Martín Fernández Antolín

La voz del portavoz

Martín Fernández Antolín

Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valladolid


Noche de Reyes

07/01/2022

Hay días, como la noche de Reyes, en los que a uno le dan ganas de poder albergar en su cuerpo adulto -por no andar con más miserias- el alma de un niño. ¿Quién no recuerda alguna mañana del día de Reyes con ilusión, uno al menos? Podía ser que en los zapatos, repasados con esmero la noche anterior, hubiera aparecido el tren eléctrico, el balón, la muñeca, la cocinita, los libros o los calcetines, los pañuelos y la ropa interior -que nunca entendíamos por qué, pero ahí estaban; eso no importaba, lo importante aquella mañana era que los Reyes Magos se habían acordado de nosotros y que nos hacían sentir especiales al haberse tomado una copa de coñac y un trozo de turrón para el camino -en la casa de la que les hablo los camellos lo llevaban peor porque sólo les tocaba un caldero con agua.
Y en ese cuerpo que hoy se afana por encontrar entre sus arrugas al niño que fue, late, en el fondo, la misma sensación: la necesidad de sentirnos queridos y de sabernos escuchados. ¿Cuántas veces el regalo que habían dejado Sus Majestades no se correspondía con lo que habíamos escrito en aquella carta que empezaba con una mentirijilla – «como este año me he portado regular»- y se cerraba con un altruismo impostado que algún adulto nos tenía que recordar – «y acordaos de todos los niños que lo pasan mal»- pero la felicidad era la misma porque resultaba que, quizá con alguna lagrimita de decepción, algo había en los zapatos?
Es verdad que, si bien hubo una fase de nuestra vida en la que cambiamos a Sus Majestades por Sus Satánicas Majestades, ahora, independientemente de la edad, de los golpes y de las alegrías de la vida, todos creemos en que basta un gesto para colmar nuestra ilusión y que ese gesto no ha de acompañarse de un regalo. Sinceramente, y no porque me haya rendido al sentimentalismo de la fecha, sé que la política puede ser un camino para convertir la ilusión en felicidad, la promesa en certeza, para escuchar y para querer a nuestro prójimo; es más, todas las noches se convierten en la noche de Reyes para quienes esperan de los políticos nada más que se acerquen a ellos, que les presten atención y que, ya si pueden, les traigan lo que han pedido. Por eso no podemos fallarles, porque estaríamos engañando al niño que seguimos llevando dentro de esta piel. Aunque, parece, algunos sólo estén pensando en beberse el coñac y comerse el turrón a su costa.

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