El 'retrorrastreo' hace aflorar un 10% más de positivos

A. G. Mozo
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Sacyl aplica desde hace dos meses una nueva técnica de rastreo en el entorno de cada contagiado que se remonta en la búsqueda hasta siete días antes de la aparición de los síntomas, en lugar de solo a las 48 horas previas

Unidad de Vigilancia Epidemiológica de la Base El Empecinado. - Foto: Dos Santos / ICAL

Cada contagiado por covid deja a su paso una huella silenciosa e invisible. No siempre llega a infectar a alguien, pero su simple contacto con otros individuos convierte a estos en posibles nuevos activos de una pandemia insaciable y, por ende, en el objetivo de un sistema sanitario que ahora se ha decidido a rastrear esas huellas hasta siete días antes, para no volver a dejar cabos sueltos. Mientras las medias sociales se relajan y la campaña de vacunación se extiende, Sacyl se agarra a la prevención como vía para frenar la transmisión, con la hoja de ruta más ambiciosa de los quince meses de pandemia para que ningún asintomático más vuelva a campar a sus anchas. 

Los equipos de rastreadores de Valladolid estrenaban el pasado 22 de marzo un nuevo sistema de trabajo denominado retrorrastreo, aprovechando el margen que les daba el progresivo descenso en la transmisión del virus para ser más exhaustivos, extendiendo la búsqueda de los contactos más allá de las 48 horas previas a la aparición de síntomas y llegando a los siete días previos al instante de la irrupción del virus.

En dos prometedores meses, el retrorrastreo ha hecho aflorar en la provincia vallisoletana un 35% más de contactos y casi un 10% más de infectados por el SARS-CoV-2 que, con el sistema clásico de rastreo, habrían podido seguir propagando el virus sin tan siquiera saber que estaban contagiados.

Aunque Sacyl tomó la decisión a finales de febrero de comenzar con el retrorrastreo, la realidad es que «no arrancó en Valladolid hasta que no se consiguió un cierto control de todos los contactos estrechos  de la tercera ola», tal como explica el gerente de Atención Primaria de ‘Valladolid Oeste’, Elpidio García Ramón. «Si la incidencia es elevada y hay mucho contacto estrecho, los rastreadores no pueden perder el tiempo que exige remontare a una semana, porque hay que intervenir en lo inmediato, para que no se nos escapen los contactos estrechos. Cuando la incidencia disminuye, el número de contactos estrechos también se reduce y sí se puede emplear algo más de tiempo en la búsqueda», argumenta.

Y ahí surge el rastreo en modo back tracking –la denominación en inglés–, que ha servido para que afloraran 322 asintomáticos que terminaron por dar positivo tras someter a pruebas a más de 6.000 contactos. 290 aparecieron en la búsqueda de las 48 horas previas, pero los otros 32 no se habrían descubierto a través del método convencional, sin el retrorrastreo. Según datos facilitados por Sacyl a este periódico, en Valladolid se ha investigado en estos dos meses a 6.073 contactos, de los cuales 3.915 (2.320 en el área de salud Oeste y 1.595 en el Este) eran estrechos y 2.158 (406 y 1.752, respectivamente), no estrechos. Entre los últimos se descubrieron esos 32 positivos (18 y 14 en cada área de salud provincial), dejando un saldo de cerca de un 1,5% de positivos, un porcentaje que es inferior del que se obtiene entre contactos estrechos, donde la cosa se ha movido por encima del 7% durante los dos últimos meses de trabajo.

IR AL ORIGEN

«El retrorrastreo no se queda en esas 48 horas de lo que denominamos ‘contacto estrecho’, sino que se remonta hasta los siete días con el objetivo de tratar de buscar más posibles contagiados vinculados con una persona y, sobre todo, para intentar dar con el foco origen del brote, que sería el objetivo ideal», afirma el doctor García Ramón, quien reconoce que esa es «una de las misiones más complicadas»

Este sistema se traduce en un aumento del número de contactos, de positivos y de aislamientos, pese a que «solo se aísla si dan positivo», tal como puntualiza el gerente de Atención Primaria de ‘Valladolid Oeste’, quien admite que la tarea «se complica por el incremento de los días de investigación», pero que, en cambio, «se ve facilitada por el hecho de que los contactos que afloran con el retrorrastreo, los que no son estrechos, no estén obligados a guardar cuarentena y solo se les pida que se sometan a una prueba diagnóstica, bien de antígenos, bien de PCR». «Es que esta es la gran diferencia que nos encontramos, que los contactos estrechos deben hacer siempre la cuarentena, incluso con prueba negativa; y, en cambio, los contactos de retrorrastreo, no, es decir, solo guardan cuarentena en caso de ser positivos», apostilla la directora de Enfermería de Atención Primaria de la Gerencia de Valladolid Oeste, Mar Echevarría, quien explica que «se hizo así, entre otras cosas, porque se buscaba encontrar la máxima colaboración».

Las Fuerzas Armadas siguen siendo las encargadas de llevar a cabo el rastreo, también con este nuevo sistema, un papel que, según recuerda Echevarría, supuso «un alivio» para los equipos de Atención Primaria. «Al principio costó un poco, hasta que aprendieron, pero lo llevan muy bien, aunque ahora se haga trabajo complementario desde los equipos de los centros de salud, intentando buscar a algún contacto más», comenta.

«Buscamos siempre el origen y se va descubriendo que suele estar en un evento, en un bar, en una celebración, en una bodega... pero no siempre es fácil llegar hasta ello», explica la directora de Enfermería. «Son contagios que luego se llevan al ámbito familiar y es ahí donde suelen dar la cara, pero cuando te remontas, ves que el origen estaba en un evento, en realidad», añade el gerente de Atención Primaria del área de salud Valladolid Oeste. Y ello, a pesar de que, oficialmente, todos los contactos procedentes del retrorrastreo no se consideran brotes, un término que continúa limitado a las 48 horas previas a la aparición de los síntomas.

Y así, remontándose hasta siete día, los rastreadores han logrado descubrir positivos asintomáticos en todo tipo de eventos: «Hay gran variedad de tipología de los focos, pero hemos tenido varios brotes en reuniones de urbanización en las que, en teoría, solo había seis personas y después, al hacer el retrorrastreo, nos dimos cuenta de que habían estado con mucha más gente», comenta Fabrizio Evangelista, coordinador de Equipos de Enfermería, quien cree que el sistema tradicional de rastreo «limita bastante la búsqueda» porque los contactos de más de 48 «se tenían que descartar»: «Con el retrorrastreo tenemos la ventaja de que nos remontamos más y de que les podemos hacer la prueba, y con uno que hubiéramos descubierto ya merecía la pena, porque esa persona podía haber contagiado a mucha más gente».

Este sistema se ha revelado como un sistema tan efectivo que ayuda más allá de la ‘frontera’ vallisoletana: «Hay veces que te remontas y que llegas a identificar a contactos de un positivo que ni siquiera son de esta provincia o esta comunidad», apunta el doctor Elpidio García, «de los 406 identificados en estos dos meses en el área de salud ‘Valladolid Oeste’, 88 eran de fuera». «Esto se lo comunicamos a las zonas de salud que correspondan y ya se encargan de hacer el seguimiento».