A solo tres kilómetros de la Plaza Mayor se concentra el único foco de prostitución callejera que hay en Valladolid. Se trata de un tramo de apenas 300 metros sin una gran intensidad de tráfico, un enclave que se daba por desactivado tras las restricciones sociales a las que obligó la pandemia, que volvió a revivir el pasado invierno de la mano de un grupo de proxenetas de Las Delicias –desarticulado por la Policía en marzo–, y que, ahora, ha vuelto a renacer de la mano de cuatro mujeres, para desazón de los vecinos del entorno de la vieja carretera de Renedo, que lamentan la «inseguridad» que genera para sus familias el desarrollo de esta actividad a las puertas de sus casas, así como la «suciedad» que causa el trasiego de clientes y los restos de los encuentros sexuales.
El foco se encuentra localizado en la carretera de El Tomillo, la que tradicionalmente se conocía como la carretera de Renedo por ser la que empalma con la VA-140 –la vía que va hacia Fuente la Mora, los campos de rugby de Pepe Rojo y... la localidad de Renedo–. Esta vez no hay ninguna mujer que ejerza en el entorno del apeadero de trenes de la Universidad de Valladolid, en el final del paseo de Juan Carlos I. Las cuatro que relatan los vecinos que suelen operar por la zona lo hacen en ese tramo de 300 metros que hay entre los campos del fútbol de El Tomillar, la rotonda que da acceso a Los Santos y una vieja nave junto a un camino, poco antes de la VA-20.
Los coches que atraviesan por allí son, precisamente, los que van y vienen de la Ronda Interior, por lo que, sin ser una vía de un tráfico muy intenso, siempre goza de un cierto trasiego de vehículos. Pero más allá del número de posibles clientes que puedan pasar por allí, las meretrices vuelven siempre a elegir esta carretera por ser el foco de prostitución callejera histórico de Valladolid.
DIVISIÓN POR ZONAS
Una mujer con el pelo de color rubio parece ser la 'reina' de la rotonda que conecta con la calle Universo, para acceder a Los Santos. Al paso de El Día de Valladolid, camina por la acera de la citada glorieta en busca de algún cliente, aunque a la sombra tiene su 'trono' en una suerte de bloque de hormigón desconchado con un viejo cojín.
Unos metros más cerca de la Ronda, junto a esa vieja nave y al pie del camino, dos prostitutas aguardan sentadas posibles citas, a la sombra, protegiéndose de un sol de justicia que se convierte en su compañero de viaje durante casi toda la jornada. Los vecinos dicen que no suelen estar por la noche, que se van antes de la madrugada y que alguna está aun desde por la mañana.
«El estado en que dejan la zona es totalmente lamentable, porque allí hay residuos de comida y bebida, y también, claro, las toallitas que usan después de los trabajos, los envoltorios de los preservativos y los propios preservativos usados», relata uno de estos vecinos.
Junto a este foco de prostitución se encuentra (además del citado campo de fútbol) el parque de El Tomillo, pero al que, según estas fuentes, «muchos vecinos no suben por no presenciar esas escenas de suciedad o incluso ver que están trabajando allí, a plena luz del día». En todo caso , lo peor para los vecinos es «esa sensación de que se mira hacia otro lado»: «Te dicen que la prostitución no es una práctica ilegal, solo proxenetismo».
CONTROL POLICIAL
En efecto, la Policía Nacional tiene constancia de la reactivación de este foco, si bien las fuentes consultadas por El Día de Valladolid, hablan solo de dos mujeres habituales en la zona: «Se ha estado allí, se ha hablado con ellas, se las ha identificado y, en un principio, ellas aseguran que están ejerciendo voluntariamente, sin que nadie las coaccione u obligue, por lo que no podemos hacer nada, salvo que se exhiban ante algún menor o algo así», tal como detallan fuentes de la Comisaría Provincial.
De hecho, hace menos de tres meses, la Policía desarrolló en esta zona la llamada Operación Craiova en la que se desarticuló una banda radicada en Las Delicias acusada de obligar a todas las prostitutas de la carretera de Renedo a trabajar para ellos, bajo amenazas o ejerciendo la violencia. La Ucrif (Unidad Contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales) de la Brigada Provincial de Extranjería apresó entonces a cuatro súbditos rumanos y dos meses más tarde a otro más, para cerrar este caso.