La agroalimentación marca músculo

Carlos Cuesta (SPC)
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El sector primario bate récord en ventas en el mercado internacional en plena pandemia y se convierte en 2020 en una actividad estratégica, que ha superado la rentabilidad de la industria de la automoción con un saldo de 17.300 millones

La agroalimentación marca músculo - Foto: Foto de Matheus Cenali en Unsplash

Pocos sectores como el agroalimentario se han comportando de una forma tan solvente durante el pasado año, marcado por la pandemia. No solo su actividad no se ha visto reducida al ser considerada estratégica, sino que ha exhibido un potente músculo al batir su récord de ventas en el mercado exterior y reforzarse también en el interior.

Las cifras demuestran la magnitud de esta industria que facturó en 2020 más de 51.300 millones de euros, un 5,5% más frente al descenso medio del tejido productivo del 10%, lo que ha hecho que por su volumen de negocio se haya consolidado como un segmento esencial en la balanza comercial, después de aportar un saldo de 17.300 millones de euros, más del doble que la actividad de la automoción que, en esta época, igual que pasó con el turismo, la hostelería y el comercio vio diezmado su balance.

La profesionalidad de los agricultores y ganaderos españoles, junto a la labor desempeñada por los transformadores agroalimentarios, han permitido que el sector primario gane prestigio y se presente como una apuesta de futuro de primer nivel en la economía nacional por su rentabilidad y los parámetros de sostenibilidad medioambiental con los que trabaja.

Los datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo ponen de relieve que la industria agroalimentaria es la que más creció durante la crisis sanitaria de la COVID-19 en exportaciones.

En este contexto, el porcino lideró las operaciones al exterior con un 16% de crecimiento, gracias a la ventas  a China que sufre problemas de producción interna por los efectos de la peste porcina africana que padece desde hace unos años.

Además, el Ministerio de Agricultura, que dirige Luis Planas, confirmó que las ventas de este sector en el Bloque comunitario, que suponen el 60% del total, crecieron 1,6 puntos con Francia y Alemania como principales clientes y también en el resto de los mercados internacionales se incrementaron casi un 8%, siendo el gigante asiático el que más demanda acumuló.

La agroalimentación fue, junto el segmento conocido como «otras mercancías» las actividades que contribuyeron positivamente a la tasa de variación anual, un 0,9 puntos y un 0,1 puntos respectivamente.

Por su parte, los subsectores que más peso representaron en este capítulo el pasado año fueron  los productos cárnicos (0,5 puntos) por la demanda de China principalmente, y el de frutas, verduras y legumbres (0,4 puntos) que se exportaron a Alemania, Francia, el Reino Unido y Suiza. Mientras, las menores ventas del gremio pesquero, que bajaron 0,1 puntos, fueron al mercado de Estados Unidos, Portugal, China e Italia.

Los productores de frutas y hortalizas señalan que 2020 ha sido un año con mucha incertidumbre, en el que la campaña comenzó bastante floja pero, durante la pandemia, el sector tuvo la gran oportunidad de trabajar con medidas excepcionales que le permitió seguir con sus labores para abastecer las necesidades de los mercados en un momento en el que había que dar la talla.

Sin embargo, también denuncian que, si bien han tenido mayores  exportaciones e ingresos, los costes han aumentado por lo menos en la misma proporción, por lo que la rentabilidad en los márgenes analizados no ha sido la esperada para los cultivadores y transformadores de esta industria. Así, solo lo que respecta a mano de obra, se disparó un 20% lo que frena la competitividad con países del entorno como, por ejemplo, Marruecos cuyo coste de una jornada equivale al de una hora en España.

En este sentido, el sector lamenta que aunque la producción en España se hace con las máximas garantías y la mejor calidad, muchas veces, las grandes cadenas europeas de distribución y comercialización buscan los productos más baratos que encuentran en el mercado, aunque no tenga los mismos controles sanitarios de calidad, ni cumplan con las normas medioambientales que exige aquí la UE.

Los expertos sostienen que, actualmente, un agricultor, un ganadero no se plantea exportar sus productos si no está dentro de una gran empresa solvente, por lo que, como ya pasó cuando empezó a hablarse de cooperativismo en España, si no se ordena el sector, con instrumentos potentes que impulsen e incentiven a los responsables de la primera línea será muy difícil avanzar y asegurar el futuro.

 

Es el momento

La excelente entrada y el buen tirón en los mercados que tienen los productos agroalimentarios españoles, con cientos de denominaciones de origen (DO), indicaciones geográficas protegidas (IGP), marcas de calidad, etc, permiten en este momento acometer importantes inversiones para potenciar un crecimiento exponencial y de un gran valor añadido.

Las condiciones climatológicas y geográficas que tiene España son unas de las claves que un buen número de inversores extranjeros están analizando para apostar por el desarrollo de industrias e infraestructuras que aporten un valor estratégico a sus productos con facturaciones y rentabilidades que superan a las alcanzadas por la industria que siempre ha marcado el liderazgo en la economía nacional y que, en tiempos como los actuales, potencia el emprendimiento.