Juan de Torquemada, el 'vallisoletano'

Jesús Anta
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Clérigo culto y conciliador, nació en la capital en el año 1388 y da nombre a una de las principales arterias del barrio de La Rondilla

Juan de Torquemada, el ‘vallisoletano’

Cardenal Torquemada se llama la calle principal del barrio de la Rondilla, que comienza en la plaza de San Pablo. Juan de Torquemada, el personaje al que hace referencia el nombre, fue un clérigo culto y conciliador que propugnaba la unión de las iglesias, y que nada tiene que ver con su sobrino, el severo inquisidor Tomás Torquemada, que también alcanzó el cardenalato.

Juan de Torquemada, uno de los más eminentes hombres de la orden de los dominicos, nació en 1388 en Valladolid en el seno de una de las más importantes y antiguas familias que rigieron durante muchos años la ciudad: el linaje de los Tovar; y falleció en Roma, donde está enterrado, a los 80 años. Fue brillante catedrático de teología, diplomático y destacadísimo personaje de la curia, pues ejerció un papel sobresaliente en los concilios de la Iglesia de Roma. Prolífico tratadista, de intensa y viajera vida, estuvo al frente de diversos obispados y asumió la dirección y administración de varias e importantes abadías. Estamos hablando de unos siglos en los que en España la Iglesia tenía tanto poder como la Corona. En Valladolid, Torquemada dejó, sobre todo, el legado del convento de San Pablo, de cuya congregación fue prior.

A la colegiata de Valladolid y al convento de San Pablo dedicó buena parte de sus rentas (que no eran pocas), pero también puso dinero para redimir cautivos, fomentar la cultura y ayudar a bien casar a doncellas pobres.

Curiosa era la ceremonia en torno a aquella obra pía relativa a las mujeres casaderas: en el templo de Minerva de Roma, el día de la Anunciación de Nuestra Señora, el Papa daba personalmente la dote a las agraciadas que habían sido elegidas en comisión por caballeros de Roma tras cristiano y prudente debate.

Precisamente en el templo de Minerva está enterrado el Cardenal, al que se le conoció como el ‘Español’ y el ‘Vallisoletano’, según consta en su epitafio. La fundación de San Pablo se debe a doña Violante, esposa de Alfonso X el Sabio cuyo matrimonio tuvo el palacio (siglo XIII) llamado Mirabel (de ahí otro de los nombres de una de las calles de la Rondilla) que estaba en las inmediaciones del barrio de La Overuela.

Corría el año 1445 cuando Fray Juan de Torquemada reemprendió las obras de construcción del convento de San Pablo que se habían iniciado, hacia casi dos siglos, en tiempos de doña María de Molina: una construcción al parecer deficiente y de estrechas dimensiones. Por el contrario, Juan impulsó, con la ayuda de ingresos procedentes de bulas que concedió el Papa, la construcción de un edificio suntuoso y de fuertes murallas de piedra. Una obra a la que el erudito dominico le dedicó esfuerzo hasta que acaeció su fallecimiento. La obra sería continuada por Fray Alonso de Burgos y rematada por el Duque de Lerma, cuyo resultado final es la fachada y el templo que ahora vemos en la plaza de San Pablo, del que viajeros del siglo XVI describían como uno de los más hermosos y ricos lugares de Valladolid. De esta iglesia debemos a Juan de Torquemada las grandes proporciones de la nave principal, con su crucero y capilla mayor.