"El virus ataca sin piedad en 24 horas"

Laura Camacho (EFE)
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Los profesionales de los centros de mayores se convierten estos días en testigos impotentes de la cruel rapidez con la que el patógeno debilita la salud de sus internos más vulnerables

"El virus ataca sin piedad en 24 horas" - Foto: FERNANDO VILLAR

A esta hora, Pilar lleva casi media jornada de trabajo en una residencia de mayores madrileña y ha visto cómo en solo unos días el coronavirus ha atacado sin piedad a cuatro ancianos. "Actúa muy rápido, en 24 o 48 horas". Enfermera de 32 años, de siete de la mañana a dos de la tarde cura desde 2012 a los internos del centro público del Ensanche de Vallecas, en la capital, y otras 10 tardes al mes hace un refuerzo en el hospital Beata María.

"A mí claro que me gusta mi trabajo, lo adoro, lo vivo, es vocacional, pero esto...". El Covid-19 lo ha cambiado todo y ahora, apunta, ya no llega igual a su puesto: "Vengo como un poco resignada porque no siento que se nos está valorando". Y es que, cree que el personal de residencias de ancianos debería estar mejor pagado en estos momentos. "No sé, un plus de peligrosidad".

Lo dice porque sabe que la enfermedad se está cebando en este ámbito y que sus trabajadores también están en primera línea de exposición al contagio. "Está pasando en todas los centros, hay mucho brote y compañeros de baja".

En la suya, afirma, una abuela estaba "perfectamente" el domingo y murió el miércoles. Otros tres lo han hecho en la última semana. "El coronavirus es muy rápido", asegura.

La residencia pública del Ensanche tiene a 160 ancianos en sus habitaciones, distribuidos en tres plantas en función de su deterioro cognitivo. Todos están aislados y superan los 60 años, aunque son muchos los octogenarios y algunos ya muy dependientes, sobre todo los 48 de la planta más alta, la tercera. "Son los que están peor, con alzheimer, ictus, los que no se valen ya casi nada por sí mismos".

En esta planta pasa su jornada Pilar, enfundada en los que considera unos «pobres medios de protección»: una bata de celulosa, unos guantes, una mascarilla y unas gafas. Así, entra en cada una de estas 48 habitaciones para suministrar medicación y hacer curas de úlceras o heridas a los residentes. Algunos presentan síntomas de fiebre y tos.

Los 17 mayores con coronavirus muertos en otro centro de la capital, además de que se hayan conocido otros brotes de la epidemia en más residencias de distintos puntos de España, ha puesto lógicamente muy nerviosos a los familiares. "Llaman y no les podemos atender a todos a la vez, es muy angustioso y estresante", reconoce esta profesional, que cuenta que son solo 16 personas para cuidar por la mañana a los ancianos, 11 trabajadores por la tarde y cinco por la noche.

También desagradable está siendo la gestión con los que están mas enfermos. «Llamamos al hospital Infanta Leonor y no te derivan a nadie, ni viene ninguna ambulancia», denuncia, antes de relatar que cuando han muerto los abuelos, es la funeraria la que ha acudido y hablado con la familia para que supieran el protocolo.

más allá del trabajo. Pilar vive cerca de la residencia. Cuando acaba su turno, se quita con cuidado todo el equipo y lo deja allí. En casa, le esperan su madre y una niña de cinco años, a las que no se aproxima hasta que no se ha duchado y ha dejado su ropa de calle dentro de la lavadora.

"Yo no tengo miedo de contagiarme, lo que no quiero es que lo pillen ellas. De poder ser portadora, no tener síntomas y de que entre en casa", confiesa. Explica que los que, como ella, están en contacto a diario con enfermos, se inmunizan en ocasiones a virus. "Yo si mi hija trae una gastroenteritis del cole, nunca la cojo". El coronavirus puede ser igual: "Igual no me entero y contagio a mi madre".