Una fábula, una tragedia y una historia de amor en la Seminci

D.V.
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Los debuts de Avelina Prat, Charlotte Le Bon y Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk recibieron el aplauso del público

Cuarta jornada de la Seminci. - Foto: Ical

La cuarta jornada del festival recogió tres debuts tras la cámara bien diferentes. En 'Vasil', la valenciana Avelina Prat plantea una fábula contemporánea sobre la amistad, la inmigración y los intrincados vínculos en torno a los cuales se sustentan las relaciones humanas; en 'Falcon Lake', la actriz francesa Charlotte Le Bon entreteje una fascinante "historia de amor y de fantasmas"; y en 'Pamfir' el ucraniano Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk entrega una tragedia griega de estructura clásica y poderosa puesta en escena. 

El Día de España en la Seminci arrancó con el estreno de 'Vasil', un 'cuento filmado' que acompaña en su deambular a un inmigrante búlgaro inteligente y carismático (Ivan Barnev, a quien los semanistas avezados recordarán por su papel en 'The Father', que compitió en Valladolid hace tres años), que sin hacer ruido impacta sobremanera en una pequeña comunidad cerrada, en un barrio de una ciudad española de tamaño medio. 

Sin un lugar donde quedarse, Vasil es acogido por Alfredo, un arquitecto jubilado al que da vida Karra Elejalde, y entre movimiento y movimiento de ajedrez, y partida y partida de bridge, irá trastocando la cotidianidad de cuantos se crucen en su camino, con su peculiar habilidad para solucionar los problemas de cuantos le rodean. En el reparto del film también destacan Alexandra Jiménez (que interpreta a la hija de Elejalde, auténtico alter ego de la directora) y la ganadora del Goya en 2019 Susi Sánchez.

Cuarta jornada de la Seminci.Cuarta jornada de la Seminci. - Foto: IcalSegún detalló la directora en declaraciones recogidas por Ical, 'Vasil' se basa en "una historia personal". "Una amiga le pidió acoger un par de días a un búlgaro que vivía en la calle y que apareció por el club de bridge. Lo que iba a ser algo temporal, se prolongó durante unos dos meses, y mi padre me iba contando sus aventuras, aunque yo nunca le llegué a conocer. Eso se quedó unen mi cabeza y pensé que me había perdido una oportunidad, lo viví todo como una espectadora, como si se tratara de una historia de ficción, y escribí la película para completar un poco esta historia", relató. 

Para la cineasta, 'Vasil' es "una película entre el realismo y la fábula". "Los personajes son muy reales, muy humanos. Buscaba describir algo que no fueran estereotipos, para retratar a un inmigrante de una manera diferente. A España llega desde otros países gente con bastante cultura, pero los denostamos por su condición social, porque no tienen dinero o por lo que sea", resumió en declaraciones recogidas por Ical.

El debut en el largo de Avelina Prat comenzó a cobrar vida en una charla que la productora Miriam Porté mantuvo con Isabel Coixet. La primera le preguntó a la segunda si tenía entre manos algún proyecto interesante, y Coixet enseguida le habló de un proyecto que estaba tutorizando en una beca da la SGAE. "Es de una directora valenciana, y ya le he dicho que si no lo dirige ella lo haré yo, pero espero que pueda hacerlo ella". Así llegó a sus manos el guion de 'Vasil', que cobró una nueva dimensión poco después, cuando en el mercado de un festival internacional conoció a Mina Mileva y Vesela Kazakova, productoras búlgaras que también participaron en Seminci hace tres años, cuando presentaron en Sección Oficial su debut como directoras, 'Cat in the Wall'.

Despertar al amor

Un verano, un lago, dos adolescentes y un despertar al amor. Son los ingredientes de partida 'Falcon Lake', una hipnótica 'coming of age' que supone el debut como directora de la actriz francesa Charlotte Le Bon, que define su película como "una historia de amor y de fantasmas". El film adapta la novela gráfica 'Una hermana', de Bastien Vivès (publicada en España por Diábolo Ediciones), y narra la historia de Bastian (Joseph Engel), un tímido chico de trece años ("casi catorce", aclara en el arranque del film) tras su encuentro con Chloé (Sara Montpetit), una adolescente de apariencia problemática de 16 años. 

A través de su particular embajadora, el joven se adentrará en un mundo donde el placer y los miedos más íntimos van de la mano, emprendiendo un viaje iniciático de despertar a la vida, descubriendo placeres ocultos para él hasta ahora como el alcohol, el tabaco o el sexo, el mundo del deseo, en general, y todo ello en un entorno idílico dominado, según Charlotte, por el fantasma de un joven que se ahogó en el lago mucho tiempo atrás. 

Desde la distancia, la cineasta protagonizó un encuentro digital con los medios acreditados en Valladolid, y explicó que inicialmente quería ser "lo más fiel que pudiera" al cómic original, si bien conforme avanzaba en el desarrollo de la película se dio cuenta de que no acababa de sentirse del todo cómoda con el devenir de esa "historia de amor de corte clásico". "No acababa de sentir el material como mío, algo que empezó a suceder cuando comencé a introducir elementos de miedo y horror, un género que me gustaba especialmente cuando era mucho más joven. Esta historia de amor y de terror es en realidad una especie de espejo de lo que está sucediendo en la vida de Bastian", recalcó.

Al respecto, señaló que en el film "no solo se habla del amor, sino del sexo y de las primeras veces". "Cuando eres adolescente experimentas todo esto por primera vez y por un lado tienes la euforia del sentimiento pero por otro todo te da miedo. Recuerdo cuando era adolescente, la primera vez que me enamoré y sentí deseo por alguien, la situación me generaba bastante pánico. Esta película nos permitía reflejar todo esto y también hablar de lo que es el orgasmo, que en francés llamamos 'la petite mort', un concepto que en sí mismo ya provoca miedo. Es un tema bastante denso y profundo que nos ha interesado mucho plasmar", reflexionó.

Regreso a Ítaca

Siempre atenta a la realidad que nos rodea, la Semana también posó hoy su mirada en el novísimo cine ucraniano, una industria que como todo el país ha sido despedazada por la invasión soviética, de la que deja buena muestra su ingente potencial 'Pamfir', el debut en el largometraje de Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk. 

Con una estructura de tragedia griega clásica, el film arranca con el regreso a su particular Ítaca de Leonid, un hombre rudo y áspero que retorna a su hogar tras meses de ausencia, para reencontrarse con su esposa e hijo adolescente. En el pueblo, un crisol de culturas en la región de Shernivtsi, muy próximo a la frontera con Rumanía (puerta de entrada para los ucranianos de la soñada Europa), se encuentran sumidos en los preparativos de la fiesta de Malanka, una de las celebraciones más ancestrales del país, similar a los antiguos carnavales medievales. Las máscaras, los ritos y los cultos paganos son el pretexto idóneo para dejar atrás los problemas cotidianos y refugiarse en nuevos personajes, pero en el caso de Leonid no tardará en imponérsele la sombra de su pasado.

Un incidente protagonizado por su hijo Nazar le obligará a retornar a su actividad como contrabandista, donde heredó de su saga familiar el sobrenombre de Pamfir (roca), con el cual llegó a ganarse cierta reputación en la zona. Ahora las cosas son distintas, y un mafioso local de poca monta es quien decide quién y cómo trafica, controlándolo todo. La película empuja al espectador para descubrir el proceso por el cual un hombre decente se puede llegar a convertir en una bestia indomable. 

La venganza, el odio incontenible, el sacrificio en pos de un futuro mejor, el estallido de la violencia o la sumisión ante un destino imposible de esquivar se suceden en la pantalla, con secuencias memorables como el parto de una ternera (donde se condensa el sentir de un padre hacia su hijo), el tránsito de la madre de Pamfir por las líneas fronterizas cual Kirk Douglas en 'Senderos de gloria', o la cruel venganza que el mafioso local trama contra el protagonista con su hermano como chivo expiatorio.