El martirio de una enfermedad desconocida

M.Rodríguez
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Natalia Membiela es una de los cientos de contagiados de la covid-19 que mantienen la sintomatología meses después de haber pasado la infección. Reclaman que se reconozca la patología y atención médica

Natalia Membiela, afectada por la covid persistente - Foto: Jonathan Tajes

Natalia Membiela tiene 49 años, pero ahora mismo asegura que se siente en el cuerpo de una mujer de más de 70. Estos son los efectos de la covid persistente, una sintomatología que no la abandona desde que dio positivo el pasado 15 de noviembre. Desde entonces está de baja, aunque esto también le ha supuesto problemas con la Seguridad Social. Esta vallisoletana explica que la indefinición que hay sobre esta patología provocó que, inicialmente, la inspección médica le diera el alta el 26 de marzo. «Comenté a la inspección médica que tengo unas migrañas insoportables, que me mantienen en la cama hasta cuatro días; que tengo mareos, donde pierdo la vista y llego a desplomarme; que sufro un agotamiento físico extremo y niebla mental, entre otros muchos síntomas», explica. Finalmente tuvo que recurrir a su médico de atención primaria para conseguir otra baja. Ahora el propio INSS se la ha prorrogado finalmente 180 días.

La covid persistente, que el Ministerio de Sanidad ya reconoció en enero de este año, diferenciándolo de las secuelas de la covid-19, afecta mayoritariamente a personas jóvenes -con una media de edad 43 años- que continúan con sintomatología persistente. Esto les incapacita para realizar las tareas básicas del día a día, como el aseo personal, trabajo fuera de casa o atender las obligaciones familiares. De hecho, la Sociedad Médica Española de Médicos Generales y de Familia lleva meses trabajando en el tema laboral, para que esta incapacidad sea reconocida y puedan obtener sus correspondientes bajas médicas hasta su completa recuperación. Justo la situación con la que ha tenido que lidiar Natalia.

Un año después de la declaración de la pandemia, los datos de la Seguridad Social muestran que la duración media de las bajas por infección por coronavirus es de 21 días, y que el 90% de estos procesos duran menos de 60 días. Pero un 10% de estos partes de incapacidad temporal por la infección se prolongan más de dos meses, y casi un millar de procesos se han prolongado en torno al año (335-395 días) según datos estimados a abril 2021.

Un porcentaje en el que está Natalia, que relata el martirio en el que vive. Impresiona escucharla describir, con un grado extremo de impotencia, que los distintos tratamientos que ha tenido casi no palían las distintas patologías que sufre. Esto contribuye a que experimente cambios de humor importantes, en parte por la enfermedad, pero también porque esta patología la está aislando socialmente. «No duermo bien. Me despiertan los dolores. Pero también me canso y termino harta de explicar cómo me encuentro, y que no me entiendan». Y detalla que no puede seguir el ritmo social de su entorno y que le asusta que poco a poco la gente se canse de sus limitaciones.

apoyo de la familia. Una situación compleja que también afecta al entorno familiar. Manuel, su marido, se siente impotente al ver cómo Natalia sufre para hacer cualquier actividad cotidiana. Él pasó la covid a la vez, al igual que sus dos hijas, pero los tres están bien y sin secuelas. Otra situación difícil de explicar de esta enfermedad. «Natalia no estuvo ingresada, aunque cuando le hicieron el test sí que le dijeron que tenía mucha carga viral», detalla. Y ese fue el inicio de un calvario en el que trata de acompañarla y mitigar su sufrimiento.

Y hay momentos de desesperación extrema. Muchos los experimenta cuando acude a las consultas médicas. «Es desesperante ver que los médicos no saben cómo tratarlo, aunque la empatía que algunos muestran al menos es un consuelo». De hecho, en el caso de Natalia, como en el de otros muchos enfermos, las pruebas dan bien y eso dificulta que puedan encontrar una causa a su sintomatología. Por eso una tabla de salvación para ella ha sido contactar con el colectivo Long Covid de Castilla y León. «Aquí nadie te pone en duda», recalca. Pero además de la empatía también le da esperanza que se está consiguiendo «visibilizar» esta problemática. «Los que la padecemos tenemos prisa porque investiguen. No queremos que lo traten como si fuera una depresión. Lo estamos pasando muy mal, realmente», lamenta.