Valladolid doblega su quinta ola en solo 20 días

A. G. Mozo
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La incidencia acumulada de la provincia vuelve a bajar de 150 y deja atrás la quinta fase de la pandemia. La 'curva' lleva descendiendo desde la primera semana de junio aunque la IA todavía está peor que cuando decayó el estado de alarma

Ciudadanos con mascarilla en la calle Teresa Gil. - Foto: Jonathan Tajes

Las vacunas empujan a la pandemia a una vía muerta. El goteo diario de casos que aún deja el coronavirus apunta a que los contagios no se disiparán tan fácilmente como en el arranque del verano de 2020, pero la inmunización de las personas más vulnerables está dejando sin apenas recorrido a un virus que ya parece haber entrado al fin en fase de remisión en Valladolid, después de que la provincia haya sufrido una mini quinta ola durante gran parte de mayo y el inicio de este mes de junio.

Han sido solo 20 días, pero de una escalada constante de la tasa de incidencia acumulada (IA), con los contagios creciendo hasta un 71%, aumentando de los 39 diarios con que arrancó mayo a los 66 que, de media, se contabilizaban a finales de ese mismo mes. Han sido tres semanas en las que se pasó de los 100 casos por 100.000 habitantes que se notificaban el 14 de mayo, a los 176 del pasado 3 de junio, para, desde este jueves, volver a estar nuevamente por debajo del umbral de 150, aunque en cifras todavía peores a las que se daban el 9 de mayo, cuando decayó el estado de alarma. El 9-M la incidencia era de 122 contagios por 100.00 y hoy está en 149, aunque los hospitales tenían al doble de covid ingresados que ahora.

La que podría ser la última ola del coronavirus se ha mostrado como la más tenue. La anterior, la cuarta, se prolongó en Valladolid durante 33 días y aún fue capaz de complicar levemente la situación en los hospitales y llevarse más de medio centenar de vidas, cosa que en la quinta fase apenas ha pasado; solo provocó leves repuntes de los ingresados en planta, sin apenas afectar a las UCI ni a unos índices de mortalidad que cada vez son más bajos. Curiosamente, la subida de la incidencia de la tercera ola –la más cruenta– no llegó al mes de duración, pero fue devastadora en todos los ámbitos.

Esta quinta ola vallisoletana se produjo gracias a una tormenta perfecta, a una sucesión de acontecimientos que favorecieron el incremento de los positivos a orillas del Pisuerga. Todo arrancaba el día 4 de mayo, al  levantarse las restricciones a la hostelería de la capital después de cuatro semanas con el interior de los bares clausurado por la elevada incidencia que había en la ciudad. Cinco días después, el 9, decaía el estado de alarma en todo el país y, con él, se esfumaban medidas de contención como el toque de queda, el cierre perimetral y la limitación del número de personas para las reuniones. Cuatro jornadas más tarde, el jueves 13, se iniciaba un puente de San Pedro Regalado que echaba a la gente a las calles, a los pueblos, de viaje... Para entonces, la incidencia ya estaba in crescendo, en quinta ola, pero, pese a ello, la buena tendencia que mostraba el conjunto de la Comunidad llevaba a la Junta a continuar aliviando las restricciones el viernes 21 de mayo, pasando todas las provincias del nivel 4 al 3 de la desescalada.

Pero al contrario de lo que había ocurrido en los meses previos, no se respondió a ese aumento de la incidencia con un endurecimiento  de las restricciones, sino que se mantuvo la calma, convencidos de que el avance de la vacunación, con más de 5.000 pinchazos al día, terminaría por doblegar la ‘curva’ de esta quinta ola en Valladolid. Y tal era la confianza de la Junta en que esto fuese así que incluso se avanzó el pasado 4 de junio a una nueva fase de la desescalada, nivel 2. Y en medio de ese nuevo alivio de las medidas de contención ha llegado el cambio de tendencia, con los positivos a la baja (la media ha caído a 40 casos diarios) y con la sociedad mirando ya hacia la penúltima fase de la desescalada.

¿NIVEL 1?

La decisión se adoptará el próximo jueves después de que en éste ya se permitiese la vuelta del ocio nocturno y se ampliasen ciertos aforos del nivel 2. La teoría del ‘semáforo covid’ dice que la IA 14 días debería estar por debajo de 50 casos por 100.000 habitantes y las UCI tener con una ocupación por debajo del 10%, y lo cierto es que estos indicadores no están aún ahí ni en el conjunto de Castilla y León ni, por supuesto, en Valladolid, que ahora es la provincia que peor comportamiento reporta.

Si no hay nuevos cambios en las medidas del semáforo, en el nivel 1 esperan ya las barras de los bares y la desaparición del límite de aforos en algunos ámbitos, mientras que en la mayoría se eleva ya hasta el 75%.