Valladolid es una ciudad con historia que se dispone a escribir con ambición la de sus próximos años. Las implantaciones industriales de Switch Mobility e Inobat Auto van a suponer la inversión de 3.000 millones de euros y la creación de más de 6.000 puestos de trabajo directos. Un hito sin otra comparación razonable que la llegada por separado de Renault y Michelin, hace 70 y 50 años respectivamente. ¡Se dice pronto! Benditas sean las obligadas fotos institucionales, pero detrás de cada posado hay una historia.
La historia es que a Inobat viene de la mano del Alcalde. Que la empresa elige Valladolid siguiendo los pasos de Switch y que a Switch la había traído el Alcalde. Y la trajo a pesar de la Junta de Castilla y León, que desperdició sus energías en intentar que la empresa se instalara en cualquier otro lugar menos en la ciudad de Valladolid tal y como reconoció públicamente la ex consejera de empleo.
La Junta de Castilla y León merece que se le reconozcan las gestiones y el apoyo que, con el dinero de los contribuyentes, igual que el Ayuntamiento, habrá de dar a ambos proyectos. Así sea. Pero la Junta no trae empresas. Ni a Valladolid ni a ninguna parte de nuestra Comunidad. Porque el PP, después de 35 años gobernando, está convencido de que no necesita hacer este tipo de esfuerzos para mantenerse en el poder.
La historia es, que si un ejecutivo visionario como el Dr. Andy Palmer no se hubiera encontrado un interlocutor intrépido como Óscar Puente, las imbatibles ventajas competitivas de Valladolid como ecosistema industrial habrían pasado tan inadvertidas para los inversores como lo han venido haciendo durante las últimas décadas.
La historia es, que si la ministra Reyes Maroto no se hubiera implicado hasta el tuétano como lo ha hecho, Castilla y León se podría haber quedado sin Switch y sin Inobat, como casi se queda sin Siro de no ser por su empuje. Por ella. Porque la Junta nunca ha tenido política industrial y menos ahora con un consejero de Vox que ni de que había que hacerse una foto el lunes se enteró.
Y la historia se resume en que Palmer, Puente y Maroto hablan el mismo idioma. Y Mañueco no. Porque si lo hiciera, otras inversiones similares estarían llegando a otros puntos de Castilla y León y juzguen ustedes mismos. Las empresas eligen Valladolid y eligen convencidas. Ahora nos conocen, a la ciudad y a su Ayuntamiento. Y por eso vendrán más.