Heroínas de la guerra de la independencia

Jesús Anta
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Entre ellas hubo unas cuantas vallisoletanas, además de las conocidas Manuela Malasaña y Agustina de Aragón. También está constatado que otras muchas mujeres mostraron su bravura y determinación, aunque simplemente fuera arrojando macetas

Heroínas de la guerra de la independencia

El  levantamiento del Dos de mayo y la Guerra de la Independencia sin duda fueron el escenario para el protagonismo de la mujer. La historiadora y académica Carmen Iglesias indica que por primera vez en unos acontecimientos de la importancia que aquellos tuvieron,  mujeres del pueblo llano aparecen con nombres y apellidos, y destacan de una forma singular e importante. Entre ellas hubo unas cuantas vallisoletanas, además de las conocidas Manuela Malasaña y Agustina de Aragón. También está constatado que otras muchas mujeres mostraron su bravura y determinación, aunque simplemente fuera arrojando macetas sobre la cabeza de los franceses.
Una de las  más famosas  es, sin duda,  Clara del Rey Calvo, nacida en Villalón de Campos en 1765 y fallecida en Madrid el 2 de mayo de 1808. Estaba casada con Manuel González, también oriundo de Villalón,  y a principios del siglo XIX la pareja decidió irse  a Madrid en busca de una vida mejor. Tuvieron  tres hijos. Clara fue una de los héroes en la defensa del parque de artillería de Monteleón que mandaban los capitanes Daoíz y Velarde. Ella, su esposo y sus hijos se unieron a los militares y civiles que se habían hecho fuertes en el cuartel de Monteleón.  Destacó por sus arengas y allí murió por la metralla de una bala de cañón. En el mismo episodio al parecer fallecieron su esposo y uno de sus hijos. Fue enterrada en el cementerio de la iglesia de la Buena Dicha y una placa en la fachada del templo le rinde homenaje. Una calle de Madrid y una lápida en los jardines de Mario Benedetti, así como un Instituto y una urbanización de Villalón de Campos,  recuerdan su memoria.
La huella que dejó Clara del Rey ha llegado también a la literatura. Arturo Pérez Reverte en su libro ‘Un día de cólera’, escribe: «Cae poco después, junto al cañón que atiende con su marido y sus hijos, la vecina del barrio Clara del Rey, alcanzada por un cascote de metralla que le destroza la frente».
Diversos expertos indican que la mujer que aparece en algunos cuadros, como el que pintó Sorolla,  y la del grupo escultórico ‘A los héroes del dos de mayo’ de Aniceto Marinas, en la plaza de España de Madrid,  se corresponde con Clara del Rey.
Catalina Martín vivía en Medina de Rioseco y falleció el 2 de agosto de 1810 por disparos de bala durante la defensa del puerto de Miravete, en Cáceres, donde entonces residía, por lo que en Extremadura también la consideran de los suyos. Tras la batalla de Moclín que se libró en las inmediaciones de Rioseco el 14 de julio de 1808, las tropas francesas entraron a saco en la ciudad. Catalina empuñó las armas y se unió a la guerrilla junto a un tío suyo, el famoso guerrillero Toribio Bustamante. Alcanzó el grado de alférez de caballería, con paga reconocida incluido, por una destacada acción bélica en Valverde de Leganés en febrero de 1810.
Acaso en esta heroína se inspirara el escultor Aurelio Carretero cuando en 1908 creo la escultura de homenaje a la Batalla de Moclín que ilustra este artículo, y que está instalada en Medina de Rioseco.

 


 

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ESPÍAS Y SERVICIALES

Hay en Valladolid otras dos resistentes de las que se conocen detalles de su vida. Se trata de Rosa Barreda ‘la Rosita’, que espió en favor de la causa guerrillera gracias a sus relaciones de amante con el poderoso general francés Kellerman, autoridad militar de los gabachos en tierras vallisoletanas. Y de Nicolasa Centeno, ‘la Nicolasa’,  que también gracias a sus amoríos con el general francés Dufresse, gobernador de Valladolid, espió para los intereses españoles entre los años 1809 y 1812. Una placa en el jardincillo de la fachada del Palacio Real las recuerda a ambas. Gracias a ellas, entre otras cosas, se conoció con antelación el movimiento y aprovisionamiento de las tropas francesas, lo que favoreció la actuación guerrillera. El escritor Narciso Alonso Cortés en su día dio noticias de las hermanas Ubón (Claudia, María y Antonia), que destacaron por sus servicios a la Nación durante la guerra. En 1814, las Cortes les agradecieron sus servicios en beneficio y alivio de soldados prisioneros, y les concedieron una asignación económica de por vida.