Renting, el gran aliado de la empresa

Carlos Cuesta (SPC)
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El negocio de arrendar bienes de equipo, vehículos y herramientas de todo uso está en plena expansión. Se trata de un sector que solo en 2018 facturó más de 14.000 millones de euros en España

Renting, el gran aliado de la empresa

El mundo industrial vive un momento de cambio sin precedentes tanto a nivel laboral, como fiscal, tecnológico y, sobre todo, de mentalidad. Hasta hace poco, cuando una empresa necesitaba maquinaria o comprar un vehículo recurría bien al pago al contado o mediante un crédito que se amortizaba a lo largo del proceso productivo, lo mismo que la contratación de trabajadores a los que hacían fijos una vez que las compañías tenían claro que era el operario que buscaban y, de hecho, formaban parte de la sociedad como un recurso más. 

El sistema tradicional de adquirir un bien se realizaba negociando un préstamo con una entidad financiera en el que se pagaban íntegramente los costes de formalización y se fijaba una cota periódica con intereses, asumiendo todos los costes derivados que conllevaba como seguros, mantenimiento, matriculaciones... y, una vez pagado, pasaba al inventario de la firma.

Actualmente, este concepto de propiedad ha evolucionado hasta tal punto que se ha impuesto la práctica de dos modalidades conocidas como renting y leasing o, en el caso de los empleados, cada vez se recurre más a los servicios de las oficinas de ETT, que ofrecen profesionales cualificados temporales para la actividad requerida y, aunque resulta un coste más elevado, sin embargo, aporta una mayor agilidad a la hora de buscar mano de obra y evita a la empresa, entre otras cosas, la formalización oficial de un contrato o de un despido.

La diferencia entre el renting y el leasing es que mientras el primero es un contrato para el alquiler de un bien -un vehículo, una máquina- por un tiempo determinado, el segundo, que es también un contrato de arrendamiento a largo plazo, ofrece la opción de compra a su vencimiento. En ambos casos, se establece el pago de una cuota fija periódica que incluye unos servicios pactados sin que el usuario tenga que preocuparse por otros costes asociados o, simplemente, el mantenimiento del bien.

La fórmula más popular de estas modalidades ha sido el alquiler de un coche para los directivos y comerciales de las empresas. Sin embargo, a día de hoy, este concepto se ha ampliado y la mayor parte de bienes de equipo, desde un taladro, una punzonadora, una hormigonera, una excavadora, vehículos industriales, agrícolas, material audiovisual, equipos de medición… utilizan este sistema por las enormes ventajas que se derivan.