gol hay un motivo para anularlo: el empujón previo a la recuperación, la mano, el saque de banda ejecutado cuatro metros más adelante, el tipo que entra en el semicírculo del área antes de que se ejecute un penalti o el portero que acaba de levantar el pie de la línea, un fuera de juego porque la nariz del atacante está más adelantada que el culo del defensor… Ese instrumento que iba a ayudar se ha convertido directamente en la forma de arbitrar. Yo 'pito' y después que me corrijan. Es 'la forma de usarlo' y no 'el VAR' lo que está convirtiendo el juego en algo que no puede gustar a ningún amante del fútbol. 
Barça y Madrid estarían empatados a 60 puntos (61 según otros cálculos) sin la intervención del VAR. Los merengues claman porque se sigue 'ayudando' al Barcelona, azulgranas claman porque sin el vídeo seguirían 'ayudando' al Madrid. Pero se quejaron Valverde, Arrasate o Sergio, y otros tres o cuatro cada jornada. No era el plan. Alguien debería 'reiniciar' la máquina antes de que dejemos de creer. 

Lo deportivo

Por 'lo demás', el Barça sigue con ese ritmo implacable: no arrasa, presenta dudas, sufre... pero no encaja y no pierde. Está un pasito más cerca del título y el próximo domingo -si no pierde contra el Real Madrid- podría ir encargando la placa para el trofeo: «LaLiga de los 1-0», podría escribir. Ya son nueve y el récord está en 11. A tiro.