Cada vez se escucha más la frase de que el empleo ya no es lo que era. Hasta hace unos años, el mercado laboral se caracterizaba por su estabilidad y, esencialmente, por su predicibilidad; se conocía con mucha antelación qué tipo de profesiones iban a ser las más demandas y qué oficios iban quedando obsoletos. La tecnología no marcaba, como ocurre ahora, las reglas sociales, económicas y empresariales, ni planteaba tampoco dudas de cómo afrontar el futuro. 

El contexto laboral actual ya no es un sistema estático sino que se caracteriza por su gran dinamismo y está sometido a lo que la economía global y sus políticas dictan en favor de una mayor competitividad y sostenibilidad de las empresas y los países en los que operan. 

Algunos factores como, por ejemplo, la pasada crisis económica, el desarrollo tecnológico y las necesidades de nuevos talentos para lograr crecimientos disruptivos están marcando la estrategia de los sectores productivos más emergentes que demandan profesionales con un tipo de formación muy específica y, en ocasiones, muy difícil de conseguir.

En este sentido, el panorama es incierto respecto al futuro del empleo, con importantes retos a superar por parte de gobiernos, empresas, instituciones y, básicamente, de los propios trabajadores que se tienen que adaptar a las nuevas necesidades para poder avanzar.

En la era de los datos, con todo vinculado al plano digital, el concepto de trabajo se ha transformado y ha ido incluyendo nuevos elementos a su definición, que cambian constantemente su contenido. Así, junto a la aparición de nuevas formas de hacer las cosas y de distintas fórmulas para contratar a los trabajadores, se incorporan elementos muy innovadores que van a marcar el futuro de las empresas.

En esta línea, la búsqueda de talento ha dado paso a nuevas fórmulas en la búsqueda de profesionales en la que el elemento esencial  es la creatividad para garantizar el éxito de las iniciativas industriales. 

Los países del sur y del este de Europa, entre ellos España, Grecia, Eslovaquia, Eslovenia y Polonia, se encuentran entre los Estados que más se verán afectados por la automatización del empleo en los próximos años, según advierte la Comisión Europea en su informe Cambiar la naturaleza del trabajo y las competencias en la era digital.

El Ejecutivo comunitario alerta que entre el 45% y el 60% de los empleos que existen hoy en día en los 27 países de la UE podrían acabar en manos de robots y máquinas, aunque el riesgo de la automatización laboral varía sustancialmente entre países e, incluso, regiones, según concluyen algunos informes.

Las colocaciones relacionadas con el desarrollo, mantenimiento y modernización de las tecnologías de Inteligencia Artificial y las infraestructuras de Big Data se encuentran entre las que más se espera que crezcan en el corto plazo, aunque es difícil estimar con antelación cuántos empleos se podrían crear.

Las ocupaciones que más demanda tendrán hasta 2030 serán aquellas que requerirán titulación superior, el uso intensivo de competencias sociales, idiomas y, al menos, un conocimiento básico de las tecnologías de la información y de la comunicación.

En este sentido, un tercio de la fuerza laboral en la eurozona tiene escasos conocimientos digitales y, según las firmas de recursos humanos, los trabajadores de baja cualificación tendrán más difícil encontrar un contrato en el futuro si no logran mejorar sus competencias.

Entre los segmentos que se verán más afectados por la automatización están los de limpieza, alimentos preparados, montaje, minería, construcción y transporte, mientras entre los que menos sufrirán se sitúan el comercial y los servicios de atención al consumo.

Finalmente, los sectores de la salud, Administración Pública y docencia se verán menos afectados.