Editorial

De la defenestración de Casado a la esperanza de Feijóo

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Un año después de que el Partido Popular batallara de forma descarnada por su liderazgo, en uno de los episodios más lamentables de la política española reciente, afloran en estos días mensajes de cómo Pablo Casado sufrió, en apenas 72 horas, la traición de miembros de la dirección nacional de ahora y de la de entonces. En un ejercicio de deslealtad en diferido en el enfrentamiento entre Ayuso y el líder del partido, el PP entró en un espiral de descrédito impropia del principal partido de la oposición. Doce meses después, Casado ha sido fulminado de la memoria y de la historia de Génova, sin que apenas se tenga noticias de su paradero profesional y su papel en la organización.

El que fuera uno de los presidentes más jóvenes del PP le tocó asumir, posiblemente, una de las etapas más convulsas y oscuras del partido, lastrado por la corrupción durante más de dos décadas. Optó, entonces, por elegir a su propio equipo y barones regionales, incluida su amiga Isabel Díaz Ayuso, que tras unos años haciéndole sombra, acabó siendo principio y fin de todos sus males, y por supuesto, de su caída.

Más allá de la vorágine de infidelidades políticas, personales y bochorno mediático que protagonizaron los dirigentes 'populares' en esas fechas, el partido ha sabido recomponerse bajo la presidencia de Alberto Núñez Feijóo, no sin pagar el peaje de aquellos días sombríos y con parte de aquellos protagonistas hoy en primera línea. En esa carrera por cicatrizar cuanto antes las heridas internas, el actual líder popular se enfrenta hoy a una disyuntiva más trascendental que la de los nombres y las personas. En la vorágine legislativa del Gobierno de Pedro Sánchez, el PP asiste a una reformulación y reposicionamiento de sus orígenes clave de cara a las elecciones municipales del próximo mes de mayo y a las generales previstas para finales de año.

Posturas ante asuntos como el aborto o el apoyo de la reforma de la ley del 'solo sí es sí', la oposición a la ley Trans o recetas más liberales son claves a la hora de asentar el ideario de un partido en el que Feijóo está virando a un centro moderado donde sumar más votos. En un intento de unir sensibilidades -como el encuentro con Mariano Rajoy y José María Aznar en la intermunicipal-, el líder del PP busca ampliar el espectro sabedor de que un enfrentamiento extremo con el sanchismo le alejaría de una mayoría amplia y suficiente para asentar el cambio. No sin riesgos, el PP camina en esa esperanza de volver al poder tras casi una década de sobresaltos y precipicios.