Antonio Casado

CRÓNICA PERSONAL

Antonio Casado

Periodista especializado en información política y parlamentaria


El Congreso, en campaña

09/03/2023

Como caja de resonancia de la vida política nacional se entiende que sus actores hagan campaña electoral en el Congreso cuando estamos en vísperas de dos importantes llamadas a las urnas, la territorial de mayo y la general de diciembre. Menos lógico es que la Cámara olvide el respeto que se debe a sí misma. Ocurre cuando el debate parlamentario se banaliza hasta el punto de convertirse en una alternativa más a las chispeantes tertulias políticas que la radio y la tele emiten en coincidencia horaria con las sesiones de control parlamentario al Gobierno.

La de este miércoles batió todos los récords, con un infantil intercambio de pedradas verbales que se agotan en sí mismas porque nada aportan al interés general. Aprovechando la celebración del Día de la Mujer, horas después de aprobarse la toma en consideración de la contrarreforma socialista a la ley del sí es sí, Cuca Gamarra (PP) y Santiago Abascal (Vox) acusaron a Sánchez de fracasar en la defensa de los derechos de la mujer. Y Sánchez se fue por los cerros de Úbeda. A una, con referencias a la corrupción del PP. Y al otro, con su renuncia a dar la cara en una moción de censura con candidato interpuesto.

La tercera intervención del presidente en la sesión del miércoles fue para responder la pregunta del diputado navarro Serio Sayas (ex de UPN, ahora acogido en el PP), sobre promesas incumplidas de Sánchez. En lenguaje creativo de ocurrente tertuliano matinal, Sayas declamó la conversión de este Gobierno en una "estafa piramidal". Y Sánchez le respondió con otro cantazo verbal: que es un vendido al PP. Como en los casos anteriores, ni media palabra para responder a las cuestiones formuladas.

Esa fue la tónica en el resto de las preguntas a otros miembros del Gobierno. En vez de explicar el camuflaje de 443.000 parados discontinuos entre los empleados, la vicepresidenta Calviño prefirió lamentar la falta de una oposición homologable. Y así sucesivamente.

Pero era el Día de la Mujer y en el aire flotaba la fractura del Gobierno por cuenta de sus dos versiones del feminismo. Mayoritario uno, minoritario otro. Aquél, la iglesia, emparentado con el movimiento histórico de la Internacional Socialista de la Mujer. Este, la secta, cuyo mayor avance ha sido poner de última frontera del feminismo el dilema entre penetración o estimulación.

Lo aberrante es que las dos versiones forman parte del Gobierno. Una con la marca PSOE y otra con la de UP. La segunda acusa a la primera de traidora por haber cometido el pecado de rectificar la obra predilecta de la ministra de Igualdad, Irene Montero. Una herida que sigue abierta y dará mucho que hablar durante la tramitación de la contrarreforma socialista a la reforma apadrinada por Podemos, cuyo resultado visible fue la suavización del horizonte penal de 800 agresores sexuales.