Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


Las grandes fortunas

15/11/2022

Esta crisis económica, creada por el Covid mientras superábamos la de 2008, y luego por la guerra de Putin, tiene a mi modo de ver dos diferencias básicas con las anteriores: una relacionada con la estructura social y otra con la forma de luchar contra ella. La primera significa una mayor debilidad social, pues desde la globalización ha aumentado la desigualdad y la clase media pierde fuerza. La segunda significa que merced al fracaso de los economistas de la Escuela de Chicago (seguidos por la administración de Reagan y Teacher) la principal dinamita usada en otras crisis, la disminución del gasto público y la búsqueda de los equilibrios del presupuesto, ha sido sustituida por un protagonismo del Estado en la reducción de los efectos de injusticia social que toda crisis significa. Desde la Escuela de Chicago se postulaba la reducción del papel del Estado en la economía, debido a la maravillosa perfección del mercado cuyos agentes siempre toman «decisiones racionales». Precisamente decisiones irracionales de los agentes económicos, y la dejadez del Estado en perseguir las maldades intrínsecas del mercado fue lo que propició la crisis del 2008, que se convirtió en depresión y como todas echó al paro y a la pobreza a demasiada gente.
Sin embargo, quizá por primera vez en la historia, y gracias a la racionalidad social de la Unión Europea, que cambió sus postulados neoliberales, no ha habido recortes y se han permitido endeudamientos necesarios para poder aguantar las vacas flacas. Nuestro país ha sido un ejemplo. En otras, el endeudamiento estaba prohibido, pensando en el encarecimiento del dinero y olvidando la fuerza de un instrumento como el Banco Central Europeo para proteger la deuda. Pero lo que más me agrada también como novedad frente a otras crisis, e igualmente propiciado por la Unión Europea, es que, también quizá por primera vez en la historia, los que se benefician de las crisis van a pagar un impuesto especial, y las grandes fortunas van a aportar más, porque no de otra cosa que de esa sociedad viene su riqueza.
 Las energéticas, los bancos y las grandes fortunas son quienes forman parte de esta tribu privilegiada. La discusión sobre que paguen más me parece absurda, y de poco seso, pues nuestra economía está revisada por la UE y ella lo exige. La señora Liz Truss, que andaba despistada, pagó con su dimisión por ser ciega ante la necesaria solidaridad, y quienes la aplaudieron recularon pronto. El impuesto será para contribuyentes de más de 10 millones de euros, y afectará a 23 mil. Los tipos entre 1,7% y 3%, y se recaudarán 1.500 millones. Alrededor de 60 mil euros de media. No creo que puedan decir que se roba a esta gente en plan chavista, o algo así, como he escuchado.